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El huracán que no vemos (Final)

Odelín Alfonso Torna

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - A finales de 2008, después del azote de tres huracanes, la asamblea del Poder Popular pasó revista a las pérdidas millonarias en la agricultura (10 mil millones de pesos) y propuso incentivar la siembra de ciclo corto. Intermediarios y especuladores en los mercados de oferta y demanda, se escabulleron ante la avalancha de críticas por los altos precios en las tarimas. 

Hoy, dada la inmovilidad de los precios topados en los agromercados, al parecer el fenómeno “especulación” se ensaña con el consumidor. ¿Cómo y dónde consigue el intermediario los productos a menos precio?   

En el mercado de oferta y demanda de La Palma, en el municipio Arroyo Naranjo, la actividad agropecuaria no es tan crítica como la dibujan los medios oficiales. Frutas, condimentos, encurtidos, viandas, hortalizas, variedad de frijoles y productos cárnicos de calidad, llenaban las tarimas. Estos mercados cuentan con un instrumento eficaz: el intermediario, mientras los estatales se sirven de un engranaje de distribución complejo y dilatorio.   
   
Por ejemplo, en el municipio Mariel, en provincia Habana, más del 70% de los productos de la tierra son suministrados por agricultores independientes o por las Cooperativas de Créditos y Servicios, pertenecientes al municipio Guanajay. Gracias a la intervención del intermediario, el producto llega a la tarima en tiempo y forma. 

La causa fundamental de la inmovilidad de los precios en los mercados de oferta y demanda se debe al excesivo control sobre la oferta. Aún si se quiere rebajar un producto por merma, no está orientado hacerlo. Sin embargo, en el mercado estatal del reparto Eléctrico, en Arroyo Naranjo, se dio por merma un lote de boniato. La administración decidió rebajar el precio a un 50% anunciándolo como “comida para animales”. 

308 mercados agropecuarios estatales diseminados en la capital, exhiben una tablilla que apenas sobrepasa los cinco productos. Malanga-chopo, boniato, maíz desgranado, yuca y esporádicamente plátano, este último, según anunció la Oficina Nacional de Estadísticas, con un decrecimiento del 38% en el primer semestre de 2009.  

Ahí está el huracán Estado, ese es el que no alcanzamos a ver porque el ojo es más grande que su área de vientos. Azota silencioso con sus sobre controles, dilaciones y orientaciones que surgen de un día para otro. Obstruye la actividad individual para ganar espacio en un terreno donde siempre suele atascarse. Ya lo experimentó en los años 80 y 90 contra el mercado libre campesino, y hoy retoma su manera de actuar después del paso de tres ciclones en 2008. 

Acostumbrados a con mucho no hacer nada y con poco decir que hacemos mucho, ¿qué se puede decir que no sepamos?

Los mercados estatales tienen todos los recursos disponibles y, sin embargo, pierden más de lo que ganan. Los de oferta y demanda comercializan apenas el 5% de los productos en la capital y arrastran la mayor clientela. “A mal tiempo, sobreprecios”, eso es lo que entiende el cubano de a pie.

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