Elogio a la catarsis
Julio Aleaga Pesant
LA HABANA, Cuba, enero (www.cubanet.org) –
Las reuniones de análisis convocadas por el general Raúl
Castro desde el pasado 26 de julio, pudieran considerarse un punto
de avance dentro de la construcción democrática, si
hubiesen encontrado un clima de libertad para discutir racionalmente
los problemas de la nación. Sin embargo, con la constante
represión sobre los demócratas y los cierres de posibilidades
económicas individuales, las reuniones se convirtieron más
en estímulos a la catarsis que en reflexiones serenas sobre
los problemas de la nación.
Seis meses después del llamamiento a discutir
“a camisa quitada”, los ciudadanos convocados, miembros
de las estructuras del gobierno, prefieren hacer catarsis personal
de sus problemas, a promover la discusión sana y tan necesaria
de los problemas que agobian a la nación.
La larga lista de demócratas presos políticos
indica la ausencia de libertad para expresar las opiniones públicamente.
En una reunión de la empresa Antillana de
Acero, en el municipio Cotorro, Ciudad de La Habana, un ingeniero
se pronunció sobre los problemas del transporte y los abultados
cobros en auto particular por ir de esa localidad hasta el parque
de la Fraternidad, en el centro de la ciudad.
Pasa por alto el metalúrgico la importancia
de la liberalización del mercado del transporte, la venta
liberada de automóviles o el aumento de las licencias para
conductores de alquiler, como pasos primarios para un aumento del
número de autos en circulación, y premisa necesaria
para la disminución de los precios de los taxis particulares
o “almendrones”, que tanto le preocupan.
El ingeniero se guió en su exposición
pública por su interés de abaratar sus viajes al centro
de la ciudad, no por exponer una solución viable al problema
que él afronta dentro del transporte urbano en la capital.
No observó los bajos salarios pagados por el estado a través
de su empresa, por trabajos altamente calificados como el suyo,
además de que se pagan en un papel sin respaldo en los centros
comerciales.
Su propuesta pudo ser interesante sobre problemas
de alcance nacional. Sin embargo, el tono de catarsis lo convirtió
en un ataque a los chóferes de los almendrones, víctimas
posiblemente mañana de un aumento de la represión
sobre ellos y una ampliación de la crisis del transporte.
Un caso similar es el una trabajadora de una institución
del gobierno en el municipio Plaza de la Revolución, cuando
trató de enfocar el problema de la vivienda de la que carece
desde siempre.
Su enfoque sobre este asunto se basó en la
necesidad personal de tener un hogar. Obvió en su razonamiento
la cantidad de cubanos que de una manera u otra afrontan el mismo
problema desde tiempos inmemoriales.
Al enfocar su problema de manera personal,
la empleada evitó ajustar cuentas con el eje del mismo, ubicado
en la legislación socialista sobre el patrimonio, y en la
negativa del gobierno a ceder ni un ápice de su dominio sobre
los elementos de propiedad tangible. De esa manera aumentan y se
fortalecen los índices de miseria, corrupción y extorsión
en la sociedad
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