Quién es Héctor Palacios Ruiz

Tania Díaz Castro 

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Si buscáramos la pureza dentro del Movimiento de Derechos Humanos de Cuba - MDHC-, fundado hace más de dos décadas, tendríamos que pensar en Héctor Palacios Ruiz, fundador del mismo y fiel continuador de una lucha pacífica verdaderamente titánica contra el totalitarismo castrista.

En el mismo centro de la cordillera del Escambray, provincia Villa Clara, en una zona conocida como Pico Blanco, municipio Manicaragua, nació Héctor el 22 de julio de 1943. Allí transcurrió su infancia, la que recuerda muy feliz.

Su padre, dueño de una pequeña finca, cultivaba tabaco. Hoy, dice Héctor, la finca está llena de marabú. 

En 1989, cuando el Comité  Pro Derechos Humanos de Cuba, presidido por Ricardo Bofill, tomó gran auge tras la llegada de una comisión observadora de la ONU a La Habana, Héctor Palacios y varios amigos, entre ellos Víctor Serpa y Joaquín Rodríguez -fallecidos en el exilio-, crearon un grupo de oposición que se convirtió meses más tarde en la primera organización liberal bajo el castrismo.

A partir de ese momento, Héctor Palacios, fuerte como un roble, sencillo y humilde de carácter, con una personalidad lo bastante fuerte como para soportar los golpes que la vida bajo un régimen intolerante le asestaba, comenzó a sufrir prisión, hasta completar casi diez años, simplemente por haberse convertido en un disidente pacífico.

Como buen samaritano, recto de proceder, difícil de corromper, justo y sincero y de corazón bondadoso, nunca dejó de ser un promotor principal en las tareas más importantes del MDHC, tales como Concilio, en 2006, Todos Unidos, en 1999, así como el Centro de Estudios, de gran beneficio para elevar el nivel político de los miembros del MDHC, que organiza charlas semanales sobre temas políticos, con un buen auditorio que se reúne en la sala de su casa.

Hoy, después de veinte años de incesante bregar, incansable, con la misma dignidad de siempre y una inquebrantable determinación de aguantar los avatares del castrismo, Héctor dirige la mirada hacia adelante, del mismo modo que los árboles giran sus ramas hacia la luz del sol, y se convierte en el coordinador nacional de Unidad Liberal de Cuba -ULC-, cuyo principal objetivo es lograr la unificación de todas las fuerzas que comparten la filosofía de la libertad.

Para llevar a cabo esta nueva tarea, difícil y arriesgada en Cuba, cuenta con su compañera, Gisela Delgado, esa mujer que le regaló su vida, siempre al alcance de su mano.

A su salida de España, donde fue a curarse de sus dolencias físicas, luego de haber obtenido una licencia extra penal por motivos de salud, pasó por Miami, donde se sintió, lo confiesa, como un pez fuera del agua. No tiene madera de exiliado, ni cree que irse de Cuba sea una solución para lograr la libertad.

Regresó a La Habana, para sorpresa de Fidel Castro y de muchos, el 20 de septiembre de 2008, con su carga de años por cumplir en prisión y una cadena perpetua aplicada en 2003.

Este hombre, capaz de mostrar una ingenuidad encantadora que convence al más avisado y duro, sancionado por distribuir medicamentos, propuestas públicas para salir de la crisis económica y por tener libros como Las guerras secretas de Fidel Castro, revistas culturales, etc., me expresó por último que vive en su país porque a pesar de todo, se considera un hombre libre.

Cuando se conversa con Héctor Palacios Ruiz, en estos momentos en que su salud física insiste en retarlo a duelo y el gobierno de los hermanos Castro le niega el permiso para viajar a Europa a realizarse otro chequeo médico, dan ganas de alentarlo. Sin embargo, ocurre todo lo contrario. Al final, creo que es Héctor quien me da ánimo para seguir.