Crónica           IMPRIMIR
22 de enero de 2008

Granma vuelve a mentir (final)

Juan González Febles

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) - En la primera parte de este trabajo expusimos como Granma miente; como elabora versiones fantasiosas sobre temas fácilmente verificables desde una enciclopedia con información abierta.

Ahora volvamos sobre el fantasioso y mal intencionado trabajo publicado por Granma en enero 5 de 2008. En el texto, “Entre el deber y el ejemplo”, la Sra. Katia Siberia nos refiere su versión personal sobre la condecoración de dos policías.

Para comenzar, la Sra. Siberia no entrevistó ni habló con ninguno de los participantes en el penoso incidente. Para resumir: No estuvo en la calle Santa Catalina entre las calles San Lázaro y Buenaventura en Lawton. Repitió o inventó una historia que no guarda relación con los hechos reales. Quizás reflejó la versión de una de las partes, la de la PNR, por supuesto.

Celia López Palet es una mujer de pueblo. Reside en la calle Santa Catalina # 64 entre calle Buenaventura y calle San Lázaro en la barriada habanera de Lawton. Celia es madre de dos hijos, Maykel Castro López y Reinier Triana López.

Maykel y Reinier son dos jóvenes con características similares a millones de otros jóvenes cubanos. Maykel trabaja por cuenta propia; impermeabiliza techos. Junto a su padre, lleva adelante un modesto y honesto negocio familiar. No tiene antecedentes penales ni record criminal de ningún tipo. Esto según consta en la certificación legal que así lo acredita.

Reinier, por su parte, es conocido como el “hijo del cristalero”. También es trabaja por cuenta proia y es conocido en el barrio por su habilidad como cristalero, el oficio del padre. Tampoco ha tenido record u otro antecedente criminal.

Según refieren los vecinos, alguien llamó a la policía y dijo que se había dado una puñalada. Los policías condecorados irrumpieron violentamente, allanaron una vivienda e incurrieron en un injustificado acto de brutalidad.

En el transcurso de su incorrecto proceder, hicieron uso de arma de fuego, hirieron de un disparo a uno de los hermanos y pusieron en peligro la vida de civiles. Reinier Triana López, el más joven de los hermanos resultó herido en la rodilla por el disparo realizado por la policía.

En realidad sólo un poco de serenidad y sentido común habrían evitado tan penoso incidente. No hubo puñalada, sólo una discusión entre vecinos que terminó mal. La violencia que se suscitó, fue la consecuencia del actuar incorrecto de la fuerza pública.

Lo que sobrevino después, fue la comisión de toda una serie de violaciones de procedimiento dirigidas a encubrir la mala actuación de la policía. Esto tuvo como colofón la condecoración de dos agentes, que en justicia debieron haber sido suspendidos.

En el Hospital Clínico Quirúrgico Miguel Enríquez, Maykel Castro López, el hermano mayor, fue golpeado por la policía, mientras permanecía esposado dentro del Cuerpo de Guardia. Los testigos refieren que lo golpearon porque gritaba contra la fuerza pública.

Inexplicablemente, dos jóvenes de 23 y 21 años respectivamente están al frente de un carro patrulla de la PNR. De forma aun más inexplicable, luego de un desempeño tan mediocre, son condecorados. Quizás estamos en presencia de otro rutinario episodio de nepotismo.

Las víctimas, como de costumbre las pone la inerme ciudadanía cubana, privada de sus más elementales derechos. Los hermanos Maykel y Reinier transitan por el limbo jurídico de la arbitraria justicia castrista. Su abogado el Lic. Bernardo Julio Ortega, según refiere la familia, ignora si serán procesados o no. Tampoco sabe de qué delito serán acusados, en caso de ser llevados a juicio.

La historia coloca otra vez a Granma en el lugar que le toca como órgano representativo de un antiperiodismo partidista, que actúa en complicidad con los peores y más impopulares intereses. En países organizados que respetan los derechos básicos, después de esto, es probable que la Sra. Siberia hubiera tenido grandes problemas para ejercer como periodista.

Esta es labor para personas sensibles capaces de comportarse con un mínimo de decencia humana, por no decir, ética profesional.

 
 
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