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¿UN PAÍS SEGURO?:
Especial de violencia en Cuba
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ASESINATOS

INTRODUCCIÓN

En Cuba, que hasta 2019 había reportado algunas de las menores tasas de crímenes violentos en el hemisferio occidental, las cosas están cambiando. No solo existe un incremento de la violencia, documentado a través del periodismo independiente e incluso los datos oficiales; sino que esta es cada vez más letal y más misógina. 

Mujeres que denunciaron a sus agresores mueren en sus manos, sin que la Policía les auxilie. La Policía, que arresta disidentes solo por gritar consignas, no ha atendido denuncias de violencia que más tarde resultaron en feminicidios y otros crímenes letales.

“Si me pasa algo, [que] todo el país sepa que fui a la fiscalía ciudadana, a la Policía, y que no han detenido al ciudadano. ¿En g [sic] país vivo que no importa la vida de una ciudadana cubana?”, escribió Nancy Peña, de 42 años, los dedos atropellándose de terror y rabia sobre el teclado. 

La había amenazado de muerte su expareja. Los dos residían en Holguín, al oriente de Cuba, la nación que en las cifras reportadas por el Estado tuvo hasta 2019 uno de los índices más bajos de criminalidad violenta en el hemisferio occidental, pero donde, desde entonces, las cosas han ido cambiando. 

 Nancy dio enter e hizo público su post. La denuncia formal por la amenaza que recibió la había presentado ante la Policía Nacional Revolucionaria (PNR), la instancia encargada de la seguridad de la población en Cuba.

“Con el triunfo de la Revolución se crean condiciones enteramente nuevas, se establece una identificación entre la Policía y el pueblo, una identificación entre la Policía y las masas, […] tanto en lo político como en lo social”, decía el gobernante cubano Miguel Díaz-Canel, citando a Fidel Castro, en enero de 2024. El  dictador celebraba el 65 aniversario de la corporación policiaca, recordando un discurso del fallecido.

Pero la tarde en que publicó ese post, a Nancy Peña la “identificación entre la Policía y el pueblo” le alcanzó para muy poco. Para nada, realmente. Su denuncia fue ignorada, y la persona que la había agredido siguió en libertad para perseguirla y cobrar venganza. 

Una constante amenaza de muerte acecha en su propia casa a las mujeres cubanas que viven en situación de violencia. La construcción y análisis de una base de datos de cerca de 400 crímenes violentos verificados que presentan hoy CubaNet, Cubalex y Data Crítica, revela que al menos en una tercera parte de los feminicidios verificados los agresores tenían antecedentes violentos, que en ocho de cada diez casos los asesinos eran parejas o exparejas de las mujeres y que mientras los hombres son asesinados en el espacio público, las mujeres lo son en sus propios hogares.

La tasa oficial de asesinatos intencionales de mujeres, calculada a partir de las estadísticas del Ministerio de Salud de Cuba, muestra que lo que en 2021 parecía una anomalía, una súbita crecida de asesinatos de mujeres, se consolidó a finales de 2023 ya como una tendencia. Arrinconado por organizaciones y periodistas independientes que documentan la violencia contra la mujer, el Estado cubano se ha visto por primera vez obligado a reconocer, entre eufemismos y a regañadientes, la creciente violencia en Cuba.

Una tendencia letal e inédita

El análisis de las cifras oficiales de asesinatos de mujeres revela que incluso antes de terminar el año, en octubre de 2023, se consolidaba una tendencia creciente de violencia letal contra la mujer en la isla.

En 2020 comenzó a ocurrir algo inédito en los registros oficiales de asesinatos de mujeres. 2021 fue un año atípico de incremento luego de años de aparente tendencia decreciente. No obstante, tras 2021, año de pandemia, crisis económica y protestas que acusan mala gestión gubernamental de la crisis, la isla no se ha recuperado, y los asesinatos de mujeres, respecto de 2020, siguen creciendo.

Como Nancy Peña, 16.000 niñas y mujeres de la Isla enfrentan violencia en su propia casa, declaró en una sesión del Partido Comunista de Cuba Teresa Amarelle Boué, secretaria general de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC), vinculada al régimen. El 60 por ciento de las mayores de 15 años, dijo, son mujeres negras. De manera contradictoria, la publicación del discurso de la funcionaria, que fue retirado de la página del Gobierno cubano en abril de 2024, pero que conservamos en un archivo para esta investigación, fue titulado “En Cuba, tolerancia a la violencia de género”.

