15 de noviembre de 2007
 
Crónica            
15 de noviembre de 2007

Espejuelos (I parte)

Roberto Santana Rodríguez

LA HABANA, Cuba, noviembre (www.cubanet.org) - Adquirir un par de espejuelos graduados en Cuba puede ser un camino complicado que se inicia en la consulta del oftalmólogo y se extiende hasta la óptica o frente a la mesa de los técnicos que reparan espejuelos por cuenta propia.

El aspecto económico es otra barrera a la hora de comprar los espejuelos debido a los precios, si es que se encuentran en las ópticas donde se vende en pesos, porque en las que ofrecen sus servicios en moneda convertible, hay de todo. Si no, que lo diga Wenceslao, que recientemente pasó por la inolvidable experiencia.

Wences, como se le conoce, ya no veía un burro a dos pasos, mucho menos las letras del periódico Granma, los letreritos de las películas que pasan por la TV, y decidió buscar alivio a tamaño problema visitando la consulta de oftalmología de la policlínica. Allí lo atendieron de maravillas. La doctora precisó la graduación requerida por el paciente.

-Usted lleva ahora +3.50 de aumento en cada ojo para ver de lejos, para ver de cerca necesita 1 dioptría más.

La doctora respondió afirmativamente a la pregunta de Wences sobre la posibilidad de ser operado de la hipermetropía que padece.

-Sería mejor que se operase, claro, pues la enfermedad irá avanzando con el tiempo – le dijo.

“¡Operación milagro también para cubanos! –se dijo Wenceslao-, ahora me voy directo para la óptica, y pronto podré leer el Granma y los letreros que aparezcan sin tropezar con ningún burro”.

Al llegar al establecimiento, casi vacío a las 4 de la tarde, le mostró la receta a la muchacha, quien le dijo de inmediato y sonriente:

-Compañero, tenemos los de lejos, los de cerca no los hay.

Extrae entonces de una gaveta unas gafas graduadas.

-Pruébese éstos

“Del lobo un pelo” -piensa Wences.

-¿Cuanto cuestan, compañera?

-51 pesos.

Se prueba las gafas. Se mira al espejo.

-Compañera, con estos espejuelos veo bien, pero no me sirven, esta armadura es muy estrecha para mi cara.

-Lo siento, compañero, es el único modelo que hay.

Infructuosas resultaron las gestiones ante el administrador de la óptica.
No hay cristales que pueda ordenar para montar en otra armadura; además, los técnicos del establecimiento no están trabajando.

-Regrese en un tiempo prudencial, una semana, un mes, seis meses, a ver si podemos resolverle.

Y sale Wenceslao de la óptica con sus viejas gafas puestas, atribulado porque esa noche no podrá leer ni ver la televisión. Pero no se amilanó. El Wences estaba decidido a como diera lugar a leer las letricas del periódico Granma y los letreros de las películas.


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