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26 de marzo de 2008

«Aún no sentimos la Cuba de Raúl, porque la sombra de Fidel se proyecta en demasía»

POR BORJA BERGARECHE

MADRID. Yoani Sánchez, informática de 32 años, se ha convertido con su bitácora digital, «Generación Y», en el símbolo del único fenómeno positivo que los organismos de libertad de prensa destacaron la semana pasada, en el quinto aniversario del golpe a la disidencia cubana de 18 de marzo de 2003: el surgimiento de una incipiente escena «bloguera» en la isla. «Internet puede ayudar a reconstituirnos civilmente», explica por teléfono desde su casa en La Habana. El Gobierno es consciente de ello, y dificulta desde el lunes el acceso a su blog. Mientras prepara la comida de su hijo, asegura a ABC que su vida virtual «es más divertida que la real».

-¿Le censura el Gobierno?

-Hay un entorpecimiento muy fuerte del acceso no sólo a mi blog, sino a otros blogs y a varios portales de compraventa, mediante un filtro que hace más lento el acceso. Afecta sobre todo al usuario cubano, que no dispone de una conexión rápida. Se está tardando más de 40 minutos en acceder al blog, lo que elimina por completo la posibilidad de mantener una conversación. Esta mañana he intentado conectarme desde un sitio público y no he podido.

-¿Por qué empezó un blog?

-La decisión llegó por múltiples caminos, pero el más fuerte fue un proceso de saturación personal a base de preguntas, frustraciones y desencantos acumulados. Para mí el blog es un exorcismo personal. Lo veo como un largo vómito contenido.

-¿Tiene algo que ver su blog con la falta de libertades?

-Aunque tiene un tono personal, trato de demostrar la falta de libertades hablando de mi día a día. Explicar que no puedo comprar una tostadora ni unos limones, aunque la tierra es fértil y los produce.

-¿Cómo se vive en Internet sin tener acceso a Internet en casa?

-¡Esa es la gran aventura de tener un blog en Cuba! Los ciudadanos privados no tienen derecho al acceso personal a Internet. Trabajo offline, meto toda la información y los «posts» en un «pen-drive» (lápiz de memoria) y salgo a la ciudad a ver donde puedo conectarme.

-¿Dónde lo hace?

-Por lo general, en los dos únicos «cibercafés» que existen. A veces tengo que guardar dos horas de cola para estar conectada quince minutos. Me he vuelto una especialista en situaciones complicadas. No suelo navegar, no hago búsquedas en Google, aprovecho ese tiempo para descargar todo desde el «pen-drive». Una hora me cuesta seis pesos convertibles, unos cinco euros. Es decir, un tercio de un salario normal en Cuba.

-Un informe del CPJ constata «la aparición de una generación de blogueros»...

-Existe un nuevo fenómeno, aunque incipiente. En Cuba las conexiones de persona a persona son muy complicadas, y la sociedad civil está muy fragmentada. Por eso, Internet puede ser una forma de reconstituirnos civilmente, porque facilita los contactos.

-¿Cómo valora el anuncio de que podrán adquirir electrodomésticos y material electrónico?

-Son anuncios que llegan con muchos años de tardanza. Lo importante no es que vayan a darnos permiso para comprar ciertos objetos, como los DVDs, sino la aceptación por parte del Gobierno de que se trata de cosas que la gente utiliza desde hace años, y que no tiene marcha atrás.

-¿Cuáles son las necesidades reales de los cubanos?

-El transporte, que es caótico, y la alimentación. Cada día, un ama de casa tiene que hacer magia para alimentar a su familia.

-¿Es diferente la Cuba de Raúl a la de Fidel?

-Todavía no sentimos que estamos en la Cuba de Raúl, porque la sombra de su hermano se proyecta en demasía. Pero hay detalles que sí cambian. Por ejemplo, la programación de la televisión estatal ya se atiene a su horario, cosa que era imposible con los discursos de Fidel.

 

 
 
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