Semana de Chávez en La Habana

Miriam Leiva

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Fidel Castro estaría presente en la Cumbre del ALBA, una de las actividades en torno al aniversario 15 de su primera visita a Cuba,  según anunció Hugo Chávez antes de partir hacia La Habana.  Las expectativas creadas con similares anuncios tiempo atrás han perdido impacto, quizás algo quede para la opinión pública internacional, pero el pueblo cubano sigue su duro bregar sin siquiera asomarse a la televisión. 

En esta oportunidad se afianzó la realidad de que el Comandante en Jefe no puede estar físicamente y que su hijo adoptivo lo saca del ostracismo en cada visita, sólo que ni siquiera se han mostrado fotos. Todo  quedó en “Reflexiones”, mensajes, documentales y supuestas conversaciones personales o telefónicas.  Pero ese retorno chavista es crecientemente más nocivo para frenar los necesarios cambios en Cuba, retomar la retórica agresiva, que lesiona cualquier progreso con Estados Unidos, la Unión Europea y los países progresistas, e intensificar la represión contra el pueblo.

El 14 de diciembre se conmemorarían los 15 años de los discursos en el Aula Magna de la Universidad de La Habana de Fidel Castro y Hugo Chávez, recién salido de prisión después de ejecutar un intento de golpe de estado en Venezuela el 4 de febrero de 1992. Entonces comenzó a forjarse el proyecto “bolivariano” entre ambos. Ahora también se conmemoraban los 5 años de la creación de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), por Venezuela y Cuba, a las que se fueron uniendo Nicaragua, Bolivia, Ecuador, Dominica, San Vicente y las Granadinas, Antigua y Barbuda, y Honduras. 

Ambos acontecimientos se utilizaron durante más de una semana de realce de Fidel Castro y Chávez, quien al llegar declaró: “Nunca más me iré de Cuba. Fidel me hizo el honor. Gracias, mi Comandante, por convertirme en hijo suyo.  Así me siento, y es un grandísimo honor que espero merecer.  La historia lo dirá”. Se efectuó la X Sesión de la Comisión Intergubernamental, inaugurada por los vicepresidentes del Consejo de Ministros Ramiro Valdés y Ricardo Cabrisas, y contó con grandes delegaciones, que tan sólo de Venezuela tuvo más de 15 ministros.  Se publicó que el intercambio económico, comercial y de conocimientos alcanzó un total de 8 mil 700 millones de dólares en los 10 años de existencia del Convenio Integral de Colaboración,  iniciado con 17 acuerdos que ahora llegarán a 285 valorados en 3 mil 185 millones de dólares. 

Es bien conocido que gracias al financiamiento venezolano el totalitarismo isleño ha podido mantener su inmovilismo, luego de perder las subvenciones de la Unión Soviética y sus aliados de Europa del Este.  Raúl Castro recibió a su supuesto homólogo en la escalerilla del avión, y ambos estuvieron en la clausura de ese evento. 

Se han reforzado los compromisos para poder respirar nuevamente, ahora en peores condiciones que a comienzos de la década de 1990 por la profunda turbulencia económica, política y social que afronta la autoridad cubana, renuente a implantar las reformas que  Raúl Castro ha reconocido como imprescindibles. Pero existen grandes dudas de que el mecenas Chávez pueda hacer honor a sus compromisos actuales, debido a la complicada situación que afronta, por su descabellada administración de los recursos petroleros, y sus ambiciosos proyectos de invasión en la región mediante  sus petrodólares. 

La fanfarria continuó con la VIII Cumbre del ALBA-TPC (Tratado de Comercio de los Pueblos) el 13 y 14 de diciembre. La ausencia más llamativa fue Rafael Correa, de Ecuador, mientras que Zelaya permaneció enclaustrado en Honduras. Tanto los discursos como la declaración final tuvieron fuertes ataques a Estados Unidos,  que habían disminuido después del ascenso de Barack Obama, pero iban en aumento, pretextando el acuerdo con Colombia para la utilización de bases militares y las negociaciones para reponer al presidente hondureño.  La posibilidad de promover la colaboración propuesta por el nuevo mandatario en la Cumbre de las Américas y posteriormente, no sienta a las necesidades para desviar la atención de sus problemas internos de los homólogos de Cuba y Venezuela, fundamentalmente, con sus ecos de Nicaragua y Bolivia; sus aspiraciones expansionistas en la región, y  el peligroso contubernio con Irán.

Lamentablemente, los aires de progreso de las incipientes democracias en América Latina y el Caribe reciben los vientos de las llamadas dictaduras democráticas, impulsadas por la dictadura agotada por 51 años de poder absoluto en Cuba, que como  enfermo en fase terminal lucha desesperadamente por permanecer a cualquier precio. Es una época complicada que demanda mucho aplomo e inteligencia de los políticos para sortear el huracán, sobre todo de los países con mayor peso, como Estados Unidos, Brasil y México.