Estampas del desastre

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, noviembre, www.cubanet.org -Con punzadas en la boca del estómago, nos hemos pasado los últimos 47 años soñando el día que terminara el racionamiento. Lo que nunca imaginamos que ese día, en vez de abundancia, habría más hambre.  

Los días de la libreta de abastecimiento parecen estar contados, porque Papá Estado decidió que no puede más con la carga de subsidiar las raciones de sus pichones, que cada día más deberán arreglárselas como puedan para comer. Será difícil, porque Papá no acaba de decidirse a desatarles las alas y menos aún quitarles la mordaza del pico. 

Tal como van las cosas en el país, no pudieron haber escogido peor momento para quitar la dichosa libreta. De cualquier modo, parece que no la quitarán de golpe, sino poco a poco, para que duela menos en el estómago y el bolsillo. Liberarán de uno en uno los  productos.  Por lo pronto, ya liberaron la venta de los chícharos y las papas. Luego vendrán los frijoles, la sal, el arroz y el azúcar. En las bodegas no hay muchos productos más que liberar. El jabón, el aceite y la pasta dental (¡para lo que venden por la libreta!) hace años hay que pagarlos en cuc o su equivalente leonino en moneda nacional. 

Con la libreta de abastecimiento ocurrirá como con la libreta de productos industriales, que nadie recuerda en qué momento exacto, con todas las tiendas vacías o transformadas en TRD, se convirtió en un papelito inservible, azul o rosadito, que ya no repartieron más.  

Dicen y así aconsejan “los compañeros” que escriben cartas al periódico Granma que el Estado, antes de abolir la libreta, estudiará formas de mantener algún tipo de subsidio para los alimentos de los más necesitados (ancianos, enfermos, etc.). Ojala, porque si no es así, no quiero ni imaginar lo que pasará. 

Por lo pronto, duelen las estampas de estas últimas semanas del año en La Habana. Los viejos y los locos que piden limosnas por La Habana, aunque el Noticiero de Televisión y el periódico Granma no los ven, cada día son más y lucen peor. Un hombre duerme sobre las tablas y cartones que coloca sobre las ramas de un árbol en la esquina de Dolores y 15, en Lawton. Una mujer y sus dos niños de dos y cinco años  “viven” entre las ruinas de lo que fue la cafetería del centro deportivo El Pontón, en Centro Habana... 

Sería conveniente que vieran estas escenas los infalibles dirigentes que nos llevan a paso de conga y buchito de agua hacia el más mísero, torpe y egoísta capitalismo de Estado con discurso socialista. Tal vez ayude en algo si hacen caso a lo que escribió en el Granma Katia Siberia acerca de las limitaciones al trabajo de los periodistas y fotógrafos de la prensa oficial. Aunque no sé, porque con ese apellido de reminiscencias estalinistas, el asunto me suena a truco…