La Posición Común

Osmar Laffita Rojas

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El Canciller de España, Miguel Ángel Moratinos, anunció a pocas horas de finalizada la reunión con el Presidente Raúl Castro, que la prioridad del Gobierno español en su próxima presidencia de la Unión Europea, que se iniciará en enero de 2010, será desmantelar la Posición Común. 

La Posición Común fue promovida por el gobierno de José María Aznar, y aprobada  en1996. Está dirigida a exigir al gobierno cubano el respeto de los derechos humanos y las libertades de todo tipo. Su derogación está condicionada a que el régimen cumpla con estas exigencias. Solo así la UE abriría sus puertas al gobierno cubano otorgándole un  trato preferencial. 

El anuncio de Moratinos ha provocado reacciones encontradas. En el seno del bloque de los 27, algunos estados han dejado claro que vetarán la propuesta si Cuba no cumple con las exigencias que dieron lugar a dicha medida.  

Los luchadores prodemocráticos en Cuba, si bien  no han encontrado un consenso en torno al asunto, concuerdan en que la libertad de los presos políticos debe ser la condición primaria para que dicha medida sea levantada definitivamente. Sobre este punto, para ellos no puede existir la más mínima concesión. 

Por su parte, el gobierno cubano mantiene un total silencio. Los entendidos sobre el tema deducen por las señales que  reciben que los gobernantes de la Isla están urgidos de encontrar la mano salvadora que les garantice recursos financieros para salir de la mayor crisis económica de los últimos 50 años. Por ello, han solicitado tanto a Moratinos como al Comisario de Cooperación y Ayuda Humanitaria de la UE, Karen De Gucht, el establecimiento de un nuevo marco de relación bilateral con Bruselas, que reemplace la Posición Común por un Acuerdo de Asociación similar al que el bloque mantiene con un significativo número de países. 

Aplicando una nueva “real politik”, la UE  en 2008, puso fin a algunas sanciones impuestas a Cuba tras la ola represiva de la primavera de 2003.

Desde mediados del pasado año, las misiones diplomáticas europeas radicadas en Cuba, en sintonía con la normalizadas relaciones de Bruselas con La Habana, aplican nuevas estrategias en los ya tradicionales contactos que mantienen con los grupos opositores, prácticamente reduciendo a cero los vínculos de cooperación y ayuda que en diversos campos brindaban. Tal parece que esto responde a la  estrategia diseñada por los 27, encaminada a no darle ningún pretexto al gobierno cubano que sirva de justificación para abortar el diálogo que han logrado mantener a duras penas.  

Las exigencias de Lituania, República Checa, Suecia y Alemania, la oposición interna y algunos sectores del exilio, han dejado claro que la propuesta de suprimir la Posición Común tiene que estar avalada por la amnistía de los centenares de presos políticos, y gestos  concretos del gobierno cubano en aquellas asignaturas pendientes relacionadas con los derechos humanos.  

De concretarse tales demandas, se justificaría que dicha medida fuera suprimida y se posibilitaría la cooperación en todas las direcciones entre la UE y la Isla, como muestra de que el  diálogo ha dado los frutos que los implicados esperaban.  

Desde su puesta en vigencia en 1996, las autoridades cubanas consideran la Posición Común un acto unilateral e injerencista de Bruselas  en los asuntos internos de Cuba y la califican de inaceptable. Malintencionadamente, tergiversan el asunto al establecer una relación horizontal entre política y principios. Si se parte de ahí, el dialogo será entre mudos y sordos. 

La UE reconoce que la Posición Común ha sido empleada como un elemento de presión desde su puesta en vigencia en 2009, que ha carecido de eficacia, y lo ejemplifican con los acuerdos de junio de 2008. Por tales razones, las negociaciones que en los venideros meses de 2010 lleve a efecto la UE con el gobierno cubano, estarán dirigidas a materializar la propuesta de España de lograr un acuerdo que sustituya la Posición Común.  

Esto se alcanzará sólo si el régimen demuestra voluntad política. Para ello, deben hacerse gestos significativos que propicien un cambio de postura en aquellos que, de plano, han anunciado su rechazo al levantamiento de la Posición Común.