Junto con este tipo de agresiones se incrementan otras en la Isla, catalizadas por una crisis económica sistémica que se acentuó con la disminución del turismo tras la pandemia (el producto interno bruto de la Isla cayó 11 por ciento entre 2019 y 2020), el recrudecimiento del embargo durante el gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, y en el marco de protestas masivas que, impulsadas por una gestión ineficiente de la crisis económica, exigieron un alto a la represión política al gobierno de Miguel Díaz-Canel. 

En el pasado, la Isla mantuvo en las cifras oficiales tasas de crímenes violentos que la mantuvieron como uno de los países menos peligrosos del hemisferio occidental. Cuba ostentaba una tasa de homicidios intencionales de mujeres similar a la de Belarús, Paraguay, Costa Rica, Moldavia o Ucrania. Pero esas cifras históricas, acusan defensoras cubanas de derechos humanos de las mujeres, se usan hoy para desestimar las crecientes exigencias de protección a la integridad de la población cubana.

A contracorriente del discurso del régimen cubano, esta investigación revela que la violencia en la Isla no solo es creciente, sino cada vez más letal y, cada vez, más misógina. La Policía Nacional Revolucionaria, como instrumento de persecución política eficaz, pero insuficiente en la protección de los pobladores de la Isla, está al centro de la creciente problemática.

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En sus casas y hombres cercanos:
así matan a las mujeres en Cuba
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Policía cubana: implacable con la disidencia,
indiferente al crimen violento

“Si tú sales con un cartel que diga ‘Patria y Vida’, ahí aparece la Policía inmediatamente; pero si hay una persona que está siendo asaltada, las calles están oscuras por el tema de los apagones, no hay seguridad… la Policía nunca llega”, dice la abogada Laritza Diversent Cámbara, directora de la organización defensora de derechos humanos Cubalex. 

La canción de hip-hop Patria y Vida se convirtió en el himno de las movilizaciones del 11 y 12 de julio de 2021, cuando miles de cubanos salieron a las calles de decenas de ciudades en la Isla, incluida Holguín, el pueblo de Nancy Peña, acusando una pobre gestión de la crisis económica y sanitaria durante la pandemia, escasez de alimentos y medicinas en la Isla, y la constante vigilancia y represión del régimen de Miguel Díaz-Canel. Más de 700 personas fueron procesadas por la PNR tras el “11J”, a pesar de marchar pacíficamente.

Maykel Castillo, conocido como “ Maykel Osorbo”, músico cubano y uno de los coautores de la canción, recibió dos premios Grammy Latino desde la prisión de máxima seguridad Cinco y Medio en Pinar del Río, donde cumple una condena de nueve años luego del lanzamiento de Patria y Vida. 

Originario del barrio marginalizado de Belén, en La Habana, y uno de los líderes del movimiento artístico disidente San Isidro, había logrado escapar a una detención arbitraria anterior, apoyado por los pobladores de su comunidad, que impidieron a la PNR esposarlo y le prestaron una bicicleta para que huyera. 

Cuando en abril de 2021 se le intentó arrestar por el delito de cantar una canción con el cubrebocas mal puesto (una canción cuya letra criticaba a Miguel Díaz-Canel), Osorbo no se sorprendió, era su detención número 120. ¿Los motivos de tantas? Cantar, denunciar en sus redes sociales que una mujer cubana había fallecido por COVID-19 en la calle, filmar un operativo policiaco y luego negarse a entregar su teléfono a la Policía, preguntar a agentes de la Seguridad del Estado apostados fuera de su casa por qué lo vigilaban… 

La penúltima vez, cuando el pueblo salió a defenderlo de la Policía, fue para el régimen demasiado, y no se lo perdonaron. El 18 de mayo de 2021 fue detenido por última vez y sentenciado a nueve años de prisión por “desacato”, entre otros cargos incompatibles con el derecho internacional y que organismos de derechos humanos consideran fabricados para hacer detenciones contra disidentes políticos. Entidades de Naciones Unidas y organismos internacionales como Amnistía Internacional consideran su detención arbitraria y su salud deteriorada por su encierro.

De la dedicación y recursos para detener a Osorbo 121 veces, una centésima parte hubiese bastado para detener al agresor de la adolescente cubana Leidy Bacallao. La edad más frecuente de los feminicidios, según nuestro análisis, es entre 30 y 45 años, pero también han sido asesinadas tres adolescentes, entre ellas Leidy, de 17.

Perseguida por su expareja, Elesván Hidalgo, un hombre 30 años mayor que ella y que fue identificado por el padre de la joven como informante del Ministerio del Interior, el órgano de persecución política del Estado, Leidy entró a la subestación de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) ubicada en Nuevitas, Camagüey.

