PRENSA INDEPENDIENTE
Agosto 28, 2003

POLITICA
Yo, el Suprimo

LA HABANA, Cuba, agosto - Qué lúcido eres, Augusto. Ver en Cuba la tierra firme de nuestra América cuando todos en el mundo la señalan como una balsa madre es una clara señal de que aún conservas 20-20 en tus cansados ojos.

Qué inmensa fe al declarar la existencia de "la religión de una revolución" en la que todos practican el ateísmo.

Nadie como tú para valorar la idiosincrasia de un Hijo de Hombre, cuando por ésa y otras razones tuviste que exiliarte alrededor de seis décadas, mientras que los cubanos que se consideraban, por su procedencia y pensamientos, tus iguales, sólo llevan cuarenta y cuatro años fuera de su tierra. Y se quejan.

Muchos malagradecidos y miopes que viven dentro de la Isla dicen hacerlo contra su voluntad, por sentirse prisioneros, y no precisamente del alba.

Ni hablar de tu demoledora pintura del prototipo de dictador latinoamericano en tu obra Yo, el Supremo, tomando como modelo a José Gaspar Rodríguez de Francia, quien se ha quedado corto con los juanes, pedros y compañía nacidos y añejados en Haití, República Dominicana, Chile, Cuba, Uruguay, entre otros países del continente.

Pero aquí lo importante no es hablar del pasado, sino de un presente glorioso donde los descendientes de tus ancestros guaraníes -bajo el modelo de sistema cubano- podrán posar junto al lago de Ypacarai, si no se hace necesario, para el bien de ellos mismos, habilitarlo sólo para extranjeros.

Pero llegado el caso, nadie se quedará sin su pedacito de suelo ni de cielo patrio. Se abrirán campismos populares en las riberas del Paraná y el Paraguay, además de ofertarse excursiones en moneda nacional a las cordilleras de Amambay y Caaguazú, con merienda fuerte incluida en las sierras de Las Quince Puntas, y hamacas y pimpampunes en Villa Rica, donde se les dará el mate a los excursionistas.

Y cientos de cuñátaí podrán elevar su suave canto en busca de un español, un alemán o un irlandés que las lleve a Europa y las dejen allá, aunque sea en un puticlub regenteado por una cubana fogueada en los trajines de la revolución, y dirigida tras bambalinas por los irredentos exportahímenes del socialismo tropical.

No será necesaria la hipocresía ni la doble moral, porque al tener dos lenguas en tu nación -mejor dicho, dos idiomas: el castellano y el guaraní- podrán emplearse, respectivamente, para las relaciones públicas -es decir, centros de trabajo, escuelas, encuentros sociales, obras de arte- y para el consumo interno del hogar, donde se dirá lo contrario de lo expresado para el consumo de otros.

Nadie podrá criticarte por este borrón y cuenta nueva que has impreso a tus pasos, y mucho menos cuestionar una postura que se aviene con tus principios juveniles de solidarizarte con los de abajo, pues ya en la senectud representas a todos los que no pueden disfrutar con los de arriba.

Venir a Cuba con los ojos vendados no es tu culpa, pues oír o leer tantas mentiras sobre miles de personas que huyen de la libertad resulta imposible de creer, además de desconocido, ya que por desgracia tu país no tiene costas y la guerra del Chaco fue un gran fiasco que los condenó a refrescarse en los caudalosos ríos de tu país.

Nada te hará creer que existen alrededor de 300 prisioneros políticos en esta Isla, los últimos 75 sorprendidos en una conspiración con una potencia extranjera y pertrechados con armas de exterminio masivo como revistas, computadoras, cámaras fotográficas, equipos de fax, poemas y otros engendros de la civilización para subvertir el orden patriarcal cubano.

Para ti se acabaron el Tirano Banderas, el Señor Presidente, descritos por Ramón del Valle Inclán y Miguel Angel Asturias, ya que Arturo Uzlar Pietro, con sus Lanzas Coloradas, y basándose en el Recurso del Método de Carpentier, vaticinó el Otoño del Patriarca a través de un Gabriel García Márquez que, como tú, intentan escribir a cuatro manos un Yo, el Suprimo, toda alusión a dictaduras en épocas de democracia y totalitarismos dulces y complacientes.

Bienvenido a casa, Roa Bastos. Si la revolución cubana perdió dos hijos -a Saramago en el año de la muerte de Ricardo Reis y a Eduardo Galeano el aciago día de marzo en que las autoridades cubanas pusieron al mundo patas arriba- necesitábamos llenar la plantilla de afiliados, pues aunque no lo creas, a veces escasean los visionarios como tú.

Nada, que la pases feliz en nuestra Isla, y conozcas lugares recreativos, sitios consagrados a la magnífica atención de la salud, la cultura, el deporte y tantas obras más construidas para el disfrute del pueblo y luego, antes de irte, nos cuentes cómo son, en qué lugar están, pues no tenemos tiempo para averiguarlo.

Pero recuerda, Augusto, detrás de cada medalla que te pongan en el pecho habrá un indio, un prisionero cubano, cualquier hijo de hombre agazapado en espera de que tu voz amiga los defienda, porque a veces -dicen las malas lenguas- enmudeces o hablas un dialecto extraño muy lejos del guaraní o del castellano en que te expresas ¿o expresabas? frente a los violadores de cualquier tipo de libertad. cnet/09


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