Otro nudo gordiano

José Hugo Fernández

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Para tener constancia de la mentalidad esclavista que se gastan los mandamases de Cuba, así como del modo en que pisotean los derechos de la gente, desde los más simples hasta el más sensible, que es el derecho a decidir por voluntad propia, sólo se necesita leer entre líneas la prensa oficial de aquí.

De igual manera, también nos encontramos a veces entre líneas los detalles de ciertas silenciosas venganzas con las que nuestra gente consigue pasarles la cuenta.

Ahora mismo el periódico Granma la ha emprendido contra los menesterosos que no le liquidan al régimen el pago de los equipos electrodomésticos que les fió, sin que ellos los solicitaran, y sin que mediase un serio análisis de sus posibilidades para saldar el débito. 

Llegaron los funcionarios a sus casas, se llevaron los refrigeradores que tenían en uso -sin pagárselos, por supuesto-, sólo porque el ahorrador en jefe consideró que consumían demasiada corriente. Les trajeron nuevos equipos a un costo que sobrepasa el salario de cualquier trabajador durante todo un año. Los empeñaron sin reclamos. Y ahora Granma les llama ingratos porque no pueden pagar.    

Claro que teóricamente existía la alternativa de negarse al cambio. Pero no hace falta conocer en mucho a nuestra gente para suponer que no se negaron temiéndole al riesgo de quedarse a la larga sin refrigerador, ya que una vez concluida la sustitución masiva, era de prever que desaparecieran para siempre las piezas de repuesto, los talleres, los mecánicos y todos los medios para reparar cualquier equipo que no fuese del tipo y la marca impuesta por decreto.

Ciertamente, la realidad no ha confirmado tal previsión, ni creo que llegue a confirmarla. Entre otras razones, porque gran parte de los refrigeradores de uso que fueron retirados de las casas de sus dueños no terminaron convertidos en chatarra, como estaba dispuesto por el régimen, sino que, obedeciendo las leyes del sentido común, pasaron (mediante el mercado negro) a manos de otros usuarios todavía más menesterosos que no tenían siquiera equipos viejos.

Al final, no cuajaron los chiflados planes del ahorrador en jefe, pues los viejos refrigeradores continúan en activo, solamente cambiaron de dueño. En tanto, los poseedores de estos nuevos equipos se resisten silenciosamente a pagarlos, no sólo porque no fueron ellos los interesados en el cambio, o porque a derechas resultaron víctimas de un acuerdo leonino, otro más, sino porque humanamente el dinero que ganan por su trabajo no les alcanza ni para comer.

De nada valdrán los reproches del periódico Granma. Ni las amenazas que les llegan a los deudores mediante el bodeguero del barrio, al cual le han encargado la incómoda misión de advertirles, uno por uno, que si no liquidan los efectos electrodomésticos serán llevados a juicio.

Sería algo digno de filmar para la historia: millones de personas desfilando ante los tribunales, todas acusadas del mismo delito. Necesitarían multiplicar las plantillas para jueces, fiscales, abogados, policías, instancias judiciales y todo lo que le cuelga. Pero al final resultará tiempo perdido, pues no hay pago que valga.

Con su proverbial vocación de laberinto, el ahorrador en jefe volvió a enredar la pita. Y ya sabemos que no existen magos en la tierra capaces de zafar sus nudos gordianos.