Llegó agitada, con la esperanza de estar pisando la estación, pidiendo auxilio a los oficiales que estaban presentes. Ellos, de acuerdo con información provista por familiares de Leidy y probada en juicio, huyeron de la estación, dejando a la adolescente sola con Hidalgo, que la persiguió por toda la comisaría hasta que la asesinó allí mismo. 

“En Cuba, lo repito, no hay ni habrá pasividad ni impunidad frente a lo mal hecho. No hay descanso ante todo lo que pueda lacerar a la Revolución, que es lacerar a nuestro pueblo”, decía el gobernante Miguel Díaz-Canel en su celebración de la PNR.

Hidalgo fue capturado y enjuiciado más tarde, pero el padre de la joven señala que el atacante era amigo de los policías que permitieron el feminicidio y que ningún policía había sido juzgado por su complicidad omisa a la fecha de publicación de este reportaje.

La muerte acecha a las cubanas en casa

Las mujeres son asesinadas principalmente por parejas o exparejas. De acuerdo con declaraciones oficiales, más del 70 por ciento de los feminicidios son cometidos por parejas o exparejas de las víctimas.

Asediada por su expareja, la Policía tampoco ayudó a la cubana Yunisleive Fernández. El 19 de junio de 2023, ella  acudió bajo uno de los soles más inclementes del mes a la estación de policías cercana a su hogar, en Torriente, Matanzas. 

Llevaba el cuerpo adolorido y el ojo izquierdo muy hinchado por una de las patadas que recibió en la golpiza que le acababa de propinar su entonces pareja. 

Después de tomarle la declaración a Fernández, esa “identificación de intereses tanto en lo político como lo social” de la Policía con el pueblo cubano que presumió Díaz-Canel, alcanzó esa tarde de junio para dos cosas: la primera, archivar la denuncia de Yunisleive; la segunda, decirle que volviera a su casa, a la que tenía acceso su agresor.

El hombre, expareja de la joven, estaba prófugo de la justicia por un crimen en La Habana. Cuando ella lo denunció, el hombre recibió noticias de la denuncia, pero no fue detenido.

Entonces elevó la amenaza. Ahora incluía también la de asesinar al hijo de Yunisleive, de cuatro años de edad. Cuatro días más tarde, el 23 de junio de 2023, el agresor cumplió su palabra: le quitó la vida a Yunisleive Fernández frente al hijo y la madre de la joven. Luego, de acuerdo con testimonios de familiares, intentó matar también al niño, pero la abuela de este empujó al agresor, quien se levantó y huyó, impune.

El feminicidio de Yunisleive era el número 47 del año, de acuerdo con los registros de organizaciones civiles y periodistas independientes del gobierno. Al finalizar 2023, autoridades cubanas reconocieron que se perpetraron al menos 117 feminicidios solo entre enero y octubre de 2023. De acuerdo con cifras oficiales, al menos 70 infantes quedaron huérfanos por el asesinato de sus madres en esos meses de 2023.

“Si me pasa algo, [que] todo el país sepa…”, había escrito Nancy Peña después de denunciar amenazas en su contra. Cuatro días más tarde, Nancy conversaba con Charly García, su vecino.

El hijo de Nancy, que la había defendido varias veces frente a su expareja, denunciada también varias veces, había salido un momento de la casa. El agresor entró a la vivienda, acuchilló a García y luego a ella. Sus familiares declararon que la asesinó porque no quería estar con él, como si fuera su pertenencia. 

De Occidente, la región del país donde más feminicidios se verificaron (37), hasta el extremo oriental (33), pasando por la región central (19), los feminicidios ocurren en ámbitos rurales y urbanos y comparten patrones de violencia anterior.

De Nancy, Yunisleive, Leidy… y de una docena más víctimas de feminicidio se tiene verificación de que fueron violentadas mucho antes por sus exparejas: Dalia Pardo, Vanelis Macola, Darisleni Fuentes, Rosa Amelia Sotolongo, Ana Ivis Llanes Fernández, Daniela Thalia Tasse Arias, Dayris Fuentes, Milsa, Samira Lescar, Rosmery Ponce, Dayamí Hechavarría Rodríguez, Cristina Ramírez Milián, Kamila Melit Alonso Ocampo, Yesica García Duany, Sarahí López Pérez, Melani García Lorenzo. La cifra real de mujeres que habían denunciado previamente podría ser mucho mayor, aunque es hasta el momento imposible determinarlo, debido a la opacidad del régimen cubano, que no entrega información específica.

