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17 de marzo de 2008

Carrera para ver quién avisa primero que empiezan las reformas de Raúl Castro

Antonio Martínez

La Habana/EFE — Diplomáticos, ejecutivos extranjeros y corresponsales compiten en La Habana en una carrera de agudeza y velocidad, para ver quién informa primero del esperado pero aún no concretado comienzo de las reformas que promete el nuevo presidente cubano, Raúl Castro.

Enviados de países, organismos internacionales y multinacionales toman posiciones de avanzada para quedar mejor ubicados cuando la Cuba de Raúl Castro -según esperan- sea distinta de la de su hermano mayor Fidel, que cedió la Presidencia en febrero pasado tras medio siglo en el poder.

Encabezan la carrera, entre otros, representantes del Vaticano, España y la Unión Europea que afirman que en Cuba ha habido ya un cambio y es necesario apoyarlo.

El secretario de Estado del Vaticano, Tarciso Bertone, visitó a Raúl Castro poco después de asumir la Presidencia y dijo que es un hombre “realista y abierto a dialogar".

La vicepresidenta primera del gobierno español, María Teresa Fernández de la Vega, anunció que su país “está dispuesto, desde el respeto y el diálogo, a acompañar y apoyar el desarrollo de una democracia moderna en Cuba".

El comisario europeo de Desarrollo, el belga Louis Michel, visitó la semana pasada La Habana y terminó convencido de que hay que levantar las sanciones comunitarias a Cuba para establecer un diálogo político con la isla.

Esta semana Mexico se unió a los punteros, con una visita de su secretaria de Exteriores, Patricia Espinosa, y se anunció que quedaron normalizadas las relaciones bilaterales tras los tiempos tempestuosos del anterior presidente, Vicente Fox, aunque la ministra mexicana no fue recibida por Raúl Castro.

Bertone, Michel y otros evitaron reunirse con líderes de la disidencia interna, que les critican por ello y recuerdan que en Cuba hay aún cientos de presos políticos, aunque cuatro hayan sido liberados y enviados a España en febrero.

En la línea de salida de la carrera, sin intención de competir, sigue el gobierno de Estados Unidos.

El pasado día 7, el presidente George W. Bush dejó claro que no habrá cambios en su política hacia Cuba y se mostró muy crítico con lo que calificó de silencio internacional ante las violaciones de los derechos en la isla.

En el pelotón intermedio de la carrera hay corresponsales que anuncian que habrá “pronto” algunos signos de reforma, como el final de las restricciones legales para que los cubanos de a pie entren en los hoteles o compren computadoras, hornos microondas, equipos de vídeo y tostadoras.

Recuerdan que Raúl Castro ha prometido eliminar prohibiciones, porque hay demasiadas y algunas son absurdas, pero matizan a renglón seguido que está por ver cuántos cubanos comprarán electrodomésticos o se alojarán en hoteles para turistas dados sus ingresos de pocas decenas de dólares al mes.

Algunos incluso ven luces de apertura en el hecho de que la prensa de la isla, toda oficial, aumente sus escasas páginas o publique críticas sobre algunos de los muchos asuntos que no funcionan en la isla.

Pero esas críticas están dirigidas contra los cubanos, a quienes acusan de “indisciplina social”, y no hay la más mínima alusión a un error de los Castro.

“Seamos serios -atajó un diplomático europeo menos optimista-. Las tostadoras son derechos humanos? Cómo ven cambios si Raúl repite que el socialismo y la revolución son intocables y que Fidel sigue siendo el líder?".

Las esperanzas que albergan muchos extranjeros contrastan con las advertencias del régimen de que las reformas serán paulatinas, “poco a poco”, muy estudiadas, sin violar los principios de la revolución y “dentro del socialismo".

El diario Granma, portavoz del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, advirtió este viernes a los ciudadanos que no se hagan excesivas ilusiones con las reformas, al tiempo que les pedía más productividad.

“La sed en el desierto genera espejismos”, decía un artículo firmado por el director del periódico, Lázaro Barredo, y censuraba que “algunas personas están a la espera de que el anuncio de determinadas medidas resuelva de por si, de ahora para ahorita, necesidades domésticas acumuladas".

La nota detallaba enormes dificultades para aplicar algunas reformas anunciadas, como la eliminación de la doble moneda: hay en Cuba un peso fuerte, convertible en divisas, y otro para cubanos, que vale 24 veces menos.

“El pollo de nuestro arroz con pollo se reduce a una ecuación matemática: no es posible esperar a que se resuelvan más necesidades si no se trabaja más”, decía el artículo.

 

 
 
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