Crónicas          
22 de abril de 2008

¡Qué película la de aquel sábado!

Reinaldo Cosano Alén, Sindical Press

LA HABANA, Cuba, abril (www.cubanet.org) - El gustado espacio de la televisión La película del sábado, que se trasmite a las diez de la noche, en el que se proyectan filmes de acción, fue superado en la realidad la tarde del 12 de abril por un hecho extraordinario  ocurrido en la terminal de ómnibus del balneario Guanabo, al este de la capital.

Por lo general, el transporte que conduce a la población a las playas del este es deficiente y destartalado, cuando es precisamente la playa la opción recreativa más popular y económica. La aglomeración de ciudadanos en las paradas a la hora del regreso es una estampa de antología: cansados, sedientos, hambrientos. El estado mantiene cerrados los merenderos y cafeterías, y los que se encuentran abiertos ofertan pocos productos.

Abundan las groserías, los conatos, la chusmería. De pronto, alguien con vista de águila descubre a lo lejos la silueta de un ómnibus. Sí, es la guagua que se acerca.

-¡Señores, ahí viene la guagua, cada uno a su puesto! –se escucha la voz de un improvisado líder de la cola-, no dejen que nadie se cuele. ¡Nadie!

Pero algunos piensan diferente. La capacidad del ómnibus es de 135 pasajeros.  Dispuestos a abordar la guagua hay más de quinientas personas, y siguen llegando los posibles pasajeros.

-¿Por qué no ponen en circulación más guaguas para sacar a la gente?

Pero nadie responde, mientras los policías, impasibles, contemplan la escena. El espectáculo es familiar. Se repite cada fin de semana. Por fin llega el ómnibus a la parada y el chofer no se atreve a abrir las puertas. Tensos conductor y chofer. Cuando abre el gentío sube en tropel. Algunos se apoderan de los asientos y otros espacios porque entraron por las ventanillas a la hora del abordaje. Los que están en la cola reclaman y empieza el combate. Empujones, golpes, y la policía ahí, parada en seco, porque no podría contener a la multitud. Recuerdan seguramente a compañeros y ciudadanos muertos en trifulcas de este tipo el pasado año. Surge el recuerdo del verano anterior cuando dos adolescentes, colgados de un ómnibus en marcha fueron aplastados por las ruedas del vehículo luego de caer al pavimento.

La bronca se encuentra en su apogeo cuando chofer y conductor toman la salomónica decisión de bajarse del ómnibus y esperar a que el conato termine. Pero olvidaron quitar la llave. Y entonces fue la debacle. La decisión exasperó más a los viajeros, y varios jóvenes, ajenos a la pelea, optaron por salvar la situación, a su manera. Uno tomó el timón y puso en marcha el carro. Paradójicamente continuaron los porrazos dentro del vehículo en marcha, con más bríos. El improvisado chofer tomó la vía más corta. Los vecinos de Justiz, barrio próximo a Guanabo, no salían de su asombro, entre ellos Fidel González Ochoa, que se llevó las manos a la cabeza cuando vio pasar el ómnibus convertido en un ring de boxeo colectivo.

Un carro de la policía no pudo darle alcance, y al llegar al crucero de Bajurayabo, otros autos patrullas le cerraron el paso al ómnibus secuestrado y así concluyó esta película del sábado por la tarde: El secuestro de una guagua.

Los jóvenes involucrados fueron sancionados a dos y cinco años de prisión. Pero, ¿son ellos los únicos culpables? Uno de los secuestrados exclamó:

-¡Tremendo chofer! Eso no se ve ni en la película del sábado.

 

 


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