En 2023, 89 feminicidios fueron documentados por las organizaciones feministas independientes Observatorio de Género Alas Tensas (OGAT) y YoSíTeCreo en Cuba. OGAT constató que en 12 casos había denuncia previa por violencia. A pesar de que las mujeres informaron que temían por sus vidas, las órdenes de alejamiento quedaron solo en papeles, ninguna institución intervino de manera efectiva para protegerlas.

Esa violencia no resultó en ninguna detención que impidiera sus feminicidios. A la par de esta completa inacción, el régimen cubano despliega de manera implacable a la Policía en detenciones masivas de personas que protestan en las calles. 

Luego de las movilizaciones del 11 de julio de 2021, 700 personas, siete veces más que los alrededor de 100 feminicidas registrados oficialmente, fueron procesadas por el régimen cubano.

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La violencia general crece en medio de la crisis cubana,
el régimen ofrece explicaciones absurdas

Maykel González Medina, Lianet Lucía Medina y su niño de ocho años vivían en la finca El Resplandor, en La Bellotex, Matanzas. El 17 de mayo de 2023 fueron asesinados por un vecino y “amigo” de la familia, un exmilitar que les quitó la vida para robarles. 

Además de los femicidios, otras formas de violencia letal, motivadas principalmente por el robo, crecen en denuncias de redes sociales, medios y organizaciones independientes en la Isla; y la tasa oficial de homicidios de varones muestra el mismo patrón creciente que los asesinatos de mujeres. La investigación que presentan hoy CubaNet, Cubalex y Data Crítica revela que casi la mitad (47%) de alrededor de 400 crímenes violentos registrados de manera independiente en 2023 fueron asesinatos. La violencia en Cuba no solo existe, sino que prevalece la que es letal. 

Juventudes en mayor riesgo

Los hechos de violencia que analizamos abarcan las 15 provincias del país, en zonas rurales, urbanas; en espacios públicos, viviendas y en instituciones estatales.

En los últimos tiempos, acusa la población, los cubanos caminan mirando por encima del hombro, dudando a la hora de sacar el celular en la calle y evitando salir en motos después que oscurece. En esta Isla, donde por tantas décadas se presumió de seguridad ciudadana, la gente subsiste sin bienes básicos y con miedo, señalan. Familias asesinadas por una posesión, mujeres asesinadas en sus casas (o hasta en estaciones de policías) por exparejas son denuncias cada vez más frecuentes en redes sociales.

“Te matan por quitarte un anillo, por un teléfono. No son solo los robos, están matando más”, dice una mujer cubana residente en Diez de Octubre, La Habana, en respuesta a si se sentía segura.

Datos oficiales del Ministerio de Salud e información, declarada por autoridades en medios oficiales, confirman el diagnóstico que hace la población: un análisis de discursos y publicaciones oficiales realizado por esta investigación revela que el número de crímenes violentos es aún mayor que el registrado por organizaciones independientes.

Desde órganos de propaganda gubernamental como el diario Granma, el régimen cubano ha respondido a las críticas, pero sin lograr refutarlas y ofreciendo indirectamente luces sobre el tema. 

“Las calumnias y el intento de sembrar la desconfianza en las fuerzas del orden se estrellan a cada minuto con cada acción heroica o altruista que día y noche que protagonizan los miembros de la Policía Nacional Revolucionaria y demás combatientes”, subtituló Granma una publicación en respuesta al creciente registro independiente de delitos.

Pero en el mismo texto, el régimen indica que solo en la primera mitad de 2023 se registraron 11.500 acciones en contra del delito, es decir que hubo al menos 11.500 delitos, y que “solo” el 8,5 por ciento había sido violento: en la primera mitad del año hubo al menos alrededor de 1.000 (977) crímenes violentos registrados por el Estado. El análisis hecho a las cifras de asesinatos intencionales publicadas hasta 2022 por el Ministerio de Salud también confirma una tendencia creciente de los asesinatos de varones.

Los homicidios de varones en Cuba también van al alza

En 2022, última cifra de asesinatos disponible para varones, hubo un decremento relativo a 2021, pero un aumento considerable respecto de 2020. Los datos de 2023 no son públicos aún.

“En el primer semestre de 2023 crecieron las cifras de asaltos, robos con fuerza, alteraciones del orden público, hurtos, agresiones y amenazas, al igual que los delitos asociados al sacrificio de ganado mayor y equinos”, según un dictamen oficial citado por la revista estatal Bohemia.

De los 187 asesinatos que verificamos a partir de denuncias ciudadanas de todo el país, 27 estuvieron relacionados con robos. El crimen cometido contra la familia matancera no fue un caso aislado, ni se circunscribe a un espacio específico.  

