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A la visita del Papa Juan Pablo II
Juan Clark, Ph.D.
¿Qué
encontrará el Papa Juan Pablo II a su visita a Cuba? Es conocido que la
religión ha sido víctima de la política antirreligiosa del
gobierno de Castro. Pero, ¿en qué ha consistido dicha política
y cuál es la situación actual de la misma? ¿Qué puede
esperarse de la visita de Su Santidad y de su encuentro con el pueblo cubano? Más
de dos décadas de estudio sociológico de esa realidad nos permiten
asomarnos a ella. Hagamos un breve recuento histórico.
Más que persecución en el sentido clásico, la religión
ha sido reprimida de forma sistemática, directa e indirectamente. Por ser
la mayor, la fe católica ha sido particularmente afectada, pero también
lo han sido todas las organizaciones religiosas, en especial los Testigos de
Jehová, cuyos templos fueron cerrados.
En 1960, después de un apoyo inicial, vino un valiente enfrentamiento
de la Iglesia con Castro, alertando al pueblo de los males que se avecinaban
ante la comunización acelerada del país. La vigorosa carta
pastoral de agosto aceleró la acción antirreligiosa. Muchas fueron
las señales de las verdaderas intenciones dictatoriales con disfraz
populista de Castro. Allí estaban, desde 1959, las ejecuciones y los
juicios arbitrarios. Estuvo también el taimado control de los sindicatos,
organizaciones estudiantiles y profesionales. Finalmente, fue patente la
creciente ubicación de comunistas en el gobierno y las fuerzas armadas,
la confiscación progresiva de la propiedad privada y la eliminación
de la prensa libre.
Muchos creyentes, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia, decidieron
actuar ante la traición que se perpetraba, luchando justa y debidamente
por el cumplimiento de las promesas de democracia hechas desde la Sierra. Por
ello, muchos enfrentaron el fusilamiento gritando ¡Viva Cristo Rey!, o
sufrieron muchos años de presidio.
Castro lanza una campaña contra los obispos y trata de crear una
iglesia nacional. En 1960 comienzan los "actos de repudio" en las
iglesias. El proceso de Bahía de Cochinos promueve la represión
directa abierta, con arrestos masivos de sacerdotes y la profanación de
templos. Se confiscó en mayo de 1961 el vasto sistema educacional privado
(incluso, muchos seminarios) importante cantera humana para la religión.
En septiembre, la tradicional procesión del día de la Caridad en
La Habana, es fuertemente reprimida y dejó un muerto proveniente de las
filas católicas. Increíblemente el gobierno lo asume como mártir
suyo. Este incidente genera la mayor expulsión formal, 131 clérigos,
incluyendo al destacado obispo, Mons. Eduardo Boza Masvidal. Salieron en el
vapor español Covadonga. Allí iba también el jesuita Padre
Goberna, del Colegio de Belén, insigne estudioso de los huracanes.
Así comenzó la represión directa. Muchos sacerdotes y
religiosos fueron conminados a exiliarse, ya fuera por coacción,
intimidación, o por no poder realizar su función educativa. Cuatro
sacerdotes sufren prisión por ser capellanes de las guerrillas
anticastristas. Para golpear más a la Iglesia, un joven y dinámico
franciscano cubano, Miguel Loredo, es maquiavélicamente involucrado en
1966 en el proceso contra un frustrado asaltante aéreo, y es condenado de
forma injusta, por encubrimiento, a 15 años de prisión, los mismos
que Castro recibió por dirigir el asalto al Cuartel Moncada. De éstos
cumpliría 10 años... Aquí se aprovecha para confiscar la única
imprenta de la Iglesia, junto con el convento de San Francisco. Muchos ministros
evangélicos fueron encarcelados durante este tiempo. Debe subrayarse que
estas acciones antirreligiosas se han procurado que aparecieran enmascaradas
como delito común, como en el caso de Loredo.
En ese contexto se produce el envío a las UMAP de ministros y
seminaristas (católicos y evangélicos) así como laicos
comprometidos, junto homosexuales y otros denominados "escorias sociales".
En esos campos de concentración estuvieron el actual cardenal Ortega y el
actual obispo Petit. Los Testigos de Jehová fueron particularmente
maltratados en las UMAP, terminadas en 1968. El objetivo era crear el terror
entre los fieles.
Ya desde los años 60 comenzaría la represión indirecta,
de forma sutil, menos visible, pero muy efectiva. Esta operaría
principalmente a través de la educación y de la economía.
