La cuenta no da

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Ernesto Labala, de 41 años, residente en el municipio Habana Vieja, fue tabaquero en la fábrica Romeo y Julieta, hoy Briones Montoto, en Belascoaín 152, La Habana, fundada en 1875.

''Yo producía mil 400 dólares diarios, ya que hacía cuatro cajas de habanos de 25 unidades cada una. El precio por caja es 350 dólares. Mi salario mensual era 350 pesos (unos 14 dólares). Si además ganaba el estímulo mensual de diez dólares (240 pesos), me daba por dichoso con el bolsillo más abultado para resolver las necesidades familiares más urgentes en la primera quincena del mes'', comenta Labala.

Elaborar cien puros con calidad en cada jornada laboral es agotador. ''Nadie piense que es un trabajo fácil, y ganarse el estímulo es una verdadera sofocación. Hay que cumplir las metas productivas, no tener ausencias, y participar en las tareas del partido y del sindicato. Por cualquier ligera falta se pierde el plus. Al final, la cuenta no da. Busqué otro empleo''.

Lo agotador del trabajo diario y el pobre salario incitan al robo y la corrupción. El final es la comercialización ilícita, principalmente con  turistas extranjeros.

Ventanas y puertas de las tabaquerías que dan a la calle, están reforzadas con barrotes y mallas metálicas para evitar la filtración de tabacos. “Hay custodios por todas partes. Parece que trabajáramos en una prisión''.

Otra situación de ilegalidad ocurre con la elaboración de habanos para visitantes. Expertos tabaqueros particulares compran en el mercado negro lo necesario: tabaco en rama, anillas de marcas y las pequeñas cajas de envase oficiales o perfectamente falsificadas.

Está prohibida la producción independiente de cigarrillos y tabacos. El Estado tiene en sus manos el monopolio de la industria tabacalera, pero más estricta, como ocurría en la época colonial.

La Real Fábrica de Tabaco Partagás, en La Habana, fue fundada por Jaime Partagás en 1844; aún activa, era suministradora principal de habanos a la corte española.

''Nosotros tenemos que conformarnos con tabacos de mala calidad; esos que traen un bombero dentro, porque se apagan mucho'', comenta el anciano Chicho Abreu, fumador empedernido.