2008: expectativas, inseguridad y escepticismo
Dolia Leal Francisco
LA HABANA, enero (www.cubanet.org) - Muchas han sido las expectativas
que ha suscitado el discurso de General Raúl Castro el pasado
26 de julio, en el que habló de la necesidad de efectuar
cambios estructurales, y sus ulteriores comentarios en la última
sesión del parlamento cubano, indicando que existían
demasiadas restricciones que ya resultaban obsoletas.
Igualmente ha resultado de interés, particularmente
en el extranjero, la carta enviada por el Presidente Fidel Castro
al programa Mesa Redonda el pasado mes de diciembre, en la que dejaba
entrever que él no sería un obstáculo para
el ascenso al poder de nuevas figuras.
¿Qué significa todo esto? Esa interrogante
se la plantean muchos cubanos en el inicio de este año 2008.
Por mi parte considero que este enigma es necesario analizarlo desde
sus dos vertientes: lo económico y lo socio-político.
En el primer caso, podemos inferir que es sumamente
dudoso que los cambios a aplicarse sean estructurales, por la profundidad
y diversidad que implica dicho concepto. No obstante, sí
creo que se van a poner en vigor ciertas medidas de carácter
económico dirigidas a permitir el trabajo por cuenta propia,
particularmente en aquellos rubros en los que el estado ha demostrado
su mayor ineficiencia, y que se intentarán eliminarán
algunas de las múltiples restricciones que hoy limitan la
actividad económica de los cubanos. En el segundo caso, es
en donde las posibles teorías se adentran en un verdadero
laberinto de especulaciones debido a lo sensible de la cuestión,
y a las profundas implicaciones que puede conllevar una u otra decisión.
Desde mi óptica, es prácticamente inimaginable ni
siquiera pensar sobre la posibilidad de que el máximo líder
considere seriamente ceder un ápice en su preeminencia absoluta
en el acontecer nacional. Es presumible considerar que en este sentido
igualmente se proyectan los duros o talibanes de la cúpula
gobernante, porque si Fidel Castro queda exclusivamente como el
Oráculo estos últimos, de hecho van a ver su actual
poder muy reducido, espacio que indudablemente será ocupado
por los elementos mas moderados o aperturistas. Las décadas
vividas en este país me hacen apostar porque el líder
histórico morirá ocupando, al menos simbólicamente,
el poder absoluto.
En cuanto a las reformas económicas, no cabe
la menor duda que la aplicación de estas, aunque procuren
identificarse con patrones como el chino o el vietnamita, tendrán
un muy fuerte componente de la ideología prevaleciente en
el patio, con todo lo que ello implica.
Si de algo estoy plenamente convencida es que estos
cambios serán insuficientes para afrontar la profunda crisis
económico-social en que hoy se encuentra sumida la nación,
porque pese a las intenciones pragmáticas que pueden animar
a los sectores reformistas del gobierno, existe y persiste una realidad
más fuerte que cualquier consideración de realismo
pragmático, y esta es que mientras que el presidente Fidel
Castro pueda balbucear una sola palabra, esa palabra será
NO, lo cual quedó implícito en su antes citado mensaje
a la Mesa Redonda, en el cual afirmó que él seria
consecuente con sus ideas hasta el fin.
No obstante, considero que aunque las esperadas medidas
económicas provocarán alguna mejoría en la
situación que actualmente confronta el país, y hasta
se podrá apreciar una discreta reactivación de la
micro economía, si ellas no se profundizan y siguen los lineamientos
de la globalizada economía de mercado, muy pronto contemplaremos
el inicio de una nueva crisis socio-económica, lo que en
nuestro país se ha convertido en algo cíclico y hasta
habitual.
En los últimos días del año
que concluyó, la población percibió que estas
medidas aperturistas vendrían acompañadas de fuertes
operativos represivos en contra de quienes comiencen a elevar su
nivel de vida y manifestar una determinada independencia de los
patrones oficialmente establecidos (recordemos la operación
Pitirre en el Alambre de fines de la década de los 80).
Cuando los cubanos nos deseamos a nosotros
mismos un prospero año 2008, lo hacemos con muy buenos deseos,
pero con grandes expectativas, mucha inseguridad y con un escepticismo
colosal.
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