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El Juan que tiene padrino se bautiza

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – Últimamente pareciera que nombrarse Juan ha devenido mal augurio para los cubanos. Desafortunados Juanes surgen en las noticias, como si se tratase de una epidemia. Desde un propietario de paladar (restaurante particular) caído en desgracia, al sujeto que saltó del estado de embriaguez a la celebridad tras declarar ante una cámara: “¡Aquí lo que hace falta es jama, lo dice Pánfilo en La Habana!”. Un adolescente asesinado en una escuela de Miami, se llamaba Juan;  y también se llama Juan el hijo del Comandante de la Revolución Juan Almeida, a quien el gobierno no permita más salir del país a tratarse con médicos extranjeros.  

Este otro Juan, Juan Carlos Ceija, hijo de uno de los hombres de confianza de Raúl Castro, nació con una malformación genética. Desde niño fue enviado a recibir tratamiento en un hospital de la desaparecida República Democrática Alemana. Luego de la caída del muro de Berlín, el muchacho siguió viajando a cuenta del Estado. Asombrosamente, parece que la solución a su problema no estaba al alcance de la “potencia médica” cubana.

Además del acceso a la atención médica en el exterior -pagada por el estado-, a la familia le asignaron un apartamento en el Vedado, un auto, y la posibilidad de alquilar habitaciones a extranjeros, sin pagar la prohibitiva licencia  requerida para el resto de los cubanos. La madre de Juan Carlos, una guajira de pocas letras y muchas agallas, se acostumbró pronto al modo de vida que llevan los miembros de la nueva clase compuesta por los dirigentes. La disparatada y ecléctica dama combinó en la decoración del apartamento la pacotilla adquirida durante sus periplos europeos, un cuadro de Fidel en la sala y un Elegua tras la puerta. La señora, siempre preocupada por el bienestar de su hijo, intentó extorsionar a algunas de las prostitutas que se hospedaban con los extranjeros, para que tuvieran relaciones con el.

Ahora, a Juan Carlos y su mamá se les ha virado la tortilla. Con la implementación de nuevas políticas para eliminar las “gratuidades”, se les han acabado los viajes. La madre de se entrevistó con cuanto funcionario pudo; la negativa fue la única respuesta que recibió en cada despacho. El Ministerio de las Fuerzas Armadas recién descubrió que la solución para los problemas médicos de los hijos de los dirigentes está en los doctores cubanos.

Juan Carlos casi pierde la vida en su último viaje al hospital berlinés, debido a complicaciones quirúrgicas al remplazar su prótesis de cadera; intervención ordinariamente realizada en Cuba. Aún así, la señora, que al parecer no puede vivir sin respirar los aires del capitalismo cada cierto tiempo, no se da por vencida y sigue tocando las puertas de burócratas y babalawos. 

Después de todo, la cosa no está tan mala para ellos; sobre todo si tenemos en cuenta los muchos miles de cubanos que llevan años viviendo en albergues o malviven hacinados en viviendas a punto de derrumbarse. El Ministerio de las Fuerzas Armadas les ha asignado otro apartamento, en planta baja, en una céntrica esquina del mismo barrio, para que el joven no tenga que depender del ascensor.

 

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