El cartero que sueña por la oreja

Víctor Manuel Domínguez, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Si Odiseo se ató al mástil de su barco para vencer la tentación de ser atraído por las sirenas, los carteros cubanos tendrán que taponarse los oídos con la grasa de su bicicleta si no quieren caer en el abismo del desempleo. Soñar en un país en convulsión provoca pesadillas. No importa que los sueños sean acompañados de cantos y tambores que hablan de transparencia y honestidad.

El llamamiento formulado por el presidente Raúl Castro de “hablen, y háganlo sin miedo”, ha dejado flotando en un mar sin sal y sin lentejas a muchos soñadores. El cartero Roberto Rodríguez es uno de ellos.

Envalentonado por el supuesto apoyo del mandatario a quienes denunciaran todo lo malo que existe en el país, plantó batalla contra la Empresa de Correos de Cuba, en Villa Clara. De puro soñador mostró ante una asamblea del centro laboral su inconformidad con un sistema de pago que le disminuía el salario mensual entre 60 y 70 pesos.

La represalia no se hizo esperar. Tras la típica formación del tinglado administración-sindicato-partido, fue sancionado a separación definitiva de su puesto laboral por violar un acuerdo firmado por los trabajadores.

Ante la nueva situación, se atrevió a cometer el pecado mayor para una administración y una sección sindical hermanadas en las arbitrariedades: escribir a la prensa nacional. Convocado a una nueva reunión con administrativos y sindicalistas  a nivel provincial, no sólo se le acusó de manchar la imagen de la empresa, poner en duda el papel del partido y otras sandeces, sino que fue agredido físicamente por un funcionario.
Eso, sin importar que decenas de carteros de esa provincia se quejaran también de los problemas con el salario, de la falta de pitos, bolsas, gomas y cámaras para las bicicletas.

Además, protestaran por el incremento de su trabajo, pues ahora deben recorrer largas distancias, llamar a cientos de vecinos, y entregarles prensa y correspondencia, pagar a domicilio pensiones de jubilados, y cobrar el teléfono y la electricidad.

Y todo sigue igual. Roberto, sin trabajo, apaleado y en  la calle. Los directivos, gozando de sus prerrogativas en el  sector de mayores niveles de robo y corrupción del país, al menos de conocimiento público.

Como muestra, en 2008 la Empresa de Correos de Cuba recibió 1694 quejas sobre robos y atrasos en los bultos postales. En 2009 sigue siendo el sector de menos credibilidad.  

Pero los platos rotos los pagan los carteros, quienes a veces se atreven a soñar por la oreja mientras pitan y dan pedal por las calles del  país.

Los administrativos, sindicalistas y militantes no: Estos sueñan por la billetera, adormecidos bajo las fotos de Fidel y Raúl colgadas en las paredes de oficinas.