Concertación de una política

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Raúl Castro fomentó un ambiente de incertidumbre optimista entre el pueblo y la comunidad internacional con sus augurios de cambios en 2007. La postergación de sus promesas, la bancarrota económica y el resurgimiento de Fidel Castro crean una nueva situación.

El contexto internacional ha sido óptimo en 2009 para avanzar en la recomposición de las relaciones con la Unión Europea, Estados Unidos y progresar con otras naciones. La UE eliminó las leves medidas restrictivas de las relaciones con las autoridades cubanas después de la represión de 2003, a instancias de España, garante de unos futuros pasos cubanos “gracias a su influencia” y comprometida a levantar la Posición Común de 1996 durante su presidencia de la institución a partir de enero de 2010.

Por su parte, el Presidente Barak Obama cumplió las promesas de la campaña electoral, permitiendo los viajes de cubano-americanos y el envío de remesas a Cuba, así como propició conversaciones en asuntos migratorios y de correo, con perspectiva de ampliar los temas. En gesto de buena voluntad hacia el pueblo cubano, abrió posibilidades de visitas culturales, comerciales y académicas a la isla, y ha concedido visas incluso para viajar a su país. Raúl Castro en varias oportunidades expresó la disposición de distender las relaciones.

Pero la represión volvió a desembozarse a través de los llamados mítines de repudio, turbas lanzadas contra pacíficas personas como la bloguera Yoani Sánchez y su esposo Reinaldo Escobar, que no se consideran  opositores, y más violentamente contra indefensos y pacíficos disidentes los 9 y 10 de diciembre en La Habana y con diversas modalidades en todo el país. Lamentablemente novedosa fue la presentación en la televisión de un diplomático de la República Federal de Alemania como cómplice de los dos colegas norteamericanos que presenciaban una “persecución de repudio”;  exposición en los medios que viola la Convención de Viena.  Pero no mostraron a la turba increpando agresivamente a un diplomático británico, cuyo auto fue zarandeado cual barco entre olas. Esos eventos demuestran que las hordas pueden salirse del control de la policía política y ocasionar heridos o muertos.

Simultáneamente, las maniobras militares Bastión 2009 dieron a conocer los ejercicios antimotines y retornaron los redobles contra el enemigo imperialista, como preámbulo a los festejos en esos primeros días de diciembre por el 15 aniversario de la primera visita de Hugo Chávez a Cuba, y la Cumbre del ALBA. El venezolano retornó para descargar sobre el pueblo y la comunidad internacional el efluvio de Fidel Castro, acaparar los medios de divulgación y despotricar contra el capitalismo, especialmente los Estados Unidos. Llevó la guerra de ambos a la Conferencia sobre Cambio Climático de Copenhague. Incluso allí desplegó el obstruccionismo, junto a Evo Morales y el Canciller cubano, e increpó ofensivamente al presidente del conclave y a los países que negociaron un acuerdo, capaz de abrir posibilidades de cooperación de los mayores emisores de gas invernadero. Insultaron al Presidente Barack Obama, pero no dijeron que sus amigos (Brasil), China, Sudáfrica e India fueron también gestores.

El retorno a las posiciones duras en el plano interno y rupturista en la proyección internacional, conducen a meditar sobre  la actuación futura de los países hacia el gobierno cubano. La confrontación sólo beneficiaría a las autoridades de La Habana, que siempre han procurado el pretexto del enemigo externo, personificado en el embargo de Estados Unidos y la supuesta amenaza de invasión que desde hace decenios saben no se realizará. Por tanto, las provocaciones demandan actuaciones inteligentes y concertadas. Ojalá el gobierno español haya comprendido por fin que han estado realizándole jugadas de engaño.

Human Rights Watch, en su Informe de 2009 sobre Cuba, propuso una coalición multilateral fundamentalmente para la liberación de los prisioneros políticos en un plazo de seis meses, y si no se lograra, “se debería elaborar una estrategia sostenible y progresiva” para mejorar la situación de derechos humanos. Es una propuesta loable, pero las circunstancias antes expuestas se han complicado con las crecientes penurias del pueblo y que posibles expresiones de inconformidad sean acalladas mediante la violencia o prolongadas condenas carcelarias.

Además, en la sesión de la Asamblea Nacional del Poder Popular efectuada el 20 de diciembre, Raúl Casto reiteró la disposición a resolver el diferendo con Estados Unidos, pero con tono beligerante recalcó que “debían dejar atrás los condicionamientos”; recordatorio del endurecimiento progresivo que desvirtúa la verdadera voluntad de hacerlo.

Sin embargo, la idea de una mayor concertación por parte de la Unión Europea, otros países del viejo continente, Canadá, Estados Unidos y Japón, principalmente, para tratar con el gobierno de Cuba, que implique relaciones y negociaciones firmes sobre la base de los principios democráticos y de respeto a los derechos humanos, y los contactos entre los pueblos, podrían conducir a resultados. Si bien Cuba no está entre sus prioridades de política exterior, el curso que está tomando la coalición con la Venezuela agresiva, vinculada a Irán, y el sufrimiento del pueblo ameritan la concertación internacional.

Un antecedente reciente ha sido el retorno a su hogar de Aminetu Haidar, heroica sarahuí que sostuvo una huelga de hambre de 33 días en Lanzarote, regreso logrado mediante las conversaciones con Marruecos de Francia y Estados Unidos, en apoyo a las gestiones de España. También la intercesión de otros actores como  la Unión Europea y el Secretario General de la ONU, han propiciado reanimar la búsqueda de una solución al olvidado Sahara Occidental.  Con Cuba se podría transitar un camino similar.