Ramón Fonst: la espada de Cuba en los Juegos Olímpicos

El 14 de junio del año 1900, durante las Olimpíadas de Verano organizadas en París, el esgrimista cubano Ramón Fonst, con solo 17 años, conquistó medallas de oro y plata en la modalidad de espada
Ramón Fonst
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MIAMI, Estados Unidos. — El 14 de junio del año 1900, durante las Olimpíadas de Verano organizadas en París, el esgrimista cubano Ramón Fonst, con solo 17 años, conquistó medallas de oro y plata en la modalidad de espada. En la disputa por el máximo lauro, con el jurado en contra y evidentemente hostil según reseñas de la época, venció al francés Louis Perreé, convirtiéndose así en el primer campeón olímpico de América Latina.

Durante el mencionado evento deportivo, el cubano obtuvo la presea dorada en la competencia de espada individual, y dos de plata en los apartados profesional y amateur.

Fonst superaría la hazaña cuatro años después, en la cita olímpica celebrada en la ciudad de San Luis, Estados Unidos. En esa ocasión, confirmó su supremacía al ganar tres medallas de oro: espada individual, florete individual y florete por equipos.

Su calidad como atleta quedó recogida en los diarios de la época, sobre todo tras la victoria ante el experimentado estadounidense Albertson Van Zo Post, a quien venció en el duelo individual de espada con un limpio touché en medio del pecho.

Nacido en La Habana, Fonst pasó gran parte de su niñez y adolescencia en Francia, donde recibió lecciones de esgrima a la vez que practicaba otros deportes por pura afición. Alto, zurdo, de brazos largos y complexión atlética, poseía un talento natural que, unido a su afán competitivo, lo llevó a ganar en un solo año 64 medallas en torneos juveniles de esgrima, tiro con pistola y revólver, boxeo francés y ciclismo.

Con solo once años se convirtió en el campeón de florete de Francia. Tras su paso arrasador por las Olimpiadas, en 1915 fue invitado a participar en la Exposición Mundial de Esgrima, celebrada en la ciudad estadounidense de San Francisco, California. Allí ganó los títulos en las tres armas —sable, florete y espada—, con triunfos tan contundentes que los diarios locales llegaron a calificarlo como “fuera de clase” al verlo superar a más de cien adversarios en el certamen.

En 1924, nuevamente en París y a la edad de 41 años, volvió a competir en los escenarios olímpicos y avanzó hasta cuartos de finales. Dos años después, en la primera edición de los Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Ciudad México, ganó las tres pruebas individuales. Volvió a dominar en la segunda entrega del certamen y se alejó de los grandes circuitos competitivos, aunque nunca abandonó los entrenamientos ni los eventos de exhibición de esgrima.

En 1938, con 55 años, regresó a los Juegos Centroamericanos y del Caribe, donde obtuvo su sexta medalla de oro.

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