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¿Se perdió el hábito?

Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - Al salir del edifico Dihigo, sede de la facultad de Artes y Letras, hacia la Biblioteca Nacional, aprovecharon la sombra de los árboles de la Avenida de los Presidentes, y 200 metros calle abajo se incorporaron a la avenida Boyeros. Como la mayoría de los estudiantes de la Universidad de La Habana, ellos repasan parte de sus conocimientos en ese edificio de la Plaza de la Revolución: la biblioteca José Martí. Para los estudiantes asistir a las bibliotecas públicas es una necesidad, sin ningún atractivo extra.   
  
Existen varios criterios sobre las funciones de una biblioteca, a partir de los servicios que presta (cultura general, infantil, juvenil, préstamos). Sin embargo, la censura sobre textos no afines con la ideología castrista o de autores exiliados, gravita negativamente sobre el público. Ese es el espacio que ganaron las bibliotecas independientes que, con poco espacio y menos volúmenes, mantienen un alto nivel de visitas. 

También el uso de la biblioteca pública se transformó por la entrada de las nuevas tecnologías de la información, que aunque con mucho retraso, llegan a la isla de manera subrepticia. Es el caso de la enciclopedia Encarta (desaparecida en octubre de este año), en sus diferentes versiones, que se instalan donde exista una computadora.  De esa manera, la información entra directamente al hogar por diversas vías y muchas personas ven la biblioteca como algo del pasado. Esto se convierte en un tema de debate para las autoridades del Ministerio de Cultura. 

A favor de las bibliotecas públicas se apunta que atesoran libros que no son comunes en la calle, por lo limitado de sus ediciones.  De ahí que las bibliotecas mantenga series completas de enciclopedias. 

Para gran parte del público, la exclusión de la tecnología digital afecta sus posibilidades de acceso a las bibliotecas. Según el doctor Torres Cuevas, director de la Biblioteca Nacional, el proceso de introducción de la tecnología digital no es tan rápido como quisieran las autoridades, aunque en estos momentos existen en las bibliotecas 900 ordenadores personales, para el uso del público. 

Según Torres Cuevas, las bibliotecas provinciales recibieron un equipamiento que les permite desarrollar el rescate digitalizado de muchas obras.  Con ese objetivo recibieron tecnología scanner para la digitalización.  Mientras en la Biblioteca Nacional están en un proceso más complejo. Crear una red nacional de bibliotecas digitalizadas, que permitiría el flujo de información de los fondos desde Baracoa hasta Sandino. Esta propuesta obligaría a la digitalización de todos los fondos en existencia.  Particularmente la prensa.   
Dice Torres Cuevas que ya se digitalizó el total de los periódicos publicados en los últimos cincuenta años, como Lunes de Revolución, Hoy y Revolución.  Se espera que pronto se culmine el trabajo con Diario de la Marina. 

Sin embargo, la crisis de los noventa dejó para el mantenimiento de las bibliotecas públicas dos dificultades principales, la destrucción de las instalaciones, los bienes inmuebles y la pérdida del personal calificado, lo que implica la recalificación del personal especializado.

 

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