Crónica          
5 de marzo de 2008

Hay quien prefiere el marabú

Luis Cino

LA HABANA, Cuba, marzo (www.cubanet.org) - El 18 de febrero funcionarios de la Dirección Municipal de Viviendas llegaron al amanecer  a Los Alevines, un caserío en las afueras de Santa Clara. Llevaron con ellos tractores, buldózeres, camiones y una cuadrilla de trabajadores con picos, palas y mandarrias. Por si había problemas, como suele haber en estos casos, también trajeron policías. Muchos policías.

Siempre hacen falta policías con spray y tonfas para convencer a los habitantes de las casuchas de que monten con sus pertenencias en guaguas o camiones y vayan para donde los lleven. A veces también se necesitan ambulancias para cargar con los lesionados.

Por los esos días las autoridades destruyeron 70 casas improvisadas que  construyeron con los más disímiles materiales los habitantes de Pueblo Nuevo, en Holguín. Fue el segundo desalojo en la provincia en menos de dos meses. El otro ocurrió en enero en el barrio El Pití.

Los dos desalojos son parte de la Operación Rastrillo.  Sus ejecutores dicen que obedecen órdenes del primer secretario del Partido Comunista en Holguín, Miguel Díaz Canel.

Llámense Escoba o Rastrillo, los métodos de los operativos siempre son los mismos. En Los Alevines, La Pollera, El Pití, Pueblo Nuevo…

Funcionarios con documentos en que lo único claro es que los pobladores son ilegales y tienen que irse. Camiones de la Brigada Especial de la PNR, ómnibus, buldózeres, tractores, brigadas de demolición y ambulancias. Cordones de policías para que nadie pueda entrar o salir.

Desalojo es una palabra muy fea. Suena a capitalismo. A cosa del pasado aborrecible al que dicen los discursos que Cuba jamás regresará. Funcionarios y policías nunca pronuncian la palabra desalojo. Usan otros términos que no suenan tan mal. Como quiera que lo llamen, la gente grita, llora, lanza insultos y palabrotas.

Duelen  más los desalojos ahora que algunos dicen que las cosas cambiarán y que todo va a mejorar en Cuba.

Siempre hay alguien que se acuerda de “los tiempos de Batista”.  Otro que habla de avisar a “la gente de los derechos humanos”. Entonces los funcionarios les piden que tengan paciencia y confianza en la revolución.

En las provincias Granma y Santiago de Cuba llevan a cabo el Proyecto Imagen. Eliminan el marabú y los bohíos de las orillas de las carreteras para no lastimar la vista de los viajeros.

El marabú lo queman. A los moradores de los bohíos se los llevan, pero no les construyen casas. De momento, no es posible. Van para albergues que no son visibles desde la carretera.

En las provincias orientales, en el 40% de las viviendas que el gobierno prevé construir, aún no han puesto el primer ladrillo. 

El marabú volverá  a brotar sobre los escombros de las casuchas. En El Pití, Los Alevines y Pueblo Nuevo. Con sus ramas espinosas, estuvo ahí. Antes que el Llega y Pon y sus pobladores. Ahí estará. Parece que nuestro futuro será un eterno marabuzal.

Hay quien prefiere las ortigas. Otros, el marabú. Dice un amigo que si no puede ser libre, entonces que venga el marabú. Al parecer, los jefes provinciales comunistas que ordenan los desalojos de las villas miseria en Holguín y Santa Clara, también prefieren que crezca el marabú.

 

 
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