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La cola

Leafar Pérez

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) – “En Cuba se hace cola para todo”. La frase, en boca de un anciano mientras hacía la cola del pan, obliga a pensar cuantas veces la lógica popular es mucho más acertada que las proyecciones y análisis de los investigadores.

Colas para comprar lo poco que te venden por la libreta de racionamiento y cola para coger un ómnibus para ir al trabajo o la escuela. ¿Quién no tiene que hacer una larga fila para que un médico lo atienda, o para comprar un pasaje para viajar en ómnibus, tren o avión? Sin hablar de las innumerables colas que se deben hacer, para cualquier gestión legal.

El Estado, incluso, regula la cantidad de colas que se deben hacer. Para una permuta, por ejemplo, es necesario gestionar 27 documentos. O sea, hay que hacer 27 colas, que muchas veces son más, cuando cualquiera de los dichosos papelitos tiene un error, algo que sucede con frecuencia. Hasta para abandonar el país con carácter definitivo hay que pararse en una fila. En un país que, según su gobierno es una potencia médica, es necesario hacer una cola tres años antes de la fecha de partida, para poder hacerse el chequeo médico exigido.

La cola llega incluso a regular la vida y la muerte. Cuando el más pequeño de mis hijos nació, la madre tuvo que esperar su turno para el salón de parto, pues sólo había uno funcionando, a pesar de que es un hospital materno. Poco faltó para que el niño naciera en un pasillo del centro médico, debido a la cola.

Con la muerte sucede algo similar. Puede ocurrir que en la funeraria escogida para el velorio, las capillas estén llenas, y entonces el muerto deba hacer su cola y esperar que se vacíe una, o los familiares del muerto tendrán que llevarlo a otra funeraria, con las incomodidades que esto conlleva.

Al llegar a la necrópolis la historia es igual. Quien no lo crea que se dé un salto hasta el cementerio de Colón y verá la cola de autos fúnebres esperando su turno para depositar el féretro en una bóveda. No importa la lluvia o el calor: haga su cola hasta después de muerto.

Por eso, de qué vale que los analistas internacionales y nuestros gobernantes hablen de cambios. Los cubanos sabremos que llegó el verdadero cambio, llegará el día que no tengamos que hacer una dichosa cola.

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