Dihigo, Linares y Gurriel, una trilogía en busca del más completo

Cubanos opinan sobre grandes peloteros de la Isla; entre ellos Martín Dihigo, Omar Linares y Yulieski Gurriel
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LA HABANA, Cuba.- La historia del béisbol cubano está repleta de grandes figuras, desde los inmortales de Cooperstown Martín Dihigo, Orestes Miñoso y compañía, hasta otros más recientes: Omar Linares, Orestes Kindelán, Orlando “el Duque” Hernández, José Dariel Abreu y Yulieski Gurriel, entre otras muchas estrellas surgidas en la etapa de la pelota amateur.

En ese universo de luminarias, más de uno se ha dado a la compleja tarea de sacar, o proponer, a quien las estadísticas pudieran avalar como el rey de todos los tiempos. Sin embargo, y a pesar del aporte de los números, los resultados nunca encuentran consenso entre los entendidos. Mucho menos en la fanaticada.

Cualquier análisis al respecto siempre tendría matices subjetivos, pues se intentaría comparar a jugadores que pasaron por los terrenos en momentos y contextos diferentes. Habría que contemplar un primer grupo que anterior a 1961 militó en ligas profesionales, otro que solo jugó en Series Nacionales y un último segmento que abandonó los torneos domésticos para probar suerte en ligas profesionales.

En cada uno de los canastos, por resultados individuales y colectivos, sobresale un nombre por encima de otros.

El Inmortal de Limonar, un grande en tiempos de profesionales

Durante mucho tiempo se consideró que el distinguido título debía recaer sobre Martín Magdaleno Dihigo Llanos, cuya carrera se desarrolló entre 1922 y 1947. Apodado como “El Maestro” en México, y el “Inmortal” en Cuba, fue una especie de showman que dominaba a la perfección el arte de lanzar y batear, a ambas manos. Podía, además, cubrir con solvencia cualquier posición a la defensa.

Aunque debutó con los Rojos del Habana, su leyenda se comenzó a forjar en las Ligas Negras de los Estados Unidos, privado de poder jugar en la Major League Baseball (MLB) a causa de la barrera racial derribada por Jackie Robinson en 1947. Allí, en doce temporadas compiló para 311 de average ofensivo, con 385 carreras impulsadas y 361 anotadas, todo ello en apenas 492 desafíos.

En México es recordado por tirar en 1937 el primer juego perfecto y ganar en 1938 la primera triple corona de picheo en la liga profesional azteca, vistiendo la franela de los Rojos del Águila de Veracruz. Esa temporada, por demás, lideró a los bateadores con altísimo average de 387, impuso récord de 184 ponches y de carreras limpias permitidas con una efectividad de 0.90, registro que se mantiene vigente.

Junto a Willie Wells es uno de los dos únicos jugadores incluidos en los Salones de la Fama del Béisbol de cinco países: México, Cuba, República Dominicana, Venezuela y los Estados Unidos, al que fue seleccionado post mortem.

Sin embargo, entre los aficionados su legado se pierde en el tiempo. Muy pocos lo conocen o lo citan como el grande que fue. Incluso, la mayoría considera que tuvo menos calidad que otras figuras de la época. “Ese fue bueno, pero como pitcher Luis Tiant era mejor, y bateando Miñoso también le ganaba”, aseguró Luis Lázaro Sánchez Godínez a las cámaras de CubaNet.

Los más jóvenes apenas tienen referencia de su historia. Según Yasser Bolaños Prado, de 24 años, el logro más grande para Dihigo es que su nombre sea recordado en la Isla casi un siglo después de terminar su carrera.

“Aquí no hay espacio para la historia, lo que cuenta es lo que ha pasado en Series Nacionales. Por ejemplo, en Estados Unidos todo el mundo conoce a Baby Ruth, o a Mickey Mantle. En Cuba no es así, y los muchachos que saben de los peloteros de aquellos tiempos es porque los han visto en videojuegos”, dijo Bolaños.

El “Niño” que mandó en Series Nacionales

Desde Martín Dihigo, por herramientas (velocidad, tacto, poder, potencia del brazo y defensa) Omar Linares Izquierdo es el más grande talento que ha dado el béisbol cubano. Se le conoce como el “Niño”, por la precocidad que mostró para jugar al nivel de los mejores.

