Crónica           IMPRIMIR
8 de febrero de 2008

Que los malos conocidos no nos hagan el cuento

Luis Cino

LA HABANA, febrero (www.cubanet.org) - Societé Générale, un banco francés que hace negocios con Cuba, acaba de  perder 7 000 millones de euros en la Bolsa. La multimillonaria pérdida se produjo en menos de 48 horas, a finales de enero. Me enteré a través de  un correo electrónico que me envió, desde el norte de Francia, mi amigo, el escritor Luis Torné Aguililla.

Torné Aguililla supone que  la multimillonaria pérdida se debió a que un trader del banco jugó sucio y perdió. “La verdad nunca la sabremos”, advierte, “porque esas son aguas profundas de un capitalismo francés en bancarrota”.

Refiere que  63 millones de franceses “ven el aparato productivo del país irse para la China de los camaradas, Tailandia o Bulgaria”

El capitalismo francés no es el único que hace agua. La crisis inmobiliaria en Estados Unidos aviva los temores de una recesión económica que se sentiría en todo el mundo. Cosas de la globalización.

Para demostrar que los flujos financieros barrieron con las soberanías nacionales, Torné cita el ejemplo de una fábrica de botas en los Pirineos franceses que pertenece a un fondo de pensiones en los Estados Unidos.

 Es la internacionalización del capital. Parafraseando al inefable Marx, “capitalistas de todos los países, uníos.”

Bueno, no es para cortarse las venas o preguntarse si, en definitiva, el Comandante y sus adláteres de Caracas y el Foro de Sao Paulo no tendrían finalmente la razón con aquello del desplome inminente del capitalismo.

No hay que exagerar si se habla de derrumbes inminentes. Ahí están la Habana Vieja y el régimen de Fidel Castro. Todos apuntalados, en estática milagrosa, haciendo maromas. Y nada. Ahí están, viendo pasar el tiempo. Como la Puerta de Alcalá.

El propio Carlos Marx explicó que las crisis del capitalismo son cíclicas. La historia ha sido testigo de varias de ellas. El sistema ha dado muestras de su capacidad casi inagotable de recuperación. Todo lo contrario del comunismo, que se descarriló justo cuando decían que el futuro le pertenecía por completo.

 De cualquier modo, es para preocuparse. Tanto va el cántaro a la fuente.

Torné Aguililla, en el frío norte de las Galias, representa al Partido Socialdemócrata de Cuba en Francia. No renuncia al buen vino, la cebolla, el   ajo y  la amistad de un cura rojo. Tampoco a enviar agudos e inteligentes artículos y mensajes electrónicos a sus amigos  en Cuba. Como este que tanto agradecí y me ha puesto a pensar.

En él, mi colega y tocayo aconseja orientar la lucha contra la dictadura poniéndola en sintonía con la realidad de la crisis que vive el capitalismo mundial.

 A los cubanos ya no debieran asustarnos las crisis, pero nos asustan. Más aún si nublan un futuro que se avizora lejano. Asustadizos y pesimistas que nos hemos vuelto.

 Llegan noticias preocupantes del Norte. También de Europa. Por desdicha nacional, hay millones de cubanos dispersos por el mundo para contar que la economía va mal.

Algunos cubanos pueden empezar a pensar que para saltar a un capitalismo en crisis, no vale la pena el cambio. Preferirían entonces seguir, estoicos y pacientes, esperando por las reformas de Raúl Castro.

Hay que explicar la verdad a la gente. No permitir que la expliquen Ricardo Alarcón, Pérez Roque, la Mesa Redonda de Cubavisión o las Reflexiones del Comandante. 

Se trata de que no sean  “los malos conocidos” los que nos hagan el cuento. Con la nueva manía cubana por la credulidad, capaz que hasta les creamos las explicaciones y los sigamos prefiriendo a ellos y su desastre antes que a “los buenos por conocer”. Hablar claro ahora es el único modo de evitarlo.

 

 
 
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