Socializar
la democracia
Luis Cino
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - La solución
al crucigrama vino de Estocolmo. Estaba al alcance de la mano y
no la vimos. El problema no es, como hacen desde los tiempos del
ágora ateniense, buscarle apellidos a la democracia. Tampoco
reinventarla, y ya de paso, entre otros inventos, reinventar el
socialismo, como aconseja en La Habana el sociólogo Aurelio
Alonso. No se puede inventar lo que ya está inventado.
Desde su exilio sueco, Carlos Manuel Estefanía
y Henrik Jesús Hernández, proponen “democratizar
el socialismo cubano socializando la democracia”.
El director y el redactor, respectivamente, de la
revista Cuba Nuestra, se apresuraron al plantear su propuesta desde
el mismo título de la ponencia que enviaron al foro de debate
“El Futuro de la Nación”, que se desarrolla en
Cuba convocado por la Concertación Pro Diálogo y Reconciliación.
Estefanía y Hernández atribuyen a la
importación de experiencias extranjeras el fracaso histórico
cubano en alcanzar la democratización y la prosperidad. La
frustración nacional en lo esencial político, que
decía Lezama Lima.
Según Estefanía y Hernández,
el pluripartidismo no resolverá los problemas que el unipartidismo
vigente no ha resuelto.
Hay malas noticias para los autores de la ponencia
y otros innovadores autóctonos. En términos políticos,
todo se inventó (lo regular, lo malo y lo peor) en los dos
siglos que median entre el Iluminismo y la caída del Muro
de Berlín (sin que se llegara al fin de la historia que decía
Fukuyama).
Para no importar modelos ajenos a nuestra cultura,
a los cubanos sólo nos resta la pregunta del camarada Vladimir
Ilich: ¿Qué hacer? ¿Acaso volvemos al autóctono
comunismo primitivo de taínos y siboneyes?
“Lo que necesitamos es hacer del llamado Poder
Popular un auténtico Poder Popular”, dicen Estefanía
y Hernández. Ellos quieren partir de las actuales premisas.
Hacer decodificaciones mínimas a las estructuras vigentes
y ponerlas bajo el control popular para hacerlas más democráticas.
En la ecuación, sólo sobraría el Partido Comunista
o cualquier otro partido.
Para ellos, unas elecciones a la Asamblea Nacional
como las actuales serían perfectas sin que el Partido, “que
no postula ni elije”, tampoco tenga comisiones de candidatura
ni representantes que controlen a cada comité de base de
las organizaciones de masas. Nada.
Ningún poder al Partido, o a los partidos.
Todo el poder para el pueblo. Eso me suena conocido. Ya. Power to
the people, right on… John Lennon y la Plastic Ono Band, 1971.
Bonita canción.
Libro Verde de Khadaffi mediante, sustituidos los
versículos del Corán por el tablero de Ifá,
pudiéramos crear la Jamahirya Cubana Socialista. O evacuar
las ciudades y encaminarnos alegremente a las comunas agrícolas
a sembrar boniato.
Todo sin estructuras políticas. Fin de la
demagogia y la politiquería. El socialismo a lo cubano no
acabó con manengues y politiqueros. Sólo los transformó
y les cambió el discurso. Dicen que antes de 1959 votaban
hasta los muertos. Ahora votan los bobos, los decrépitos
y los moribundos. Cuando reinventen y socialicen la democracia,
tal vez no vote nadie. ¿Para qué?
Las ideas y corrientes de opinión de los electores
quedarán para Internet. Espero que esté disponible
el acceso a la red para todos. Con plato en la mesa y libertad de
sobremesa, tampoco habrá policía política ni
chivatos en cada barrio.
Lo bueno de la ponencia es que descarta, por foráneos,
el chavismo bolivariano, el socialismo de mercado chino y el doi
moi vietnamita. Supongo que también la autogestión
yugoslava, el trotskismo y otras antiguallas que algunos fulanos
y menganas recomiendan para la perpetuación de la dictadura.
Es una suerte, porque los autores dicen compartir la fe en la utopía
socialista con “las más diversas instancias del estado”.
De cualquier modo, vale la muy original ponencia
de Estefanía y Hernández. Cualquier democracia es
mejor que ninguna. Lástima que no hayan podido presentarla
en las recientes asambleas de lamentaciones y catarsis. Debieron
haber contactado a tiempo con las instancias del estado hermanadas
en la fe utópica con ellos.
Por ahora, la tesis no será del agrado del
Partido único, que se considera a sí mismo “la
fuerza dirigente y superior de la sociedad y el estado”. Pero
los autores no deben impacientarse. Pueden esperar su turno de hablar
en futuros parlamentos obreros sin anotadores del Partido ni segurosos
a la vista. Nunca es tarde si la dicha (y las intenciones) llega.
Otro mundo mejor es posible. ¿Por qué
no? Carlos Marx vive. Elvis también. Y John Lennon. Power
to the people, right on. Oh yeah…
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