CUBANET .INDEPENDIENTE

26 de febrero, 2002


¿Adelante el Proyecto Varela?


Manuel David Orrio, CPI

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Días atrás, mi estimado colega Oscar Espinosa Chepe publicó un artículo titulado "¡Adelante el Proyecto Varela!", en el cual comentó en términos no exentos de alegría la noticia de que la mencionada iniciativa había logrado reunir las diez mil firmas de cubanos requeridas por la ley para erigirse en una petición ciudadana que debe ser analizada por la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba (parlamento).

Como es conocido, el Proyecto Varela aspira a impulsar un conjunto de cambios institucionales amparándose en la Constitución vigente en la isla, que de lograrse conducirían a ésta hacia una organización política de la sociedad muy cercana a lo que pudiera llamarse un Estado regido por normas democráticas internacionalmente aceptadas.

El Proyecto Varela promueve, entre otras, la libre expresión y asociación con fines pacíficos, la amnistía a los presos políticos y de conciencia y un adecuado protagonismo de los nacionales sobre los extranjeros en materia de Economía.

Justo apuntarlo: si como declaró ante el presidente mexicano Vicente Fox el principal gestor del Proyecto Varela, Oswaldo Payá Sardiñas, ya se lograron reunir las célebres diez mil firmas, quedó demostrado -como afirma Espinosa- que se "desmiente categóricamente la propaganda oficial de que la disidencia cubana no tiene significación política". Eso es un hecho. Los hechos son tercos, y a mi entender se ha comenzado a predeterminar un nuevo escenario, signado por el sospechoso cambio operado en palabras de Fidel Castro, quien pasó de denominar a los disidentes de "grupos contrarrevolucionarios" a "grupos opositores", durante una reciente entrevista. Sin dudas, dato curioso.

Sin embargo, la terquedad de estos hechos no oculta la de otros. Alrededor de un decenio atrás, el Partido Pro Derechos Humanos de Cuba realizó similar hazaña -y lo es en condiciones totalitarias o post-totalitarias, antes y ahora- y lo único que logró fue exactamente nada más que demostrar lo mismo que hasta ahora se ha demostrado y que Espinosa tan acertadamente anota, sin contar la absoluta falta de validez jurídica de las firmas reunidas por el Proyecto Varela, al no haberse cumplido el requisito exigido por la ley de validar esas rúbricas ante notario público, lo cual coloca al gobierno de Fidel Castro y al mismísimo parlamento en la muy cómoda posición de poder rechazar de plano a la iniciativa de marras, sencillamente invocando un aspecto procesal que en su debido momento fue señalado por jurista como René Gómez Manzano, firmante del documento alternativo La Patria es de Todos, y al cual, como se dice en castellano de Cuba, los gestores del Proyecto Varela "le hicieron el caso del perro".

Supongamos entonces que pese a lo anterior el poder de Cuba acepta discutir la iniciativa en el parlamento e incluso llevarla a referendo. Ni siquiera se discute que el gobierno de Fidel Castro dispone de todos los recursos para hacer funcionar lo que destacados estudiosos de las dinámicas del totalitarismo o del post-totalitarismo han denominado "unanimidad orgánica". Y aún así, supóngase además que de nadie sabe dónde haya germinado en Cuba un sentido de civilidad que lleve a la ciudadanía a votar en favor de la iniciativa de manera masiva. Aún así, existe el peligro real de que por una votación de 51 a 49 los cubanos "decidan" soberanamente gritar a voz de cuello: ¡Vivan las cadenas!

Semejante escenario es bien posible. Y lo es, porque la principal falla conceptual del proyecto Varela radica en que pone a discusión fueros inalienables al ser humano. Democracia es derecho de la mayoría a imponer su voluntad y derecho a criticar de la minoría descontenta -palabras de Lenin, por cierto.

Ni este periodista, ni nadie en el mundo, tiene por qué aceptar que tal o más cual individuo e incluso todo un pueblo, se pronuncie "soberanamente", por ejemplo, sobre mi derecho o no a expresar opiniones o recabar informaciones siempre y cuando sea respetado lo mismo para terceros.

Por ello, me atrevo a apuntar que la posibilidad de victoria para el Proyecto Varela es tan lejana como para hacer pensar seriamente en sus relaciones costo-beneficio para el movimiento cubano por los derechos humanos. Un gesto heroico no exime de la obligación de apostar por la victoria... para ganar.

Entonces, mi pregunta en pie: ¿Adelante el Proyecto Varela?


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