Linares llegó a las Series Nacionales en 1982, cuando todavía no cumplía los 16 años. Esa temporada rindió poco, pero mostró cualidades. El despertar llegó a los 16, en los Juegos Panamericanos Juveniles de Indianápolis (1987), donde registró un astronómico 511 de average.

Meses después, en la Copa Intercontinental celebrada en La Habana, como miembro del equipo de mayores castigó a placer a doña blanca. En 46 turnos legales bateó para 468 de average, despachó 11 cuadrangulares y trajo 26 compañeros a la registradora.

Abel Freire Cortina, aunque se declara acérrimo seguidor de Industriales, señaló que Linares fue el mejor jugador de pelota nacido en la Isla. “En su primer año nada más jugaba en Pinar del Río, de local, no lo dejaban ir a las giras. Como él, creo que solo Dayán Viciedo llegó a la categoría de mayores con 15 años”, comentó.

En 20 Series Nacionales, siempre con los equipos de Pinar del Río, encabeza de por vida los renglones de average ofensivo (348), OBP (.487) y OPS (1.131). En impulsadas (1.221) y anotadas (1.547) ocupa la segunda plaza, es tercero en batazos de vuelta completa (404) y cuarto en hit (2.195). El título de bateo lo ganó en cuatro oportunidades, siempre en la era del bate de aluminio.

A nivel colectivo fue cinco veces campeón nacional, ganó dos títulos olímpicos, cinco Campeonatos Mundiales y seis Copas Intercontinentales, más cuatro cetros en Juegos Panamericanos y Centroamericanos. Tuvo un momento cumbre en la final de los Juegos Olímpicos de 1996, en Atlanta, cuando pegó tres cuadrangulares para dar el triunfo de Cuba sobre Japón.

“Ahora mismo hay quien dice que Yulieski es mejor, pero eso es ridículo, los números lo demuestran. El “Niño” aparece del uno al cinco en todos los departamentos ofensivos, y Yulieski es un bulto que a la hora buena coge miedo. En Beijing, en las olimpiadas (2008), mató la final con un doble play”, apuntó Ramiro Suárez Quintana.

No obstante, Linares jugó en una época en que las demás federaciones asistían a los eventos con equipos formados por peloteros amateurs. Tuvo numerosas ofertas, pero nunca quiso dar el salto a las Grandes Ligas, donde sí podía enfrentarse a los mejores de su época.

Ya en el ocaso de su carrera pudo jugar periodos en tres temporadas de la Liga Japonesa de Béisbol Profesional (NBP), dejando resultados bastante pobres. Más allá de especulaciones, a ciencia cierta nunca se sabrá si tenía lo necesario para triunfar al máximo nivel.

Yulieski, desarmando utopías

En 2002 Omar Linares dijo adiós al deporte activo, en un retiro forzado que incluyó a otras estrellas en plenitud de facultades.

Ese mismo año debutaba una nueva tanda de talentos que poco más tarde dejarían la Isla en busca de un contrato profesional, como Kendry Morales, Juan Carlos Linares y Yulieski Gurriel Castillo, quien se convertiría en uno de los más grandes jugadores en la historia del béisbol criollo.

Según recuerda José Víctor Roque Acevedo, el segundo hijo de Lourdes Gurriel llamó la atención de los aficionados desde la primera vez que salió en televisión nacional, cuando formó parte del equipo nacional que participó en el Panamericano Juvenil de La Habana, en 2002.

“Cuba perdía con Brasil en la final y vino a batear abriendo el noveno inning. Se paró en home y metió la pelota contra la cerca, no fue jonrón, pero pudo llegar a tercera, sin out. Luego vino kendry y la botó para decidir. Todo el mundo decía que pintaba para grande, y yo creo que no defraudó”, acotó Roque.

Con solo 21 años, durante el I Clásico Mundial de Béisbol, los narradores de ESPN ya catalogaban de “fenómeno” a Yulieski, llamándolo el Alex Rodríguez de la pelota cubana. Por aquel entonces despegaba su carrera deportiva, a la par de una popularidad que lo expuso como referente de la disciplina en el país.

