PRENSA INTERNACIONAL
Agosto 15, 2003

'Golpe de estado' de Menoyo

Belkis Cuza Malé. El Nuevo Herald, agosto 15, 2003.

Yo quisiera pensar que Eloy Gutiérrez Menoyo, ex combatiente de la lucha contra Fulgencio Batista, fundador de Alpha 66, y preso durante 22 años en las cárceles castristas, es ejemplo vivo de lo que dice Mateo 5: 39: "A cualquiera que te hiera en la mejilla derecha, vuélvele también la otra: y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa...''

Pero no, no parece ser éste el caso, pues el ex comandante no es lo que se dice precisamente un predicador de la palabra de Jesús, sino un político. Y los políticos profesionales son casi siempre astutos, y oportunistas (en el mejor y peor sentido de la palabra). Los políticos profesionales nos muestran siempre el lado que más les conviene a sus intereses políticos, ideológicos o de poder. Y claro, dentro de estas definiciones, el señor Menoyo no tiene escrúpulos en hacer lo que hace: dar un ''golpe de estado'' a la disidencia interna y al exilio.

Se cree él que de este modo nadie podrá dejarlo fuera, o lo que es peor, que llegará primero en la cola de las reparticiones de poder, cuando el máximo líder haga el testamento.

Piensa, creo yo, con cabeza de español, y se remite a la época de Franco, cuando el dictador --con muy buen tino, por cierto-- dejó a su país en manos de un heredero inmejorable, como lo ha sido el rey Juan Carlos. Menoyo olvida que Fidel Castro no es hijo legítimo de Franco, sino hijo bastardo del resentimiento antiamericano del que no escapó ni el propio dictador de la madre patria. Y también olvida que aunque gagueante y baboso, aún conserva Fidel Castro su espíritu demoníaco, y como dicen los cubanos, "se las sabe todas''.

Conoce y desprecia a Menoyo y no va a cederle ni un centímetro de poder, y menos, dejar que se instale y haga oposición ''legal'' en su patio.

Si ahora le permite quedarse ha de ser para jugar algún nuevo juego político con él, para usarlo, para que el exilio se pelee entre sí, o para desmoralizar a la oposición interna. Pretende quizás que el español-cubano caiga simpático en la España izquierdista y que de algún modo continúe vigente el socialismo en Cuba. Lo que sí no puede olvidarse es que el que más manda en la isla, el que requetemanda, es el único que puede autorizar la decisión de que Menoyo encuentre espacio bajo el cielo de la tiranía. Tanto para hacer oposición ''legal'', como para quedarse a vivir como un ciudadano más en casa de una hermanastra, tiene Menoyo que contar con el visto bueno de Fidel Castro, y de la Seguridad del Estado. De esto no cabe dudas.

Por lo tanto, Gutiérrez Menoyo no actúa más que siguiendo sabrá Dios qué agenda castrista, ayudándole quizás al tirano a sacar las castañas del fuego, falseando la realidad y pasando por encima del dolor de todos. De ahí que su acción puede ser calificada de ''golpe de estado'', aunque para él constituya una hazaña y le robe por unos días cámara al tirano.

Sin embargo, lo más alarmante para mí son las propias palabras del fundador de Cambio Cubano, porque dice querer reinventar o rehacer la revolución, y señala al primero de enero del 59 como fecha luminosa, y no luctuosa como debería ser. En ningún momento ese documento menciona la palabra democracia, sino más de lo mismo: socialismo, pan sin terror, revolución...

Creo que en una Cuba poscastrista deberían estar prohibidas esas palabras, y de ser posible eliminarse del vocabulario de todo cubano, pues tienden a infectar el ambiente y son peores que una diarrea o una sífilis.

Cree también ingenuamente el ex comandante que los que han estado a la sombra del tirano, riéndole las gracias, soportándole las groserías, las malas palabras, el mal genio, las locuras, y que se han mantenido al pie del cañón, esperando por la oportunidad, van a entregarle el poder a uno que no pertenece a la cúpula castrista. ¿No sabe acaso Gutiérrez Menoyo que los buitres acechan y que si hoy habla con Fidel Castro, tras su muerte no podrá hacer lo mismo con los que luchan por alcanzar el poder?

Ya sabemos --porque lo ha dicho él mismo-- lo que piensa de la disidencia interna, del exilio, de los Estados Unidos. Por fortuna, conocemos su agenda, de modo que no nos llamemos a engaño. Lo que olvida es muy sencillo: al pueblo, a los votantes reales en una Cuba democrática, sin Castro. No habrá quien les dé de la misma medicina, estoy segura.

belkisbell@aol.


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