PRENSA INDEPENDIENTE
Agosto 18, 2003

SOCIEDAD
Moscas de bar

PINAR DEL RÍO, agosto (www.cubanet.org) - Las bares son como museos de lo cotidiano. En una barra usted ve desde el borracho habitual (ese tipo que ha decidido morir en el fondo de una botella), y puede ver también al tipo que más odio le tuvo en su vida al alcohol.

Los entregados al horario de las barras son como moscas de bar. En estos tiempos de escasez y miseria en la Isla, las barras se han llenado de personajes nuevos. A ellas llegan los policías expulsados por corruptos, los antiguos barbudos del ejército rebelde. Llegan también los que hasta ayer eran intocables, ex funcionarios de provincias, aquéllos que desde el interior del auto eran ajenos a lo que ocurría afuera. Personajes despojados de rango por una razón u otra, buscan solidaridad entre el humo del cigarro y sudores empapados en alcohol.

En una barra de la ciudad, el funcionario que antes despreciaba es ahora un lacrimoso protestón contra lo injusto. A veces gritan sus odios y a más de uno se le escapa un secretillo de estado. El policía que odiaba hasta hace poco al desocupado, es ahora ahogado en un mar de amores inventados. Ha dejado de ser policía para convertirse en confidente solidario de cantina.

El desocupado no guarda rencor. Al contrario, agradece, porque esta vez el antiguo policía está pagando la ronda de bebida. A medida que los días pasan, estos personajes que cambiaron repentinamente de estatus, se van adaptando aparentemente a los que beben y fuman cotidianamente en estos sitios, devenidos templos de la bulla, la intriga y el arrepentimiento.

Usted puede ver llorando en plena borrachera a los que hasta ayer mismo miraban a su propia madre por encima del hombro.

En esta crónica se habla de las barras de esta ciudad ubicada en la parte donde el caimán tira sus coletazos de desesperación ante la realidad vivida, peropuede estar convencido de que estas cosas constituyen la rutina en todas las barras de la Isla.

Eso es la barra de hoy en Cuba, un intercambio de papeles en la escena. Casi todas las piezas del tablero se trastocan. La barra es la mejor vitrina para ver de cerca todo eso.

La sugerencia es que si usted viene a Cuba de visita y va a una barra popular, no debe sorprenderse si ve a su lado, libando un trago de ron de mala calidad al que fue un alto funcionario, lloriqueando de añoranza por el cargo perdido. Intente conversar con ellos y comparta su verdad. Deje a los últimos llorando a solas. En ese momento están en el lugar que merecieron siempre. Los intocables de ayer, frustrados hoy. A los que les llegó la hora de engrosar el bando de los perdedores. cnet/06


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