Teresa y sus muchachos

Leonel Alberto Pérez Belette

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Aunque la víctima real es el pueblo cubano, Fidel Castro es un hombre que puede llegar a inspirar lástima; sus enemigos lo quieren muerto y buena parte de sus aliados se burlan de él, o lo maldicen, a sus espaldas, por temor de sus garras. Una de las amigas del Comandante es la embajadora de Guinea Ecuatorial en La Habana, señora Teresa Efua.

El gobierno proclama su “desinteresada” solidaridad con algunos gobiernos del continente africano, en especial con la corrupta dictadura de Guinea Ecuatorial, al tiempo que se hace de la vista gorda ante el trato que los ricos y corruptos funcionarios de este pobre país y sus familiares, dan al pueblo cubano, especialmente al personal que les sirve, generalmente suministrado por el régimen de la Isla.

En específico, Teresa, la mencionada embajadora, trata a los empleados y los cubanos en general como perros; los acusa de ladrones, ineptos y hasta amenaza a los empleados domésticos con pegarles. La señora no se oculta para hablar mal de los cubanos en general y del régimen; sufre ataques de histeria y hasta se tira de los pelos cuando se enfurece y se lamenta porque la asignaron a esta isla. Según ella, en la representación de su país en España se prefiere contratar a ecuatorianos, que trabajan mejor que los cubanos.

Sin embargo, aparentemente no todo es malo en Cuba para Teresa. La embajadora ha aprovechado su cargo para traer a estudiar gratuitamente a Cuba a todos sus parientes, cortesía de los paupérrimos contribuyentes cubanos. Su sobrina Vilma, a la que hace pasar por hija, cursa el preuniversitario en Quivicán,  para después estudiar una carrera. Miriam Doris, otra parienta, estudia estomatología. Su hijo Baltasar Danilo, cursa el tercer año de la licenciatura en Contabilidad y Finanzas en la Universidad de La Habana.

Baltasar repitió dos años de la carrera, y sólo las gestiones de su madre ante un funcionario del Ministerio de Relaciones Exteriores, le han salvado de ser expulsado del recinto. Baltasar ha maltratado al personal cubano de la residencia por supuestos robos. Luego, curiosamente, en ausencia de su madre, ha dispuesto del presupuesto para organizar grandes fiestas. 

Mientras a otras sedes diplomáticas se les niega la contratación de personal necesario, a Teresita las autoridades le permiten tener trabajadores contratados ilegalmente; a los que ella les promete salarios y finalmente sólo les paga la mitad. Declara a PALCO (Empresa empleadora del Consejo de Estado) que algunos de sus trabajadores trabajan 22 horas semanales, cuando en realidad laboran 48. El anterior embajador, fallecido de un infarto en Cuba, solía agregar aguinaldos al sueldo de los contratados; un dinero que supuestamente  venía directamente desde Guinea Ecuatorial y que los actuales empleados se preguntan dónde ha ido a parar, porque desde hace dos años no lo reciben.

Teresita pasa su tiempo entre Cuba y España, país donde tiene casa y maneja algunos negocios.

A pesar de los escándalos y maltratos a funcionarios del régimen y a muchachas de su propio continente, Teresita parece ser intocable. Nadie sabe por qué, pero ella afirma que su brujería es fortísima.