Enero 22, 1998

LA REPRESION RELIGIOSA EN CUBA


A la visita del Papa Juan Pablo II

Juan Clark, Ph.D.

¿Qué encontrará el Papa Juan Pablo II a su visita a Cuba? Es conocido que la religión ha sido víctima de la política antirreligiosa del gobierno de Castro. Pero, ¿en qué ha consistido dicha política y cuál es la situación actual de la misma? ¿Qué puede esperarse de la visita de Su Santidad y de su encuentro con el pueblo cubano? Más de dos décadas de estudio sociológico de esa realidad nos permiten asomarnos a ella. Hagamos un breve recuento histórico.

Más que persecución en el sentido clásico, la religión ha sido reprimida de forma sistemática, directa e indirectamente. Por ser la mayor, la fe católica ha sido particularmente afectada, pero también lo han sido todas las organizaciones religiosas, en especial los Testigos de Jehová, cuyos templos fueron cerrados.

En 1960, después de un apoyo inicial, vino un valiente enfrentamiento de la Iglesia con Castro, alertando al pueblo de los males que se avecinaban ante la comunización acelerada del país. La vigorosa carta pastoral de agosto aceleró la acción antirreligiosa. Muchas fueron las señales de las verdaderas intenciones dictatoriales con disfraz populista de Castro. Allí estaban, desde 1959, las ejecuciones y los juicios arbitrarios. Estuvo también el taimado control de los sindicatos, organizaciones estudiantiles y profesionales. Finalmente, fue patente la creciente ubicación de comunistas en el gobierno y las fuerzas armadas, la confiscación progresiva de la propiedad privada y la eliminación de la prensa libre.

Muchos creyentes, siguiendo las enseñanzas de la Iglesia, decidieron actuar ante la traición que se perpetraba, luchando justa y debidamente por el cumplimiento de las promesas de democracia hechas desde la Sierra. Por ello, muchos enfrentaron el fusilamiento gritando ¡Viva Cristo Rey!, o sufrieron muchos años de presidio.

Castro lanza una campaña contra los obispos y trata de crear una iglesia nacional. En 1960 comienzan los "actos de repudio" en las iglesias. El proceso de Bahía de Cochinos promueve la represión directa abierta, con arrestos masivos de sacerdotes y la profanación de templos. Se confiscó en mayo de 1961 el vasto sistema educacional privado (incluso, muchos seminarios) importante cantera humana para la religión. En septiembre, la tradicional procesión del día de la Caridad en La Habana, es fuertemente reprimida y dejó un muerto proveniente de las filas católicas. Increíblemente el gobierno lo asume como mártir suyo. Este incidente genera la mayor expulsión formal, 131 clérigos, incluyendo al destacado obispo, Mons. Eduardo Boza Masvidal. Salieron en el vapor español Covadonga. Allí iba también el jesuita Padre Goberna, del Colegio de Belén, insigne estudioso de los huracanes.

Así comenzó la represión directa. Muchos sacerdotes y religiosos fueron conminados a exiliarse, ya fuera por coacción, intimidación, o por no poder realizar su función educativa. Cuatro sacerdotes sufren prisión por ser capellanes de las guerrillas anticastristas. Para golpear más a la Iglesia, un joven y dinámico franciscano cubano, Miguel Loredo, es maquiavélicamente involucrado en 1966 en el proceso contra un frustrado asaltante aéreo, y es condenado de forma injusta, por encubrimiento, a 15 años de prisión, los mismos que Castro recibió por dirigir el asalto al Cuartel Moncada. De éstos cumpliría 10 años... Aquí se aprovecha para confiscar la única imprenta de la Iglesia, junto con el convento de San Francisco. Muchos ministros evangélicos fueron encarcelados durante este tiempo. Debe subrayarse que estas acciones antirreligiosas se han procurado que aparecieran enmascaradas como delito común, como en el caso de Loredo.

En ese contexto se produce el envío a las UMAP de ministros y seminaristas (católicos y evangélicos) así como laicos comprometidos, junto homosexuales y otros denominados "escorias sociales". En esos campos de concentración estuvieron el actual cardenal Ortega y el actual obispo Petit. Los Testigos de Jehová fueron particularmente maltratados en las UMAP, terminadas en 1968. El objetivo era crear el terror entre los fieles.

