CUBANET... INTERNACIONAL

Marzo 8, 2000



El Proyecto Varela: Una opción para los cubanos

Oswaldo Paya Sardiñas. Publicado el miércoles, 8 de marzo de 2000 en El Nuevo Herald

(Primero de dos artículos)

La Habana -- ¿Cómo? He ahí la pregunta. Parece ser lo primordial cuando de los cambios que necesita Cuba se habla. Cualquier cubano, no importa su nivel educacional, es capaz de describir la realidad cubana. Lo hará en sus propios términos, pero las conclusiones no se van a distanciarse mucho si se habla con objetividad. Otro asunto es el juicio que hacen las personas de nuestra realidad, pues éste dependerá, en la mayoría de los casos, de la situación personal y familiar de quien juzga. Sin embargo, la mayoría, cuando puede expresarse en un ambiente de confianza, muestra su anhelo de cambios.

¿Cuáles son los cambios que deben realizarse? Hay una verdadera lluvia de opiniones, programas, proyectos, postulados y teorías sobre los cambios. También aquí, aunque entramos en temas más discutibles, hay constantes. Los intelectuales y políticos no tienen ni remotamente el monopolio de las ideas y los sueños en este campo. Hasta popularmente se expresa el deseo de cambios, sin grandes elaboraciones, pero en esencia, dentro de esas constantes. Este consenso es fruto de la insatisfacción de las personas con ``la situación'' o con la vida que llevan; con la pobreza, la inseguridad y también, aunque no lo reconozcan o aunque no sean conscientes de ello, de la falta de libertad en todos los sentidos.

Muchos extranjeros que visitan Cuba no se explican cómo es posible tanto lamento y crítica, tanta inconformidad y desacuerdo con la situación económica y política y que sin embargo la inmensa mayoría lo acepte. Es como una sentencia fatalista, donde el escape, la simulación y el acomodamiento, muchas veces falsificando la propia vida, parecen ser las únicas opciones. Pero no sólo lo dicen los extranjeros, sino que los propios cubanos se asombran, cuando no se aplastan, de por qué ``no pasa nada''. Es evidente que el pueblo quiere y necesita cambios en todas las esferas de la vida nacional, es amplio el consenso sobre que estos cambios deben llevarnos a una apertura económica y verdadera justicia social, a la reconciliación y la libertad y los derechos fundamentales. Lo expreso en categorías básicas, sin hablar de modelos e ideologías.

Aunque no son temas acabados, sino abiertos al diálogo, repito, considero que hay un consenso mínimo pero básico sobre la necesidad de los cambios y su contenido. Es decir, por qué y para qué los cambios.

Pero ¿cómo? Parece ser ésta la pregunta a responder en primer lugar. No lo creo. Es muy importante, es imprescindible, pero si no respondemos antes otra pregunta, ésta, la del cómo, puede resultar paralizante. Así ha sido hasta ahora.

La primera pregunta no es cómo, sino ¿quién?

Aquí es donde las conversaciones se vuelven incómodas o se cortan bruscamente, se salta la página o se desvía el artículo para no entrar directamente a emplazar. Aquí los expertos en recomendaciones hablan en segunda o tercera persona, pero jamás en primera persona.

El único llamado a exigir y realizar los cambios es el pueblo. Así está bien dicho, pero aunque no dudo del sentido de pertenencia de nadie, creo que es necesario personalizar. Somos los cubanos, todos y cada uno, usted y yo, los que tenemos la necesidad y el anhelo, la obligación y el derecho, la capacidad y la oportunidad de realizar los cambios hoy, aquí y ahora.

Recientemente, durante una detención, un oficial de la Seguridad del Estado me decía que si durante la crisis de la década de los noventa, con todas las calamidades que sufrieron los cubanos (usted, lector, y yo, sabemos que la mayoría todavía las sufre), la revolución no había perdido el poder es porque no quieren cambios y prefieren lo que el oficial y oficialmente llaman ``esto'', o la revolución. Usted y cualquiera puede contestarle: pero ése no es el tema ahora, sino la conclusión penosa a la que pudiera arribarse: ``Si el pueblo lo soporta es porque quiere y le gusta esto''. Penosa y cínica la conclusión que se deriva de esa lógica. Pero hay otra conclusión que yo les propongo y que no es nada demagógica: esto durará mientras los cubanos lo soporten sin exigir y realizar los cambios. La palabra ``esto'' está puesto con toda intención ya que tiene toda la carga que en nuestro país se le asigna para referirse a la realidad y al mito del sistema. En eso de llamarle ``esto'' coinciden generalmente todas las partes y niveles.

Cualquier acto responsable requiere en primer lugar definir el fin. Lograr esos cambios es lo justo, lo necesario y éticamente justificado, diríamos que es lo pertinente. Pero además deben elegirse los medios que puedan llevar al logro de ese fin, o sea, se requiere de eficacia.

Si ponemos a la persona humana, es decir, los hijos de Dios y su realización integral, como fin último y más importante de nuestro quehacer entonces los medios que utilicemos no pueden poner a la persona como instrumento o anular sus derechos o atentar contra su dignidad. El fin no justifica los medios.

