Las órdenes del Comandante

José Alberto Álvarez

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El acatamiento de la autoridad del líder no es privativo de los humanos.  Todo animal  gregario somete su voluntad a aquel que acepta como guía. Lo que diferencia al humano es la diversidad, porque no todos acatan la autoridad del guía. Esta es una de las razones por la que muchos cubanos nos negamos a asumir la frase que codifica a los seguidores de lo que queda del castrismo: ¡Comandande en jefe, ordene!

Otra importante razón es la franquicia que la frase le concede al voluntarismo del líder. Certificar la validez imperecedera del derecho a imponernos su real gana, es el propósito evidente de este llamado a la obediencia ciega.

El último capricho del máximo líder anula los compromisos contraídos con las promesas de La Historia me absolverá y los discursos posteriores.  
 
Martí alertó sobre la necesidad de impedir que la sociedad se convirtiera en campamento militar, donde las órdenes se cumplen sin discusión.

El carácter vitalicio del poder en Cuba, exonera a los dirigentes de toda responsabilidad ante los descalabros de su gestión, más graves por cuanto es el pueblo trabajador quien paga la patente de corso.

La intención anti martiana de convertir a Cuba en un campamento militar, se evidenció en una máxima que ha presidido el discurso oficial: Cada revolucionario es un soldado, y cada soldado es un revolucionario.

Mientras tanto, cientos de cubanos languidecen en las prisiones por no estar dispuestos a cumplir las órdenes del Comandante en jefe.