21 de noviembre de 2007
 
 
Crónica            
21 de noviembre de 2007

Yuris Lady vive en Santa Fe

Tania Díaz Castro


LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) – Yuris Lady es un joven de 16 años que nació y reside en el reparto El Roble, en el municipio habanero Santa Fe. Es de pocas palabras, tímido y rara vez sonríe. Tiene complejo, me dice la madre, porque aún no le ha salido el bigote y mucho menos la barba.

Le pregunto cómo escribo su nombre, si junto a separado y me dice que Yuris es el primero y Lady el segundo. No quise decirte lo que significaba su segundo nombre.

Le pregunto si estudia y me dice que no. Le dio pena explicarme que no tiene cabeza para los estudios. Por eso prefiere trabajar en una fábrica de pintura en el municipio Playa. Le pregunté si había votado en las últimas elecciones de octubre y me respondió afirmativamente. Pero Yuris Lady no conoce a quienes se propusieron para delegado de la zona. Ni siquiera por quién votó. Puso una cruz donde se le ocurrió y nada más.

Ayer me encontré con este adolescente. Llevaba un collar con el rostro de Ché Guevara tallado en carey. Quise saber si realmente conocía al personaje argentino, y me dijo que cayó muerto como guerrillero en la Sierra Maestra, antes del triunfo de la Revolución Cubana.

Lo saco de su error y le explico que Ché estuvo al frente de la Cabaña después del triunfo revolucionario y que fueron más de cien los que murieron ante un pelotón de fusilamientos dirigido por él. Me mira sorprendido, como si escuchara que la tierra se hunde a sus pies.

Nada me extrañó su desconocimiento sobre nuestro pasado. A simple vista puede verse que Yuris Lady sólo se preocupa de su físico. Se levanta el pelo con crema cada mañana, usa argollitas en las orejas y otra en el párpado derecho para estar a la moda, y hace un gran esfuerzo por vestir alguna ropa extranjera.

Pero a Yuris Lady le tocaron a la puerta de su casa el 31 de octubre pasado para que fuera a votar.

-¿Por qué votaste? -pregunto, y sin pensarlo mucho, como si respondiera por medio de un resorte, me dice:

-¡Yo trabajo!

Nada más claro. Yuris Lady, como tantos jóvenes de su edad que estudian o trabajan, están obligados a votar. El dueño de los centros laborales es el estado y también de los centros de enseñanza. No importa si son casi niños y no saben nada de política.

Yuris Lady recibe un salario equivalente a nueve dólares con cincuenta centavos mensuales. Le pregunto qué hace con el dinero, de qué le sirve. Se encoge de hombros y sonríe. Entonces es cuando le veo su diente de oro, algo que le costó nada menos que cuarenta dólares, más de cuatro meses de jornadas laborales.

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