Fachadas para iglesias diferentes

Valentina Cueto

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Gracias a las labores de rescate y restauración desarrolladas durante décadas, se ha recuperado parte de la Habana Vieja, declarada en 1982 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.  El historiador Eusebio Leal, a quien muchos consideran el salvador del casco histórico de la ciudad,  ha ganado renombre por dirigir y alentar esta labor de rescate.

Pero, si por una parte hay que reconocer el interés puesto en esta parte de la capital, no puede ignorarse que el resto de la ciudad se desmorona inexorablemente. Los municipios periféricos habaneros, con una gran cantidad de edificaciones, se encuentran en estado ruinoso.

Nuestra herencia hispana se percibe en la profusión de iglesias católicas existentes en la zona colonial de la ciudad. Muchas de ellas han sido restauradas por la oficina del Historiador, con los recursos obtenidos del turismo y los donados por iglesias e instituciones de otros países. Lamentablemente, los templos construidos fuera de este perímetro histórico no han corrido la misma suerte y aun peor es la situación en otras provincias. 

Aunque el catolicismo es la fe que practica la mayoría de la población, otras denominaciones cristianas van ganando fuerza y una de ellas decidió emprender labores de remozamiento de su templo. La Iglesia Bautista del Cerro, ruinosa y pequeña, de acuerdo con los fieles que frecuentan este templo, comenzó a ser restaurada y ampliada gracias a las donaciones recibidas de fuentes no gubernamentales.

Grande fue la lucha necesaria para materializar el humilde proyecto. Las intenciones iniciales eran reconstruir la parte exterior del inmueble para darle aspecto de templo, incluyendo la colocación de una placa a la entrada para mejor identificación. Inicialmente las autoridades le propusieron a la iglesia cambiarle la antigua casa por el terreno de un parqueo situado en la acera de enfrente, pero la oferta que fue rechazada por los directivos de la iglesia puesto que este inmueble pertenece a la denominación bautista desde hace muchísimos años, lo que le otorga un valor patrimonial. Como los directivos rechazaran su oferta, las autoridades les advirtieron que cualquier remodelación debería conservar la fachada sin apariencia de iglesia, a fin de “mantener la armonía arquitectónica con el entorno”.

A pesar de las limitaciones, la obra pudo ser finalizada. Tras un agónico proceso de negociación con el gobierno, la reconstrucción de la iglesia se llevó a cabo. En la actualidad, la casona muestra a los transeúntes un aspecto neutro e impecable que, lejos de evidenciar, más bien oculta que allí radica un lugar de culto cristiano.

Estas restricciones impuestas a una humilde iglesia bautista de barrio resultan incomprensibles; si se tiene en cuenta que, en medio de La Habana colonial se ha erigido recientemente un gran templo ortodoxo con doradas cúpulas, que sí tiene obvia apariencia de iglesia y desentona totalmente con el estilo de las edificaciones que lo rodean. A esta iglesia ortodoxa asisten mayoritariamente ciudadanos y diplomáticos de los países de Europa del Este residentes en Cuba. A buen entendedor, con pocas palabras basta.