Miedos

Laritza Diversent

LA HABANA, Cuba, diciembre (www.cubanet.org) - La vida cotidiana en Cuba es  compleja. Después de más 50 años de revolución (privaciones y miserias), muchos temen mencionar a los causantes de sus frustraciones.

Hace unos días, en la ruta de ómnibus P-8, de la capital, un hombre harapiento y embriagado lanzaba duras acusaciones contra Fidel y Raúl Castro.

La escena no era nueva. No alcanzarían los dedos de las manos y los pies para contar las veces que he visto a un borracho en la guagua, desahogando sus desgracias. En la generalidad de los casos, ellos no son responsables  de su mala suerte. En sus cantares desafinados y cuentos de doble sentido, hay un culpable recurrente: el gobierno.

No era yo la única que lo miraba. Dentro del ómnibus todos reían  y sentenciaban en voz baja: “Está loco”. Otros movían la cabeza para expresar lo mismo. Estaba ebrio, pero en sus palabras vibraba la verdad que todos sabemos y callamos. 

¡Qué bien me sentiría si gritara a los cuatro vientos mi verdad! –pensaba. Pero no lo hice, y me limite a mirar al hombre. Quizás, en mi condición de abogada y opositora, esté consciente de que actuar de esa manera podría ser interpretado como un desorden público. A mí la cordura me enajenaba, a aquel hombre la embriaguez lo mantenía lúcido.

¿Será que en Cuba sólo los alcohólicos tienen valor para decir lo que piensan a viva voz? Pánfilo hizo ver a muchos claramente el fenómeno. Parece que hay que estar desahuciado o borracho para que el subconsciente salga a flote y nos permita ser libres para decir lo que pensamos y sentimos frente a todos, sin temor a lo que pueda suceder después.