Ya desde los años 60 comenzaría la represión indirecta, de forma sutil, menos visible, pero muy efectiva. Esta operaría principalmente a través de la educación y de la economía. En la primera fue proverbial el hostigamiento a los niños "religiosos" con preguntas ridiculizantes ante sus compañeros. En el Expediente Acumulativo del Escolar quedaba consignada la filiación religiosa y la "integración ideológica" del estudiante y de su familia. Esta filiación constituía una "mancha" en el expediente, que lo invalidaría para estudiar carreras con particular relevancia social. Comenzaba así la discriminación religiosa de la política de Castro de "hacer apóstatas y no mártires", para ahogar poco a poco la religión.

De igual forma se utilizaría también el monopolio económico, casi total, para discriminar a los fieles en el trabajo. Para ellos estaría vedado el ascenso a puestos directivos. El "ser religioso" constituía también una "mancha" en el Expediente Laboral, con repercusiones serias en los niveles de vida, pues a través del trabajo se distribuían importantes bienes de consumo y la "integración" jugaba un papel en esto. Aquí, como en la educación, el creyente tenía que estar dispuesto a ser mártir en vida si deseaba practicar públicamente su fe. Esto ha constituido verdaderamente un apartheid ideológico-religioso.

En especial, los ministros religiosos han sido reprimidos. Se ha usado contra ellos la infiltración, para espiarlos constantemente, así como el rumor y las cartas difamatorias. Las llamadas telefónicas hostigantes y el chantaje, principalmente sexual, se han usado para desajustarlos psicológicamente y hacer que abandonen el país. En el caso de ministros extranjeros se ha recurrido a la expulsión abierta o solapada, no renovándoles la visa de estancia como ocurrió recién con Sor Ligia Palacio, la hermana colombiana que se atrevió a escribir "demasiado duro" sobre derechos humanos en la modesta pero notable revista Vitral, de la Diócesis de Pinar del Río. Otros extranjeros han sufrido igual suerte.

Tras su excarcelación en 1976, el P. Loredo continuó siendo una irritación para el gobierno. Fueron hostigados él y sus feligreses; llegó a sufrir un misterioso accidente en la calle que por poco le cuesta la vida. Se presiona a la Iglesia para lograr su salida "voluntaria" en 1984. Un caso parecido ocurrió con el P. José Conrado Rodríguez, quien se atrevió en 1995 a dirigir una fuerte carta pública de crítica a Fidel Castro, y "salió para realizar estudios" en 1996. Por otra parte, el régimen ha usado el absoluto control en la entrada de ministros extranjeros, así como con el control en la entrada de todo tipo de materiales, vehículos y equipos para las iglesias como una forma sutil de represión.

Los sacerdotes han sido blanco también de fuertes ataques en las producciones de cine y televisión. Las clases de catecismo en las iglesias han sido hostigadas de muchas maneras, pero principalmente con los llamados "planes de la calle," encaminados a robar la atención de los niños, siendo sus padres también intimidados por este motivo. En forma similar se ha saboteado el culto en fechas religiosas señaladas como la Semana Santa (movible), con la que se ha hecho siempre coincidir la "Jornada de (la victoria de) Girón" (en abril) con actividades que restan asistencia a esos cultos. En aras a la fracasada Zafra de los 10 Millones, desde 1969 al cubano se le quitó la Navidad como día feriado --restaurada exclusivamente en 1997 en honor al Papa—algo excepcional en el mundo occidental, y sin precedentes aún en el antiguo mundo comunista de la Europa del Este.

Los evangélicos han sido particularmente reprimidos al ser considerados como asociaciones y no como religión, siendo de esta forma fiscalizados más intensamente.

A la religión se le ha negado el acceso a los medios de comunicación masivos desde 1960. Pero es significativo que el gobierno, que los controla todos, haya promovido de modo sutil a través de los mismos la santería, que carece de un fuerte código moral. Este sincretismo entre las creencias afro y el catolicismo se presenta como la religión mayoritaria de Cuba, en un claro esfuerzo por socavar las denominaciones cristianas tradicionales.

Desde finales de los 80 y con la publicación del libro Fidel Castro y la Religión ha habido un relajamiento en la represión debido a conveniencias tácticas. Disminuyeron la discriminación educacional y la ocupacional, pero siguen en pie los expedientes antes mencionados. La totalitaria Espada de Damocles puede caer sobre cualquier cabeza o esfuerzo religioso considerado potencialmente "peligroso" o "molesto".

