En busca de la honradez    
                                                                           
Jorge Olivera Castillo, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Yaima Puig invita desde las páginas del diario Granma a una misión imposible. Cree que dentro de la tupida madeja de hipocresías y otras posturas condicionadas por el miedo, podrían existir partículas de sinceridad.

Ella trata de alumbrar con su cobertura periodística una realidad que lacera el espíritu de la nación, pero sólo consigue un destello que apenas roza las penumbras de la doble moral.

En su punto de mira está la sociedad cubana, lastrada de fenómenos que se contraponen a ese país modelo que los propagandistas suelen vender como pieza auténtica en el mercado de la información. Las exhortaciones a abandonar la mentira no pasan de ser un intento por establecer el espacio para la crítica que termina en la indiferencia.

¿Quiénes se van a atrever a dar rienda suelta a sus criterios, sin que existan las garantías para que no sean interpretados como excesivos, o en el peor de los casos, contrarrevolucionarios? ¿Cuántos cubanos han perdido su empleo o sufrido algún tipo de represalias por decir lo que les dicta su conciencia?

Discrepar ha sido el ticket para adentrarse en cualquier círculo del infierno. Se cuentan por decenas los prisioneros que cumplen largas sanciones por discrepar del régimen y cuestionar su gestión. 

Ahí están los sucesos de la primavera de 2003 para probar que la opinión libre en Cuba es una asignatura pendiente. Las condenas impuestas a 75 opositores y periodistas independientes superaron los mil 400 años. Aunque hayan usado y usen un sinfín de coartadas para camuflar los motivos de tales medidas, se sabe que expresarse con espontaneidad podría costar caro.

El ambiente creado a través del férreo ejercicio del poder durante cincuenta años, no permite ver otro escenario que no sea el de la suspicacia y el temor a la hora de sacar del anonimato cualquier idea que se aparte de la línea oficial.

Uno de los párrafos del referido artículo, señala: “Lamentablemente, hay quienes, luego de mostrar conformidad con algún comentario en público, hablan horrores y denigran de lo mismo que momentos antes alababan, tan pronto voltean el rostro”.

Yaima, es el instinto de conservación. La mayoría no es hipócrita gratuitamente. Las circunstancias determinan sus actitudes.