I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
 
 
________________________________________________

Los boteros

Frank Correa

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Son taxistas particulares  que circulan por determinadas rutas, casi siempre en autos americanos de los años cincuenta, conocidos popularmente como almendrones, que retan el paso inexorable del tiempo y permanecen gracias a los inventos del “cubaneo”.

Aprovechando la escasez y el caótico transporte público, los almendrones se mueven por toda La Habana resolviendo el problema del servicio de taxis, que el Estado no puede garantizar.

Las rutas más importantes son Playa-Habana, que sale del paradero de Playa por dos vías: Avenida Tercera, Línea, Malecón, Paseo del Prado, hasta la terminal de ferrocarril; y la otra, Avenida 19,  Avenida 23, Galiano, terminal de trenes.

También está Lisa-Habana, igualmente con dos itinerarios, el primero por la avenida 51, Calzada del Cerro, Monte, Parque Central; y la segunda, Avenida 51, Avenida 31, Línea, Malecón, Paseo del Prado, Capitolio.

Otros sitios que cuentan con boteros son: Paradero de Playa-Jaimanitas-Santa Fe-Playa Baracoa; Diez de Octubre-Mantilla-reparto Eléctrico, Diez de octubre- Monte-Habana Vieja. También hay boteros  en San Miguel del Padrón, El Cotorro, Párraga, por las calles Infanta y San Lázaro, que recorren tramos cortos, pero muy concurridos, dentro de  los límites del municipio  Centro Habana.

Por su vejez, a los almendrones hay que repararlos casi a diario. Los mecánicos  tienen en estos autos una permanente fuente de empleo. Las innovaciones en los sistemas del vehículo aportan soluciones exóticas en el campo eléctrico, hidráulico, la transmisión y el combustible. Por ejemplo, la conversión de un motor de gasolina a petrolero cuesta 10 mil pesos, y casi todos los boteros  están invirtiendo en ese invento que, a la larga, reporta un ahorro sustancial.

Se puede ver en un Dodge la puerta de un Chevrolet. Un Cadillac con motor de Aro, o Peugeot. Un Studebaker con piezas de Lada. La pintura muchas veces es de dos tonos, o tres, en dependencia de lo que se encuentre en el momento de pintar. Las modificaciones interiores para aumentar la capacidad del pasaje  son dignas de  patentarse.   

Entre los boteros de La Habana hay dos que se destacan por el carisma y la asiduidad. Uno es Jeringuilla, día y noche por 5ta. Avenida rumbo a la playa Baracoa, en un Ford 54 que camina con keroseno y desarrolla una  velocidad  endiablada, dejando  atrás a  otros carros, sin importarle marcas ni año de fabricación.

El otro botero destacado es Juan Nariz, que no encontró guardafangos delantero de ningún tipo para su Plymouth, y fabricó una cubierta de imitación a base de tiras de vinyl pegadas con cola de zapatero, luego forrada con papel maché, y pintada  uniformemente junto con el resto  del auto. Colocó un cartel dentro del almendrón: “Prohibido rotundamente fumar”. Los pasajeros piensan que el botero cuida la salud de los clientes, y no  se imaginan que viajan en un auto con carrocería de papel, que pudiera incendiarse con una chispa. Juan Nariz reza para que nunca lo choquen por delante. Su almendrón se desmoronaría como un castillo de naipes.

 

Escriba una palabra clave o el tema
que desee buscar en las noticias o artículos publicados en Cubanet en español, inglés o francés
desde 1994 hasta 2009
 

___
 
___
 
___
 
___

 
http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html ___

 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.