LA HABANA, Cuba –En la recta final de la década de los ochenta, del pasado siglo, una racha de asaltos a farmacias estremeció La Habana. En casi todas se repetía el mismo patrón, robaban mayormente psicotrópicos como el Parkisonil o antidepresivos como el Metilfenidato y la Desedrina.
En octubre de 1990, la denominada “Operación Maceta”, puso en prisión a muchos de los que participaban en las redes de distribución de drogas. Una situación parecida se repitió en el 2002, cuando la llamada “Operación Coraza Popular” sirvió como pantalla para una escalada represiva de envergadura, más allá de la droga.
El testimonio lo ofreció a este reportero un ex–preso por tenencia y distribución de drogas: “Te dicen que frente a la ley todos somos iguales, pero en la vida real hay un nivel donde unos son más iguales que otros. Durante los juicios de 1990, yo y otros que estábamos esperando sentencia por la misma causa, nos dimos cuenta de cómo los “padrinos” se movían. No era lo mismo ser hijito de papa que hijo de vecino. A más de uno vimos como lo retiraban de la celda, supuestamente para trasladarlo, y luego nos enteramos que se lo ponían en las manos al padre, con pasaporte, pasaje de avión y listo para sacarlo del país”.
La Operación Maceta fue el epílogo de la Causa No 1, de 1989. En esos momentos estaba en su apogeo la Operación Alejandro, que consistió, entre otras cosas, en el reordenamiento del MINFAR. En ese proceso, la CIM (Contrainteligencia de las Fuerzas Armadas) reemplazó a buena parte de los oficiales promovidos a cargos de importancia Ministerio del Interior, durante el periodo 1979-1989.
“Las recogidas de octubre de 1990, y de marzo de 2002, fueron parte de encontronazos entre fuerzas en pugna “allá arriba”. La orden del gobierno fue limpiar el terreno y la imagen. Los del aparato desactivaron las redes de distribución, incluyendo a sus infiltrados”, asegura mi fuente. Y añade además:
“Luego dejaron enfriar la escena y colocaron gente suya, bien escogida y entrenada, para orientar la venta y consumo hacia el sector de más poder adquisitivo y los artistas de ‘alto octanaje’. Rediseñaron el mercado interno de las drogas, más controlado, como un gueto de consumo y supuesta impunidad. Así han logrado tener cogidos por los huevos a grandes personajes de la farándula. Algunos se huelen lo que hay, y de todas maneras siguen comprando. Otros se involucran como informantes, a cambio de poder usar lo suyo tranquilos y sin ser molestados”.
En 2003, fueron reforzadas las condenas por las causas de tenencia, tráfico y venta de drogas. Diez años después, el aumento o disminución de la circulación de estas sustancias en las calles parece obedecer a una estrategia de control y manipulación de masas. Quienes emplean su dinero en querer alucinar deben saber que “el aparato” controla el arrebato.