Primeras gotas

José Alberto Álvarez Bravo

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - La insurrección armada contra la dictadura de Fulgencio Batista, con Fidel Castro al frente, instauró un gobierno provisional que provocó el entusiasmo popular, desbordando la copa de la euforia nacional.

Pero pronto, gota a gota, comenzó a llenarse otra copa, la del rechazo al nuevo régimen, y las primeras gotas que cayeron en ella fueron de sangre. Las lágrimas de las madres, esposas e hijos de los fusilados y encarcelados durante años, y las de cientos de miles de exiliados, continuaron llenándola. En la lista de desgracias nacionales que han contribuido a que hay crecido el rechazo al régimen son prominentes el empobrecimiento de la nación, la falta de libertad, la apatía, la desesperanza, la traición, la doble moral, la corrupción y el escepticismo. Esta “revolución”, desde hace mucho tiempo no tiene ninguna razón de ser.

Cada vez es más difícil ocultar la verdadera esencia del régimen establecido en Cuba por los Castro. Una combinación de carisma y represión, permitió al Comandante dirigir la isla como un feudo privado. Con entrega absoluta al principio y bajo el miedo y la coacción después,  el pueblo realizó trabajos voluntarios, guardias cederistas, donaciones de sangre, marchas combatientes, y se embarcó en aventuras internacionalistas, para acabar lleno de frustración y desencanto. 

Varios intentos ha hecho el oficialismo por resucitar el cadáver de la guardia de vigilancia de vecinos de los Comités de Defensa de la Revolución, organización emblemática que representó el supuesto apoyo del pueblo al régimen.

Ante el fracaso de los intentos por movilizar a las masas, se oye hablar ahora de centenares de jóvenes reclutados por el Ministerio del Interior, que son entrenados en artes marciales para reprimir a la ciudadanía en caso de que se produzcan revueltas populares. La proximidad del 10 de diciembre, Día Mundial de los Derechos Humanos, pone nerviosos a los dueños del poder y sus cómplices. Saben que la copa del rechazo popular al sistema está llena y en cualquier momento puede caer la gota que inicie el desborde.