En la primera fue proverbial el hostigamiento a los niños "religiosos"
con preguntas ridiculizantes ante sus compañeros. En el Expediente
Acumulativo del Escolar quedaba consignada la filiación religiosa y la "integración
ideológica" del estudiante y de su familia. Esta filiación
constituía una "mancha" en el expediente, que lo invalidaría
para estudiar carreras con particular relevancia social. Comenzaba así la
discriminación religiosa de la política de Castro de "hacer
apóstatas y no mártires", para ahogar poco a poco la religión.
De igual forma se utilizaría también el monopolio económico,
casi total, para discriminar a los fieles en el trabajo. Para ellos estaría
vedado el ascenso a puestos directivos. El "ser religioso" constituía
también una "mancha" en el Expediente Laboral, con
repercusiones serias en los niveles de vida, pues a través del trabajo se
distribuían importantes bienes de consumo y la "integración"
jugaba un papel en esto. Aquí, como en la educación, el creyente
tenía que estar dispuesto a ser mártir en vida si deseaba
practicar públicamente su fe. Esto ha constituido verdaderamente un
apartheid ideológico-religioso.
En especial, los ministros religiosos han sido reprimidos. Se ha usado
contra ellos la infiltración, para espiarlos constantemente, así
como el rumor y las cartas difamatorias. Las llamadas telefónicas
hostigantes y el chantaje, principalmente sexual, se han usado para
desajustarlos psicológicamente y hacer que abandonen el país. En
el caso de ministros extranjeros se ha recurrido a la expulsión abierta o
solapada, no renovándoles la visa de estancia como ocurrió recién
con Sor Ligia Palacio, la hermana colombiana que se atrevió a escribir "demasiado
duro" sobre derechos humanos en la modesta pero notable revista Vitral, de
la Diócesis de Pinar del Río. Otros extranjeros han sufrido igual
suerte.
Tras su excarcelación en 1976, el P. Loredo continuó siendo
una irritación para el gobierno. Fueron hostigados él y sus
feligreses; llegó a sufrir un misterioso accidente en la calle que por
poco le cuesta la vida. Se presiona a la Iglesia para lograr su salida "voluntaria"
en 1984. Un caso parecido ocurrió con el P. José Conrado Rodríguez,
quien se atrevió en 1995 a dirigir una fuerte carta pública de crítica
a Fidel Castro, y "salió para realizar estudios" en 1996. Por
otra parte, el régimen ha usado el absoluto control en la entrada de
ministros extranjeros, así como con el control en la entrada de todo tipo
de materiales, vehículos y equipos para las iglesias como una forma sutil
de represión.
Los sacerdotes han sido blanco también de fuertes ataques en las
producciones de cine y televisión. Las clases de catecismo en las
iglesias han sido hostigadas de muchas maneras, pero principalmente con los
llamados "planes de la calle," encaminados a robar la atención
de los niños, siendo sus padres también intimidados por este
motivo. En forma similar se ha saboteado el culto en fechas religiosas señaladas
como la Semana Santa (movible), con la que se ha hecho siempre coincidir la "Jornada
de (la victoria de) Girón" (en abril) con actividades que restan
asistencia a esos cultos. En aras a la fracasada Zafra de los 10 Millones, desde
1969 al cubano se le quitó la Navidad como día feriado
--restaurada exclusivamente en 1997 en honor al Papaalgo excepcional en el
mundo occidental, y sin precedentes aún en el antiguo mundo comunista de
la Europa del Este.
Los evangélicos han sido particularmente reprimidos al ser
considerados como asociaciones y no como religión, siendo de esta forma
fiscalizados más intensamente.
A la religión se le ha negado el acceso a los medios de comunicación
masivos desde 1960. Pero es significativo que el gobierno, que los controla
todos, haya promovido de modo sutil a través de los mismos la santería,
que carece de un fuerte código moral. Este sincretismo entre las
creencias afro y el catolicismo se presenta como la religión mayoritaria
de Cuba, en un claro esfuerzo por socavar las denominaciones cristianas
tradicionales.
Desde finales de los 80 y con la publicación del libro Fidel Castro y
la Religión ha habido un relajamiento en la represión debido a
conveniencias tácticas. Disminuyeron la discriminación educacional
y la ocupacional, pero siguen en pie los expedientes antes mencionados. La
totalitaria Espada de Damocles puede caer sobre cualquier cabeza o esfuerzo
religioso considerado potencialmente "peligroso" o "molesto".
