LA HABANA, Cuba.- El 9 de junio de 1902 fue fundado el Vedado Tennis Club, un exclusivo recinto que agrupaba a las personalidades más adineradas e influyentes de La Habana. Fue emplazado en el entonces exclusivo barrio de El Vedado, en la intersección de las calles 12 y Calzada.
Con una plantilla de treinta asociados que pagaban una cuota de tres pesos mensuales, abrió sus puertas la famosa sede social, un imponente edificio de tres plantas con influencia norteamericana, que abrigaba instalaciones para el disfrute de los socios: canchas de tenis, terreno de béisbol, piscinas, área de taquillas, salón de baile, restaurante, biblioteca, bolera y barbería.
El lugar de por sí era una invitación a tomar el sol o gozar de la brisa marina. Con el paso del tiempo se convirtió en una importante plaza para la práctica del deporte organizado, poniendo sus instalaciones a disposición de certámenes, regatas y ligas amateurs.
En 1914, el equipo que representaba a la institución, bautizado como “Los marqueses del Vedado Tennis Club”, ganó el primer campeonato de la recién estrenada Liga Nacional de Béisbol Amateur. Mantuvieron el título durante las dos temporadas siguientes y lo alcanzaron nuevamente en 1925, para prolongarlo hasta 1928.
Los socios del Vedado Tennis Club también practicaban otras disciplinas que, por su exclusividad y costo, sólo estaban al alcance de la alta burguesía cubana, como el squash y el yatismo.
Con el advenimiento de la Revolución Cubana, en enero de 1959, la mayoría de sus socios abandonaron el país. Sus instalaciones fueron nacionalizadas y entregadas a la Central de Trabajadores de Cuba (CTC), que lo convirtió en el Círculo Social “José Antonio Echeverría”.
El edificio lleva décadas abandonado, y sufrió un derrumbe parcial que no dañó demasiado la estructura. Hace aproximadamente una década el inmueble era considerado salvable y su restauración muy fácil. Sin embargo, y a pesar de que se han presentado proyectos para su rehabilitación, ninguno ha recibido luz verde. El Vedado Tennis Club, como otras joyas de la arquitectura republicana, languidece esperando por la inversión extranjera y la buena voluntad de los burócratas.
