Niño
cubano condenado con su padre
Miriam Leiva
LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - A
14 días de nacido, hace 4 años y 8 meses, Jeferson
Suárez Puente fue condenado a 20 años de tortura psicológica
y física en marzo de 2003 cuando su padre, Fidel Suárez
Cruz, fue llevado a prisión por ser activista de derechos
humanos.
El 16 de noviembre pasado, a las 4 de la madrugada,
salió el pequeño junto a su mamá del bohío
donde habitan en una finca del poblado Manuel Lazo, municipio Sandino,
provincia Pinar del Río; algo así como casi la punta
de la cola del cocodrilo que parece Cuba. Llegaron a la Prisión
Kilo 8, conocida por la distancia que la separa de la ciudad de
Pinar del Río, a las 9 de la mañana como estaba fijada
la visita cada dos meses.
Las horas pasaban y el pequeño se inquietaba,
cuando a la una de la tarde el guardián lo condujo, Jeferson
se encontró en un lugar inhóspito frente a un hombre
delgado que dice ser su papá; eso porque en realidad son
desconocidos. Nunca han vivido juntos. Encerrado en el denso espacio,
la desesperación del niño resultaba imposible de calmar.
Lloró y gritó porque quería salir y regresar
a casa.
Esa noche, Jeferson se durmió muy tarde; se
hizo pipi y caca en la cama. Su papá debe estar muy triste,
pero no puede comunicarse con él, pues en esa prisión
no hay teléfono y las cartas no llegan. Taciturno, triste,
inquieto, el niño no quiere ir a la escuela, y una vez allí
se aleja de los demás, no desea jugar y tiene mal carácter.
Aniley Puente, su mamá está muy preocupada y merece
apoyo y solidaridad.
Indudablemente, la tortura psicológica está
incidiendo en la salud mental y física de Jeferson. No necesita
un psicólogo, requiere con urgencia su padre. Ese integrante
de los 75 que fueron llevados a las cárceles injustamente
durante la Primavera Negra de 2003 por el delito de haber perdido
el miedo y pretender ejercer su derecho a la libertad de expresión.
Fidel Suárez Cruz es un hombre joven que se mantiene firme
en sus convicciones, pero padece profundamente por los sufrimientos
causados a su hijo y su esposa, añadidos a su injusto y cruel
cautiverio.
Otros hijos de los 59 prisioneros de conciencia de
los 75 que permanecen encerrados, están sometidos a muchas
tensiones, privaciones y represión. También lo están
los pequeños y ancianos de unos 250 prisioneros políticos
pacíficos cubanos.
¿Acaso no pueden cumplir con los horarios
de visita, poner un teléfono y respetar la correspondencia
en la Prisión Kilo 8? Estos presos deben ser liberados y
sus familias respetadas.
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