De modo paralelo, acentuado tras el desplome de la URSS, ha habido un
notable acrecentamiento de la militancia religiosa, en especial entre la
juventud. Castro, con aparente condescendencia, accedió a que los
creyentes pudieran militar en el Partido, pero parece estar ocurriendo lo
contrario... Muchos buscan llenar el vacío espiritual y vivir otra
realidad, la solidaridad humana que vislumbran en las comunidades religiosas. En
ellas se respiran una genuina fraternidad y deseo de servir al prójimo.
Es digna de mención la labor de Caritas, que con ayuda internacional,
y pagando en dólares, ha tratado de mitigar la creciente penuria. Ha
donado gran cantidad de medicinas a centros oficiales. Sin embargo, nos reportan
cómo el gobierno ha tratado de sabotear esta labor humanitaria, en
particular con los ancianos. Caritas ha comprado, al por mayor, en las tiendas
de dólares (las "Shopping") grandes cantidades de leche en
polvo y otros alimentos para distribuirlos de modo gratuito a ese sector más
afectado por la escasez, y la gigantesca inflación que significa tener
que comprar productos de primera necesidad en esa moneda (una botella de aceite
cuesta en esas tiendas el equivalente de medio mes del salario promedio). Pero
al constatar el efecto positivo de tal programa ha saboteado dicho esfuerzo
haciendo que Caritas compre al detalle, para hacerlo prohibitivo.
El renacer religioso ha tenido un gran obstáculo, la falta de
templos. No se ha permitido la construcción de iglesias desde 1959 y a
muchas, en especial en el interior, se les ha caído el techo por la falta
de reparación debido al férreo control de los materiales. El número
de sacerdotes es aproximadamente igual al de 1961 tras las expulsiones masivas.
El pueblo ha recurrido al culto en las casas con gran éxito,
especialmente en el interior del país. Estas han sido hostigadas de múltiples
maneras y muchas han sido cerradas y hasta ha costado prisión al popular
pastor pentecostal Orson Vila.
Centros que atraen pueblo son hostigados y eliminados, como lo fue
recientemente el Instituto Bíblico Pentecostal de Cifuentes, que atraía
a gran cantidad de jóvenes de todo el país en sus programas de
jornadas juveniles. Destacados líderes laicos son hostigados, como el
destacado líder católico y agrónomo Dagoberto Valdés,
director de la revista Vitral, castigado profesionalmente y atacado en su vida
familiar. Sin duda, la distinción entre libertad de culto (cuestionable
en Cuba) y libertad de religión (seriamente restringida aquí
debido a los múltiples controles), es muy válida en la Cuba que
visitará Juan Pablo.
Nos llega información del aparente intento de sabotear la visita
papal por el gobierno, a pesar de la imagen de complacencia que éste
proyecta. La prensa internacional se ha hecho eco de esto, evidenciado en los
obstáculos para la cobertura televisiva, la facilitación de los
medios de transporte y la intimidación a los que asisten a las misas al
aire libre. Aparentemente el gobierno está tratando de minimizar el
impacto positivo en el pueblo. Podemos anticipar que la visita será
obstaculizada de diversas formas. Pero hay gran expectativa popular. Creo que
el Papa pudiera hacer mucho por los derechos humanos de ese sufrido puebloque
otrora idolatró a un "lobo con piel de ovejay la promoción
de una verdadera sociedad civil. Pero se debe estar alerta ante expectativas
demasiado elevadas sobre esta visita en vista de la refinada represión
imperante. Sin dudas el Papa no podrá encontrar en Cuba un movimiento
como Solidaridad.
De cualquier forma, vale la pena recordar a Su Santidad que Jaruzelski fue
un aprendiz frente a Castro en experiencia represiva. La represión
religiosa ha sido mucho más fuerte y taimada en Cuba que en su querida
Polonia. Por otra parte, los cubanos carecen de la tradición de
militancia religiosa de los polacos, pero su visita pudiera contribuir
grandemente a la misma, dándole una gran inyección de fe,
esperanza y valor... Y, si bien es cierto que los cubanos no enfrentan hoy la
represión religiosa de los años 60, la misma, como nos dijera una
persona de la Isla, muy conocedora de esta realidad, sigue siendo "puño
de acero con guantes de seda".
El Dr. Juan Clark es profesor de sociología del Miami-Dade
Community College. Es autor de varios libros sobre la realidad cubana. El más
importante Cuba: Mito y Realidad se halla en su segunda edición. El
presente artículo se basa en su último libro: Religious Repression
in Cuba. |