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Colchoneros

Moisés Leonardo Rodríguez

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - El pinchazo por un muelle roto, durante el sueño, o el no disfrute a plenitud de otro de los placeres que proporcionan los colchones, disparan la alarma. Hay que comprar uno nuevo o reparar el viejo, opción por la que se deciden los cubanos.

El modelo más barato de tamaño camero cuesta 134 CUC en las tiendas estatales. Esta cantidad equivale a 3350 pesos en moneda nacional (MN), siendo el salario medio de unos 450 pesos MN (18 CUC).

Es por esta razón que la mayoría de los necesitados acuden a los colchoneros, que reparan los colchones viejos con calidad y a precios más asequibles.

Los colchoneros venden los del tipo camero a 1500 pesos MN, equivalentes a 60 CUC. Su reparación capital oscila entre los 800 y 1000 pesos MN. Para su labor utilizan equipos y herramientas de confección artesanal y materiales reciclados por ellos mismos o terceros.

El marco metálico del colchón se confecciona con alambrón del utilizado originalmente para la construcción. “Aunque es difícil de doblar, resulta muy duradero y barato, pues se consigue en los vertederos” -explica Rodolfo Ramírez, uno de los colchoneros de Santiago de las Vegas.

Los muelles y las hélicas (alambre fino enrollado que une los muelles) son confeccionados artesanalmente. Para ello utilizan cables de acero de fijar postes eléctricos, y otros materiales similares.

Los muelles de asientos de muebles viejos y de automóviles en desuso son combinados en ocasiones con los originales. También los recuperados de las armazones metálicas de colchones viejos.

La guata es el componente más difícil de obtener. La de los viejos colchones se pone al sol algunos días y se “descompacta” manualmente antes de ser utilizada de nuevo.

Algunos tramposos utilizan hierba seca para suplir la guata. Este material tiene la desventaja de endurecerse al poco tiempo, y servir de criadero de insectos.

El forro de mejor calidad se confecciona con tela verde oliva o azul oscuro, de las utilizadas en los uniformes militares. Se consiguen ocasionalmente en tiendas estatales y en el mercado informal.

Las agujas para coser los forros son hechas con alambre acerado al que se le afila un extremo, mientras que al otro se le aplica calor y se le hace un hueco para pasar el hilo.
El hilo es el que se utiliza para coser la boca de los sacos de arroz y se consigue en las bodegas. También en las bodegas se “resuelven” los sacos de yute para forrar la armazón metálica y así evitar que la guata se corra hacia su interior.

Los colchoneros trabajan con un ayudante. Algunos no poseen licencia para trabajar por cuenta propia, y no son objeto de tanta represión porque realizan su trabajo en las casas de los clientes o en las suyas propias, es decir, fuera de la vista de delatores e inspectores.
Como a los inspectores también se les rompen los colchones, prefieren hacerse los de la vista gorda y, llegado el momento, apelar a los reparadores para dormir cómodos, aun cuando nunca puedan descansar en paz.

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