I CONTACTO I ¿QUIÉNES SOMOS? I NOTICIAS POR E-MAIL
 
 
_________________________________________________

El último aplauso

José Alberto Álvarez Bravo

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - En días recientes, una visión muy peculiar de la realidad de Cuba, fruto de la imaginación del escritor Rafael Alcides, ocupó un espacio de preferencia en mi memoria. Alcides comparó el momento actual de nuestro país con un teatro al terminar la obra.

Logré una rápida sintonía con esta imagen etérea, haciendo mía esta vivencia virtual de Rafael.  El piano abierto, la sala brumosa por el humo de los cigarrillos, la moza barriendo los pasillos, los aplausos apagándose lentamente en la memoria auditiva.


Triste, muy triste resulta esta alegoría, cuando se tiene presente la tragicomedia vivida por el pueblo cubano en medio siglo de sainete feudal.

Nuestro flamante Rector del Tiempo, con sólo el índice enhiesto y una retórica altisonante y llena de consignas, arrancaba delirantes ovaciones a la cosificada muchedumbre, en una isla convertida en la Gran Carpa de la simulación y el patrioterismo.

Legiones de siervos, amaestrados para aplaudir por oficio y conveniencia, convencían al émulo de Narciso de la insignificancia de los oradores que dieron brillo a Grecia y Roma. El séquito de cortesanos, ávido de inmunidad y prebendas, daba pábulo al fatuo engreimiento de quien nunca soportó la indiferencia ante su esplendor.

Las dentaduras en almoneda y el aplauso perpetuo, llegaron a convertirse en la alucinante presencia de cada jornada.

Pero el tiempo, ese brutal e insensible enemigo de todo lo vivo, se negó a tener en cuenta el portentoso historial del megalómano personaje. Cada vez, los alabarderos se veían más en apuros para agolparle las plazas al Ególatra en Jefe.  Cada vez, las consabidas ovaciones fueron siendo menos delirantes.  “Los pueblos se cansan”.

Los cónclaves multitudinarios comenzaron a espaciarse.  Las “tribunas abiertas” fenecieron con el declive del Gran Hermano, artífice de estos eventos circenses y populacheros.

En el feudo castrista, el aplauso ha sido la más eficaz escalera de ascenso jerárquico. Ilustrativo es el caso de algunos llegados a cancilleres gracias al estruendo de sus aplausos y la estridencia de sus risas, hábilmente colocados tras el pujo monárquico.

Es de todos conocida la existencia de una corriente de pensamiento, según la cual la
solución del drama cubano pasa, inexorablemente, por la desaparición física de Fidel Castro.  Muchos cubanos viven con el anhelo de que un infarto masivo le gestione el boleto hacia el Purgatorio. Me inclino a creer en otra variante.  La nación cubana explotará en júbilo cuando de los oídos imperiales se borre el eco del último aplauso.

Escriba una palabra clave o el tema
que desee buscar en las noticias o artículos publicados en Cubanet en español, inglés o francés
desde 1994 hasta 2009
 

___
 
___
 
___
 
http://www.cubanet.org/inicio_tienda.html ___
 
CubaNet no reclama exclusividad de sus colaboradores y autoriza la reproducción de este material siempre que se le reconozca como fuente.