por Lázaro González Valdés, Cuba Verdad
LA HABANA, septiembre - Por una parte, fuentes de la disidencia dicen que el
gobierno del doctor Fidel Castro ha aumentado las cárceles hasta una
cifra superior a las 300, que la población penal sobrepasa los 100 mil
individuos, de los cuales más de 800 cumplen sanciones de índole
política y añaden que los reclusos están sometidos por un régimen
penitenciario caracterizado por los tratos inhumanos y la carestía.
Por otra parte, el gobierno de Castro guarda silencio en cuanto al número
de prisiones y de encarcelados en la isla, desconoce la existencia de los presos
políticos y niega enfáticamente que se maltrate a los reclusos o
que éstos carezcan de lo necesario para vivir con dignidad en las cárceles
del país.
Contradictoriamente, las autoridades cubanas no permiten que observadores
imparciales tengan acceso a los penales, y en este sentido el gobierno ha
rechazado la solicitud de grupos internacionales cuyo propósito es enviar
comisionados a Cuba para cooperar en cuanto a la aplicación de las normas
mínimas de las Naciones Unidas para el tratamiento de los presos.
Sin embargo, la correspondencia del propio doctor Castro -en la época
en que estuvo confinado a causa del asalto al Cuartel Moncada- pone de
manifiesto la diferencia que hay entre el régimen carcelario de la
dictadura de Fulgencio Batista y el que sostiene actualmente el gobierno de los
comunistas.
Desde el reclusorio nacional de Isla de Pinos el 4 de abril de 1954 Fidel
Castro escribió una carta en la que puede leerse: "Ya tengo sol
varias horas todas las tardes y los martes, jueves y domingo también por
la mañana. Un patio grande y solitario, cerrado por completo con una
galería. Paso allí horas muy agradables..." Y continúa
diciendo Castro en el escrito: "Arreglé mi celda el viernes. Baldeé
el piso de granito con agua y jabón primero, polvo de mármol después,
luego con Lavasol y por último agua con creolina. Arreglé mis
cosas y reina aquí el más absoluto orden. Las habitaciones del
Hotel Nacional no están tan limpias..."
En esa misiva, redactada por el prisionero Castro luego que leyó "El
estado y la revolución" de Lenin, más adelante se lee: "...Me
voy a cenar; espaguetis con calamares, bombones italianos de postre, café
acabadito de colar y después un H Hupman 4. ¿No me envidia?..."
Y agrega: "Cuando cojo sol por la mañana en shorts y siento el agua
de mar, me parece que estoy en una playa, luego un pequeño restaurante
aquí. ¡Me van a hacer creer que estoy de vacaciones! ¿Que diría
Carlos Marx de semejante revolucionario?"
El preso 3859 Fidel Castro durante su confinamiento recibe regularmente la
prensa. Tal afirmación queda probada en una carta, de fecha 18 de junio
de 1954, en la que expresa: "Aquí me paso el día leyendo y
dominándome. Por cierto que me siento mejor cuando no leo los periódicos;
la politiquería y su misión que veo por doquier me produce accesos
de rabia".
En julio de ese mismo año la revista Bohemia publicó una
entrevista y varias fotografías que el periodista Raúl Martín
Sánchez le hizo a Castro en el Reclusorio Nacional. Ese reportero no fue
objeto de ninguna censura por parte de las autoridades penales y el confinado
pudo expresarse libremente.
Al mes siguiente, en agosto, Castro escribe en otra misiva: "Comunicaron
mi celda (que tú viste en Bohemia) con otro departamento cuatro veces
mayor y un patio grande, abierto desde las 7 de la mañana hasta las 9:30
de la noche. La limpieza corresponde al personal de la prisión, dormimos
con la luz apagada, no tenemos recuentos ni formaciones en todo el día,
nos levantamos a cualquier hora; mejoras éstas que yo no pedí,
desde luego". Y continúa el preso 3859 narrando: "Agua
abundante, luz eléctrica, comida, ropa limpia... visitas dos meses al
mes. Reina ahora la más completa paz".
En una carta con fecha 29 de octubre del 1954, Fidel Castro le cuenta a su
hermana Lidia: "Anoche me quedé hasta la 1:30 de la madrugada oyendo
por Cadena Oriental el último mitin político de la campaña
de Oriente...", lo que indica que en su celda Castro tenía un equipo
de radio a su disposición.
La revista Bohemia, el 25 de marzo de 1955 le publicó a Castro un
escrito que en una de sus partes dice: "¡Cuán extraña
conducta ha seguido el régimen con nosotros! En público nos llaman
asesinos, en privado nos califican de caballeros. En público nos combaten
con encono, en privado vienen a conocernos. Un día -continúa
Castro- es un coronel del ejército, con su plana mayor, me obsequia un
tabaco, me ofrece un libro, todos muy corteses. Otro día -agrega después-
se aparecen tres ministros, risueños, amables, respetuosos. Uno de ellos
expresa: 'No te preocupes, esto pasa, yo puse muchas bombas y le estuve
preparando a Machado una atentado en el Country Club. Yo también fui
preso político".
Pero en esa misma publicación, el doctor Castro se queja: "...ni
siquiera pediremos que nos mejoren el sistema de prisión por donde el régimen
ha demostrado todo su odio y su saña hacia nosotros".
Sin embargo, apenas dos meses después, el gobierno del dictador
Batista amnistió a todos los asaltantes del Moncada.
Hoy por hoy, si los presos tuvieran las condiciones materiales y el régimen
penitenciario que existía en la dictadura pasada, seguramente que la vida
en las cárceles de Cuba sería para ellos como un sueño muy
agradable, porque hasta ahora sólo en la fantasía es que puede
suceder que, en celdas limpias y separados de los delincuentes comunes, haya
prisioneros políticos escuchando la radio, leyendo lo que quieran,
recibiendo dos visitas al mes, publicando sus opiniones por los medios de difusión
y contestando las preguntas de los reporteros de la prensa.
Semejantes beneficios desde 1959 son inalcanzables para los recluidos en las
cárceles de Cuba. Este redactor así lo afirma, porque él
también fue un prisionero político.
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