La Isla jamás había tenido un jugador más mediático y polemizado, aplaudido y criticado a partes iguales. Todo ello fuera de los campos de juego, dentro del terreno las estadísticas lo apuntalan entre la crema innata. Baste decir que fue el primer cubano en Series Nacionales en llegar a la cifra de 200 cuadrangulares con bate de madera.

Con solo 15 temporadas jugadas, Yulieski figura en un solo liderato ofensivo histórico (average), pero a nivel provincial con Sancti Spíritus tiene los récords para un curso en anotadas (90), hits (134), dobles (28) y triples (11). También sobresalen las 14 –de 15– series en las que promedió 300 o más, con siete años de 20 o más jonrones, llegando a 30 en 2010.

Conectó más de 100 hits en nueve campañas y es uno de los tres peloteros que han impulsado más de 100 carreras en una Serie Nacional, con 105 en 2010. Los otros dos son Alexei Bell (2008) y Alfredo Despaigne (2012).

En su última temporada, jugando para los Leones de Industriales, la liga parecía quedarle chiquita. Ese año promedió para 500, o lo que es lo mismo, dio un hit cada dos oportunidades, poniendo récord para el torneo. De por vida acumula 1.705 inatrapables, 282 jonrones, 1.115 remolcadas y 153 robos de base. Muchos esperaban que fuera el primer cubano en rebasar la cifra de los 2500 inatrapables.

Nunca se pudo titular campeón cubano. En cambio, es el primero –y único– en conquistar los Juegos Olímpicos (2004), la Serie del Caribe (2015) y la Serie Mundial de las Grandes Ligas (2017 y 2022). Ha ganado todos los torneos organizados por la antigua Federación Internacional de Béisbol, excepto el Clásico Mundial, del cual es subcampeón.

“La gente lo critica porque no ganó la nacional, que es un resultado colectivo. Sin embargo, nadie dice que en 2002 no fue campeón porque (Frederich) Cepeda se ponchó con las bases llenas. Lo otro que siempre le reclaman es que bateó para dople play en las olimpiadas, pero tampoco veo a nadie decir que, en Sidney (olimpiadas, 2000), Linares, Pacheco, Kindelán y toda esa gente se apendejaron con los americanos”, destacó Marino López Cuello, en Centro Habana.

Sus vitrinas también guardan una medalla de plata olímpica, dos oros y un bronce en Juegos Panamericanos, un oro en Juegos Centroamericanos, dos oros y tres platas en Campeonatos del Mundo y tres metales dorados en Copas Intercontinentales, entre otros títulos menos relevantes.

En 2014 por vez primera jugó en un circuito profesional, firmado con el Yokohama Dena Baystars de la Liga Central en la NPB. A diferencia de Linares, destacó en la Tierra del Sol Naciente al punto de quedar cuarto en las votaciones del novato del año.

En marzo de 2016, Yulieski y su hermano Lourdes Jr. llegaron a Miami tras abandonar al equipo Ciego de Ávila que participaría en la Serie del Caribe. Finalmente, en julio terminó firmando con los Astros de Houston. Desbloqueaba el primer nivel a una edad tardía, con 32 años, pero volvería a brillar a pesar de un inicio con altibajos.

Además de los dos anillos conquistados con los Siderales, en 2021 a la edad de 37 años se convirtió en el primer cubano en cinco décadas que gana un título de bateo en Grandes Ligas. Por si fuera poco, también se alzó con el Guante de Oro, siendo el defensor de la primera base más longevo en ganar este premio que inició en 1957.

“Sencillamente el mejor, lo demostró en Cuba, en Japón y en Grandes Ligas. Hasta el manager de los Marlins dijo que si hubiera llegado antes a MLB de seguro hubiera sido un futuro Salón de la Fama. Todos los demás que la gente menciona por ahí fueron buenos, pero que va, como Yulieski ninguno”, concluyó Samuel Rizo Fulquiades.

Esta temporada, jugando bajo contrato de un año con los Marlins de la Florida, pudiera ser su última como pelotero activo –al menos en la Gran Carpa–. En 900 juegos como mayorista, el Yuli suma 938 hits, 431 anotadas, 461 impulsadas, 98 jonrones y 222 tubeyes.

Tales números, unidos a los conseguidos en Cuba y Japón, en varios departamentos superan con creces los registros históricos para el campeonato cubano.

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