Las víctimas de la violencia en Cuba son mujeres, hombres, niñas, niños, personas no binarias y de diferentes grupos etarios y racializados, esparcidos en diferentes puntos del país. En total registramos 325 víctimas de violencia en diferentes grados, cifra que constituye un subregistro y que es en realidad mucho mayor.

Pero las autoridades, a pesar de verse forzadas a revelar que es indiscutible el aumento de la violencia respecto a años anteriores, intentan controlar la opinión pública con explicaciones de singular creatividad.

En los últimos meses, funcionarios del Gobierno y la prensa oficial insistieron en representar que la violencia en Cuba es un problema de “percepción” y de campañas de “enemigos de la Revolución”.

“Tenemos nuevos desafíos en el enfrentamiento y la prevención del delito como resultado de la transculturación que las redes sociales han permitido para que los delincuentes adquieran nuevos modos de operar”, explicó en un programa televisivo Hugo Morales Karell, coronel director de brigadas de la PNR, culpando al medio en que se denuncia la violencia de la propia violencia.

“La madre está casi paranoica y es comprensible, se pasa casi todo el tiempo sola. Su hermana le dice a la casa la cárcel de Sing Sing. Autoencerrarse ha sido su estrategia para sentirse segura en medio de los continuos comentarios e informaciones que le llegan”, describe la revista Bohemia, afiliada al Gobierno, argumentando que la población cubana “percibe” un aumento motivada por los “medios no oficiales”, es decir, el periodismo independiente. 

Pero esa misma publicación tiene que reconocer y citar las cifras que dio la autoridad recientemente sobre el aumento de la violencia. El paradójico panorama que pinta el texto es que el pueblo cubano “percibe” el aumento de la violencia, pero esta “percepción” es verdad. Es como una especie de alucinación colectiva que coincide perfectamente con la realidad.

Al comparar los datos de este subregistro de crímenes machistas con los recopilados para esta investigación y que afectaron al género masculino se encontró que en seis de cada diez denuncias cuya víctima fue femenina, el delito correspondió a un asesinato, mientras que en el caso de los hombres, uno de cada cuatro.

Del total de crímenes cometidos en contra de hombres cuatro de cada diez fueron robos, mientras que en el caso de las mujeres, uno de cada diez. En el caso de las agresiones, son más prevalentes en contra de víctimas masculinas (24,89%) que contra víctimas femeninas (20,38%).

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Para que perdure su memoria y no se desvanezca en cifras, presentamos perfiles breves con los datos conocidos de ellas y sus rostros.

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¿Cómo lo hicimos?

Para este especial construimos una base de datos donde registramos 393 hechos delictivos (feminicidios, agresiones, robos, violaciones sexuales y asesinatos) ocurridos en 2023 en Cuba. Como fuente de información principal accedimos a los registros del equipo de monitoreo de Cubalex. 

Los datos recopilados no pueden ser considerados como definitivos, pues representan apenas un subregistro, donde solo incluimos los hechos denunciados en redes, medios de prensa y que llegan a través de denuncias directas y que pudimos verificarlos con una segunda fuente o con víctimas de los mismos. Decidimos no incorporar a la base las publicaciones en Facebook proveniente de perfiles oficialistas, dedicados a promover  la imagen de la policía, cuando estas denuncias no podían ser confirmadas de modo independiente.

Para analizar la data de  los feminicidios nos basamos en las tipificaciones y registros que hacen organizaciones independientes como el Observatorio de Violencia de Género Alas Tensas (OGAT) y YoSíTeCreo en Cuba. Complementamos la información que teníamos sobre violencia y feminicidios con sus datos sobre cómo ocurrieron esas muertes: tipo de arma empleada, espacio donde ocurrió y relación con la víctima. Además, realizamos entrevistas a familiares de algunas víctimas para contar sus historias.

Esta investigación no pudo analizar data oficial por la opacidad del régimen en el manejo de este tipo de información, e inexistencia de un mecanismo de transparencia que nos permita acceder a cifras oficiales. Sin embargo, revisamos otras fuentes que presentan datos dispersos sobre violencia en Cuba, como  los Anuarios Estadísticos del Ministerio de Salud, el sitio web global  Homicide Monitor y el de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Crimen (UNODC).

Utilizamos también los escasos reportes que aparecen en la prensa oficialista, la información desactualizada que tiene el sitio de la Federación de Mujeres Cubana, Observatorio de Cuba sobre igualdad de género, los discursos que sobre criminalidad y violencia han ofrecido funcionarios públicos sobre criminalidad y violencia, y los programas especiales de la televisión

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