De modo paralelo, acentuado tras el desplome de la URSS, ha habido un notable acrecentamiento de la militancia religiosa, en especial entre la juventud. Castro, con aparente condescendencia, accedió a que los creyentes pudieran militar en el Partido, pero parece estar ocurriendo lo contrario... Muchos buscan llenar el vacío espiritual y vivir otra realidad, la solidaridad humana que vislumbran en las comunidades religiosas. En ellas se respiran una genuina fraternidad y deseo de servir al prójimo.

Es digna de mención la labor de Caritas, que con ayuda internacional, y pagando en dólares, ha tratado de mitigar la creciente penuria. Ha donado gran cantidad de medicinas a centros oficiales. Sin embargo, nos reportan cómo el gobierno ha tratado de sabotear esta labor humanitaria, en particular con los ancianos. Caritas ha comprado, al por mayor, en las tiendas de dólares (las "Shopping") grandes cantidades de leche en polvo y otros alimentos para distribuirlos de modo gratuito a ese sector más afectado por la escasez, y la gigantesca inflación que significa tener que comprar productos de primera necesidad en esa moneda (una botella de aceite cuesta en esas tiendas el equivalente de medio mes del salario promedio). Pero al constatar el efecto positivo de tal programa ha saboteado dicho esfuerzo haciendo que Caritas compre al detalle, para hacerlo prohibitivo.

El renacer religioso ha tenido un gran obstáculo, la falta de templos. No se ha permitido la construcción de iglesias desde 1959 y a muchas, en especial en el interior, se les ha caído el techo por la falta de reparación debido al férreo control de los materiales. El número de sacerdotes es aproximadamente igual al de 1961 tras las expulsiones masivas. El pueblo ha recurrido al culto en las casas con gran éxito, especialmente en el interior del país. Estas han sido hostigadas de múltiples maneras y muchas han sido cerradas y hasta ha costado prisión al popular pastor pentecostal Orson Vila.

Centros que atraen pueblo son hostigados y eliminados, como lo fue recientemente el Instituto Bíblico Pentecostal de Cifuentes, que atraía a gran cantidad de jóvenes de todo el país en sus programas de jornadas juveniles. Destacados líderes laicos son hostigados, como el destacado líder católico y agrónomo Dagoberto Valdés, director de la revista Vitral, castigado profesionalmente y atacado en su vida familiar. Sin duda, la distinción entre libertad de culto (cuestionable en Cuba) y libertad de religión (seriamente restringida aquí debido a los múltiples controles), es muy válida en la Cuba que visitará Juan Pablo.

Nos llega información del aparente intento de sabotear la visita papal por el gobierno, a pesar de la imagen de complacencia que éste proyecta. La prensa internacional se ha hecho eco de esto, evidenciado en los obstáculos para la cobertura televisiva, la facilitación de los medios de transporte y la intimidación a los que asisten a las misas al aire libre. Aparentemente el gobierno está tratando de minimizar el impacto positivo en el pueblo. Podemos anticipar que la visita será obstaculizada de diversas formas. Pero hay gran expectativa popular. Creo que el Papa pudiera hacer mucho por los derechos humanos de ese sufrido pueblo—que otrora idolatró a un "lobo con piel de oveja—y la promoción de una verdadera sociedad civil. Pero se debe estar alerta ante expectativas demasiado elevadas sobre esta visita en vista de la refinada represión imperante. Sin dudas el Papa no podrá encontrar en Cuba un movimiento como Solidaridad.

De cualquier forma, vale la pena recordar a Su Santidad que Jaruzelski fue un aprendiz frente a Castro en experiencia represiva. La represión religiosa ha sido mucho más fuerte y taimada en Cuba que en su querida Polonia. Por otra parte, los cubanos carecen de la tradición de militancia religiosa de los polacos, pero su visita pudiera contribuir grandemente a la misma, dándole una gran inyección de fe, esperanza y valor... Y, si bien es cierto que los cubanos no enfrentan hoy la represión religiosa de los años 60, la misma, como nos dijera una persona de la Isla, muy conocedora de esta realidad, sigue siendo "puño de acero con guantes de seda".

El Dr. Juan Clark es profesor de sociología del Miami-Dade Community College. Es autor de varios libros sobre la realidad cubana. El más importante Cuba: Mito y Realidad se halla en su segunda edición. El presente artículo se basa en su último libro: Religious Repression in Cuba.




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