16 de noviembre de 2007
 
 
Crónica            
16 de noviembre de 2007

El agente oculto (final)

Dolia Leal Francisco

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - La asociación conocida como Damas de Blanco, cuyo único fin es el de trabajar pacíficamente con el propósito de obtener la libertad de nuestros familiares encarcelados y condenados a largas penas de prisión, no ha sido victima del agente secreto, porque la unidad que entre nosotras existe lo ha impedido.

Entre nosotras existe un propósito común, justo y bien definido. Nuestros intereses personales quedan en segundo plano, y sólo prestamos nuestra atención a la causa que es nuestra razón de ser. En estas condiciones el agente oculto no puede trabajar porque no tiene el dónde sembrar la semilla de la discordia.

Tampoco nuestros hermanos en el exilio han estado exentos de este azote; y es que el agente oculto se ha afanado en provocar la discordia entre los cubanos, que desde los inicios del régimen se han visto obligados a marcharse del país. Las organizaciones proliferaron, los líderes se atacaban entre sí con la misma saña con que atacaban al régimen.

En el exilio existen hombres que pueden trascender la inmediatez del presente para atisbar en el futuro; cubanos que dedican sus esfuerzos a servir la causa del amor y la esperanza con hechos palpables, con ayudas que en no pocas oportunidades han llegado en los momentos mas críticos que puede vivir una familia cubana cuyo padre se encuentra tras las rejas, para calzar, vestir y alimentar a los opositores, despojados de sus trabajos.

Me estoy refiriendo a esos hombres y mujeres que dedican buena parte de sus vidas a construir verdaderos puentes de amor entre los cubanos del exilio y los que vivimos en la Isla.

El principal obstáculo que tiene el pueblo cubano para lograr el consenso sobre el objetivo común es el agente oculto, ese que todos llevamos adentro, y que nos corroe y paraliza, la vez que siembra la duda sobre todo lo que nos rodea y sobre todos con quienes compartimos la vida cotidiana.

Cuando superemos el síndrome del agente oculto, seremos interiormente libres, con la conciencia de nuestra propia dignidad. Seremos entonces capaces de reclamar nuestros derechos.

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