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26 de febrero de 2008
TINTA RAPIDA
Luz para todos

RAUL RIVERO

Los apresurados luminotécnicos de escenarios históricos tienen sus reflectores enfocados hacia fechas porosas. Se han dejado llevar por los especialistas en tramoya totalitaria. Ellos son los maestros en el arte de apagar el pasado. Son los campeones del borrón y la víctima nueva. Su técnica consiste en hacer fuegos artificiales para encender una franja del porvenir y convertir en rescoldos las candelas puras.

Así es que el paso de Fidel Castro a otro sillón de mando (donde estaba hacía meses) y la distribución nominal -no la elección- de los cargos que él abandona y deja en lo alto de los trapecios de la carpa de la Asamblea Nacional, porque no le hacen falta para imponer su voluntad, han recibido (y reciben) por estos días toda la atención de los medios.

Opina sobre esos episodios la mayoría de los líderes políticos del mundo democrático, expertos, profesores, sindicalistas, cantantes de tangos, futbolistas y peloteros y, hasta el heredero de Kim Il Sun, ese sol de la tolerancia, hace una mención incomprensible desde Corea del Norte.

Habla también del tema una milicia de viudas de vanguardia .

Y se acaparan toneladas de cebollas para estimular los lacrimales en los palacios de gobierno de Caracas, de La Paz y de Managua.

Se ve sacar sus pañuelos a Lula da Silva y al matrimonio Kirchner, y Rafael Correa y otros mandatarios del continente, como son más discretos, se ponen y se quitan en los actos públicos los espejuelos rectangulares de Ray- Ban.

Ante las señales, planeadas y masticadas durante días y noches de trabajo en los suntuosos emplazamientos del poder en Cuba, corre El Vaticano y la Unión Europea alista un avión para Louis Michel, el Comisario de Cooperación y Ayuda Humanitaria.

Tienen pegada y metástasis esos mensajes que vienen envueltos en el celofán para regalos de la dictadura.

Ahora bien, las advertencias y las llamadas de auxilio desde las calles del país, las denuncias de la represión, la agonía diaria de una nación entera, el trabajo y el coraje silencioso (y silenciado) de la oposición pacífica es lo que ahora tratan de dejar en las sombras.

Como si esas entregas: los muertos, los siglos de cárcel que han cumplido miles de hombres y mujeres por alcanzar la democracia -el drama del 20% de la población en el exilio- no tuvieran que ver con lo que viene de todas formas para aquella isla.

Los haces de luz están dirigidos hacia los plazos que marca la naturaleza en un hombre. Hacia la pachanga mediática y oportunista organizada por quienes han sometido al país durante medio siglo.

En la sombra, los preteridos, los ultrajados, la gente que, con sólo haber soportado a esa manada de vagos ineficaces en el poder, tiene el derecho a estar en la primera línea del cambio.

Hay que iluminar toda la isla.

 

 
 
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