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Vacas flacas y precios altos

Oscar Espinosa Chepe

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En Cuba, tradicionalmente, cuando las cotizaciones del azúcar eran altas en el mercado internacional, como sucede en estos momentos, se vivía una situación económica de bonanza, llamados periodos de “vacas gordas”.  Cuando los precios caían, venía una depresión caracterizada por la aguda baja de los niveles de vida de la población denominada época de “vacas flacas”.

La situación se ha modificado con el gobierno totalitario, lo cual se demuestra en  2009, cuando los precios del azúcar han llegado a cotas por encima de los 20 centavos de US dólar la libra, y se espera que el promedio del año sea de alrededor de 15 centavos, según estimaciones del Economist Intelligence Unit (EIU), pero la economía se retrotrae y difícilmente  habrá crecimiento del PIB, con efectos negativos sobre el consumo personal y social.

El alza se debe a que el segundo productor de azúcar mundial, India (22,3 millones de toneladas en 2006), ha tenido disminuciones en las cosechas debido a las fuertes sequías, mientras el primer productor, Brasil (31,6 millones de toneladas en 2006), ha sufrido intensas lluvias que anegaron vastas zonas cañeras.

Desafortunadamente, Cuba no podrá aprovechar esta favorable coyuntura por haberse  destruido la infraestructura azucarera y ocasionado la pérdida de  valiosas tradiciones creadas con el esfuerzo de varias generaciones. La otrora gran azucarera  mundial hoy importa azúcar, y lejos de beneficiarse de los altos precios, que podrían representar ingresos anuales de más de 1.200 millones de dólares, posiblemente tenga que pagar sus compras a los altos precios actuales del mercado, agravándose más su  crítica situación financiera.

Lo peor  es que el  deterioro de la actividad  cañera continúa. Si en 2008 la producción alcanzó 1,4 millones de toneladas de azúcar base 96 (5,5 millones de toneladas es el promedio de los 10 años anteriores a 1959), en 2009 se estima que la zafra  fue inferior a 1,3 millones.  El periódico Granma anunció el 9 de diciembre un rendimiento por hectárea en la pasada zafra de 35 toneladas de caña, un 15,0% por debajo de las 41 toneladas obtenidas el año anterior, bien  distante de los niveles obtenidos en los campos cubanos con anterioridad a 1959.

Para apreciar la dimensión del desastre en la que fuera la primera industria nacional, baste recordar que a nivel planetario en el período 2003-2007, se produjeron 67 toneladas de caña por hectárea como promedio. Si se analizan los rendimientos por región geográfica, según las estadísticas de la FAO, se aprecia que América del Norte tuvo 72,2 ton/ha, Centro América 77,0 ton/ha y Sur América 75,0 ton/ha, mientras Cuba 31,3 ton/ha, según la Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).

Al considerar los mejores productores mundiales en 2007, último año sobre el cual la FAO ha podido brindar información acerca de la producción cañera, se encuentra que Brasil obtuvo 77,5 ton/ha, India 72,5 ton/ha, Australia 86,6 ton/ha, Estados Unidos 77,6 ton/ha, Colombia 75,2 ton/ha, México 75,4 ton/ha, Perú 121, 1 ton/ha, pero Cuba 36,1 ton/ha.

Las perspectivas del precio del azúcar según el EIU son de precios altos de 17,5 US cent/libra en 2010 y 16.3 US cent/libra en  2011. Esto hubiera representado para Cuba la garantía de ingresos importantes, lo cual no se logrará debido a la falta de visión del gobierno al destruir metódicamente la primera industria nacional por el desmontaje de la mayoría de los centrales y las plantaciones de caña, mientras  los campos existentes están en muy malas condiciones. Según Granma “al terminar el 2008 se disponía de 754 200 hectáreas destinadas a  caña y, de esa superficie, más de 122 000 estaban sin cepas”.

En realidad, los perjuicios causados no sólo son carecer de azúcar, producto estratégico, actualmente importado junto a otros muchos que se pudieran generar en el país, sino que también se ha perdido la oportunidad  de elaborar etanol a partir de la caña, el cual tiene un mercado que crece a una tasa anual del 17,0%, de acuerdo con la edición de The Economist del 5 de diciembre pasado, un crecimiento que está prácticamente asegurado con las nuevas tecnologías para construir transporte automotor consumidor de ese combustible, así como las tendencia cada día más fuerte a depender menos de combustibles fósiles.

La caña de azúcar, por otra parte, como fuente para producir etanol se fortalece internacionalmente por los avances tecnológicos, al posibilitarse el uso de la celulosa como materia prima, hecho que valoriza adicionalmente los residuos de la cosecha, así como el bagazo y demás subproductos resultantes del procesamiento industrial de la caña. Desde un principio, esta planta  tenía ventajas técnicas y económicas sobre el maíz y otros productos agrícolas, como generadora de combustibles. Ahora  no sólo se valora como fuente de azúcar y gran variedad de productos derivados (alimentos para ganado, levadura, productos químicos, ceras y otros), sino como una base muy competitiva para la producción del etanol, sin afectar seriamente el consumo de alimentos con destino humano o animal. Esas grandes posibilidades para las que Cuba tenía magnificas condiciones y tradiciones, han sido destruidas por el voluntarismo e ineptitud de las autoridades cubanas.

Cuando se medita sobre las desproporcionadas pretensiones de los dirigentes de exportar sus criterios políticos y dar recetas a todos los países de lo que tienen que hacer, tenemos que imaginar que habría sucedido si el modelo implantado en Cuba por 51 años  hubiera estado vigente en las demás naciones.

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