Crónica           IMPRIMIR
3 de enero de 2008

Mi bandera


Juan Carlos Reyes Ocaña

HOLGUIN, Cuba, enero, (Holguín Press / www.cubanet.org) – “¿Dónde está mi bandera cubana, la bandera más bella que existe?” Estas son palabras del poeta y periodista cubano Bonifacio Byrne, en su bella poesía “Mi bandera”. Hoy en la provincia de Holguín podemos preguntar lo mismo: ¿Dónde está mi bandera cubana?

Y es que unos amigos me preguntaron dónde podían adquirir una bandera cubana, pues no la veían en ninguna tienda. Así que me di a la tarea de investigar este “misterio”.

No resultó muy difícil, pues en el bulevar de la calle Libertad, precisamente en el corazón de la ciudad, se encuentra un quiosco donde podemos comprar nuestra hermosa bandera. ¡Pero claro!, no se olvide de llevar “chavitos” (moneda convertible), ya que ésta se vende por 13 CUC, equivalentes a 325 pesos en moneda nacional, que es aproximadamente el salario de un mes y medio de cualquier trabajador cubano.

¿Cuál es la entidad que se dedica a este comercio con nuestra insignia nacional? La oficina provincial de propaganda del Partido Comunista de Cuba (PCC), aunque es válido aclarar que, según la dependiente del quiosco, las banderas provienen de Ciudad de La Habana. Es decir, de la máxima jerarquía propagandística del régimen.

Me surge una interrogante: ¿Cómo es posible que los propagandistas del PCC, baluartes de la defensa de la identidad nacional, estén lucrando en divisas con nuestra bandera? No es que se trate de si la venden a 13 CUC, a 100 pesos ó a 1 peso, sino que es bochornoso, que el símbolo por el que se derramó tanta sangre en las guerras de independencia, se venda en divisas solamente a los turistas (que son los únicos que pueden comprarla a este precio), como un souvenir más.

Me niego rotundamente a que se cometa tal sacrilegio con nuestra alma, que es precisamente lo que significa para los cubanos, al menos para mi, nuestra bandera.

Siento pena por el poeta Bonifacio, pues quizás en el más allá, siga creyendo que nuestra bandera es el honroso sudario de los pobres guerreros difuntos, sin saber que los gobernantes actuales de su tierra, por conseguir moneda dura, son capaces de vender hasta nuestras propias almas, siempre que se pague en divisas.

 
 
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