Nos proponemos lograr cambios políticos y económicos que permitan la elevación de la calidad de vida, el respeto a los derechos humanos, la reconciliación, el inicio de un proceso donde los cubanos seamos los protagonistas y podamos participar libre y responsablemente en la vida política, económica y cultural de nuestro país y construir una nueva sociedad según las experiencias y valores espirituales de nuestro pueblo. Nos proponemos realizar estos cambios pacíficamente pues, según los fines definidos, no puede ser de otra forma.

Los medios deben corresponderse éticamente con los fines. Además, deben ir dirigidos paso a paso a lograr esos fines. De otra forma no pasaremos de proclamar intenciones y ofrecer un testimonio. Ambas cosas valientes, a veces heroicas, necesarias y de un valor inmenso, pero que por sí solas no llevan a los fines. Pudiera caerse en el desgaste y la ineficiencia. No estamos hablando de un pragmatismo más allá de los valores, sino de orientar nuestro quehacer, según estos valores, hacia el logro de estos fines.

Cuando hablamos de participación cuidadana en la realización del proyecto, ya estamos caminando en el logro de los fines, pues el protagonismo de los cubanos en la transformación de nuestra sociedad es a su vez camino y meta de la ``liberación integral de la persona y el pueblo''.

El Proyecto Varela (PV) es coherente, pues se propone el logro de instrumentos legales que garanticen a los cubanos el ejercicio de sus derechos civiles y económicos y abrir los espacios para el diálogo, la participación democrática, la solidaridad, sembrándose así las bases de la cultura cívica que queremos rescatar y perfeccionar mirando hacia el futuro. Es coherente porque el camino que propone es el camino cívico, es decir, llama al ciudadano a ejercer sus derechos en bien propio y de su patria, a preocuparse por los asuntos de su estado y de su comunidad, que son sus propios asuntos y que están determinando su vida y la de su familia. No estamos pidiendo nada para la disidencia en particular, estamos llamando a los ciudadanos y entre ellos nosotros, a que pidan cambios en las leyes para el mejoramiento de la sociedad, es decir, de sus vidas. Por eso proponemos ir ``de la ley a la ley''. Esto es, ejercicio de la soberanía popular para decidir sobre las propias leyes y el destino de nuestro país. El Movimiento Cristiano Liberación, como otras agrupaciones dentro y fuera de Cuba, elaboró un programa de cambio, llamado Programa Transitorio. Este, el Proyecto Varela, no es ese programa, no es el programa de nuestro movimiento, ni de ninguna organización, no es ni siquiera un programa de la disidencia. El PV, recoge los reclamos más importantes y comunes de todas las agrupaciones dentro y fuera de Cuba, pero más que eso y aquí esta su valor y razón de ser: expresa la demanda y necesidad de la mayoría de los cubanos y propone los cambios y los caminos de cambios iniciales y básicos imprescindibles para Cuba ahora.

¿Qué lo anterior es discutible? Preguntemos a los cubanos, que sean los que respondan. Ese es el referendo. Deja la iniciativa y la decisión en manos de los ciudadanos. En la fundamentación del PV se explica más sobre este asunto.

Puede haber excépticos o realistas que digan ``el gobierno no va a aceptar eso''. He ahí la parálisis. No podemos partir y no partimos de la base de que el gobierno quiera cambios. Yo creo que no quiere y que se opone a estos cambios. Esa no es nuestra referencia. Partimos de la base de que quien quiere y necesita los cambios con urgencia es el pueblo de Cuba. Entonces son los cubanos los que tienen que exigirlo y que pedirlo. Es más, no es el caso de pedirle al gobierno que haga las transformaciones desde una dirigencia que decida y actúe por todos, ni de esperarlo. Es exigir cívicamente los cambios en las leyes que otorguen a los ciudadanos los instrumentos para realizar, mediante su participación, estas transfromaciones. Pero para pedir cambios en las leyes, si queremos que el proceso sea pacífico, hay que pedirlo desde la ley.

Aquí entramos en un campo donde la misma clarificación es ya una lucha difícil. Por una parte el gobierno y sus instituciones, violando las propias leyes, no responden a muchas peticiones ciudadanas y reprimen a quienes las hacen. Por otra parte algunas personas unas veces no bien informadas, y otras en franca actuación de rivalidad, hacen una caricatura del PV, y nos acusan de ser defensores ``de la constitución y las leyes de la tiranía''. Aceptamos cualquier crítica al PV, pero sobre la base de lo que es y de lo que dice y no de versiones que lo desfiguran primero y lo critican después.

Presidente del ilegal Movimiento Cristiano Liberación cubano.

© El Nuevo Herald

Copyright 2000 El Nuevo Herald


Texto completo

Proposición Ciudadana Proyecto Varela - 1/27/98

Disidencia recaba firmas para referéndum / El Nuevo Herald - 3/24/98

Proyecto disidente entre la duda y el temor / CPI - 3/24/98



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