LA HABANA, Cuba, septiembre, www.cubanet.org -El derrumbe parcial de una vieja edificación del barrio de La Víbora, en La Habana, dejó una persona muerta y a una treintena sin hogar el pasado lunes, en horas de la mañana.
Extrañamente, el siniestro fue reportado por el periódico Granma, que no suele hacerse eco de estos acontecimientos tan lamentables y tan frecuentes en la ciudad. La publicación oficial afirmó que “los moradores del inmueble salieron ilesos, excepto la vecina Isabel María Fernández, de 50 años, quien quedó atrapada bajo los escombros. Al cierre de esta edición (martes 24), fuerzas del Departamento Especial de Rescate y Salvamento del Cuerpo de Bomberos y miembros de la Cruz Roja, trabajaban en su rescate”.
Todavía en la tarde del miércoles faltaban muchos escombros por recoger y se comenzaba a instalar una fuerte valla metálica en el perímetro del inmueble. La cuadra (Carmen, entre Cortina y Figueroa) estaba cerrada al tráfico y nutridos grupos de policías custodiaban los accesos. Un trabajador de la brigada designada para limpiar el lugar informó a este reportero que la vecina atrapada en el derrumbe fue hallada muerta.
Mientras tanto, la prensa oficialista no ha dicho nada más. Ha callado, otra vez, la muerte de un ciudadano por causa del mal estado de las construcciones.
Las pésimas condiciones técnicas de los inmuebles obligan a las autoridades a declararlos inhabitables, pero es común que los moradores se rehúsen a marcharse. Inclusive, algunos edificios desalojados vuelven a poblarse. El caso en cuestión se trata de una construcción abandonada desde hacía 20 años, en donde muy precariamente unas diez familias habían improvisado sus viviendas hacia las partes menos ruinosas.
Por otro lado, los albergues no dan abasto para la gran cantidad de necesitados y son auténticos infiernos en donde pululan la promiscuidad, el robo y otros males derivados del hacinamiento. Es común que una persona pase muchos años albergada antes de ser reubicada definitivamente.
Como las pasadas semanas fueron de abundantes lluvias, los efectos de esa humedad tienden a agravar aún más el estado deteriorado de las viejas edificaciones, carentes de mantenimientos indispensables durante décadas. La presente temporada es proclive a los derrumbes, propiciados además por la acumulación de años sobre las antiguas y descuidadas estructuras.