Crónica           IMPRIMIR
4 de enero de 2008

Elogio a la catarsis


Julio Aleaga Pesant

LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) – Las reuniones de análisis convocadas por el general Raúl Castro desde el pasado 26 de julio, pudieran considerarse un punto de avance dentro de la construcción democrática, si hubiesen encontrado un clima de libertad para discutir racionalmente los problemas de la nación. Sin embargo, con la constante represión sobre los demócratas y los cierres de posibilidades económicas individuales, las reuniones se convirtieron más en estímulos a la catarsis que en reflexiones serenas sobre los problemas de la nación.

Seis meses después del llamamiento a discutir “a camisa quitada”, los ciudadanos convocados, miembros de las estructuras del gobierno, prefieren hacer catarsis personal de sus problemas, a promover la discusión sana y tan necesaria de los problemas que agobian a la nación.

La larga lista de demócratas presos políticos indica la ausencia de libertad para expresar las opiniones públicamente.

En una reunión de la empresa Antillana de Acero, en el municipio Cotorro, Ciudad de La Habana, un ingeniero se pronunció sobre los problemas del transporte y los abultados cobros en auto particular por ir de esa localidad hasta el parque de la Fraternidad, en el centro de la ciudad.

Pasa por alto el metalúrgico la importancia de la liberalización del mercado del transporte, la venta liberada de automóviles o el aumento de las licencias para conductores de alquiler, como pasos primarios para un aumento del número de autos en circulación, y premisa necesaria para la disminución de los precios de los taxis particulares o “almendrones”, que tanto le preocupan.

El ingeniero se guió en su exposición pública por su interés de abaratar sus viajes al centro de la ciudad, no por exponer una solución viable al problema que él afronta dentro del transporte urbano en la capital. No observó los bajos salarios pagados por el estado a través de su empresa, por trabajos altamente calificados como el suyo, además de que se pagan en un papel sin respaldo en los centros comerciales.

Su propuesta pudo ser interesante sobre problemas de alcance nacional. Sin embargo, el tono de catarsis lo convirtió en un ataque a los chóferes de los almendrones, víctimas posiblemente mañana de un aumento de la represión sobre ellos y una ampliación de la crisis del transporte.

Un caso similar es el una trabajadora de una institución del gobierno en el municipio Plaza de la Revolución, cuando trató de enfocar el problema de la vivienda de la que carece desde siempre.

Su enfoque sobre este asunto se basó en la necesidad personal de tener un hogar. Obvió en su razonamiento la cantidad de cubanos que de una manera u otra afrontan el mismo problema desde tiempos inmemoriales.

Al enfocar su problema de manera personal, la empleada evitó ajustar cuentas con el eje del mismo, ubicado en la legislación socialista sobre el patrimonio, y en la negativa del gobierno a ceder ni un ápice de su dominio sobre los elementos de propiedad tangible. De esa manera aumentan y se fortalecen los índices de miseria, corrupción y extorsión en la sociedad

 
 
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